La Posada del Peine

La Posada del Peine

Seguro que todos habéis dicho más de una vez esta habitual expresión: «te vas a enterar de lo que vale un peine». La frase tiene su origen en la Edad Media. Entonces la falta de higiene era algo habitual y prácticamente nadie tenía a bien atusarse los cabellos. Cuando, poco a poco, la sociedad fue adquiriendo mejores y más saludables hábitos esta expresión comenzó a ser utilizada como un dardo contra los vagabundos y pordioseros que poblaban las calles. Aunque en la actualidad “no sabes lo que vale un peine” se emplee para decirle a alguien algo así como “te voy a dar una lección”, el origen de tan peculiar sentencia nos sirve para hacer nuestro pequeño homenaje al que pasa por ser uno de los hoteles más antiguos de España.

¿Costaría mucho el peine que dio nombre a la famosísima Posada del Peine? No lo sé… pero lo cierto es que los propietarios ataban el susodicho utensilio con una cuerdecita en el cuarto de baño para que los huéspedes no se lo llevaran a casa. Quienes hayan pasado por la calle de Postas, junto a la Plaza Mayor, seguro que se han fijado alguna vez en la preciosa fachada del hoy modernísmo hotel, que abrió sus puertas en 2006 en el mismo lugar que en su día ocupó la vieja fonda, que estuvo funcionando como tal desde 1610 hasta 1970.

Escalera de la Posada del Peine

Escalera de la Posada del Peine

De la posada se conservan algunos elementos, como el reloj de su frontal, el pavimento de la entrada y la escalera principal, de madera de pino. Los antiguos cuartos de mala muerte -con pasadizos secretos para que los clientes hicieran de las suyas- son, en la actualidad, habitaciones con muebles de diseño, aunque no por eso el lugar deja de respirar encanto.

Cuentan las crónicas de la época que en sus tiempos de máximo esplendor La Posada del Peine llegó a tener más de 150 habitaciones, algunas de las cuales –las más lujosas, se entiende- disponían de balcones que daban a la calle. Las más modestas no tenían ni ventanas, por lo que los huéspedes tenían que dejar la puerta abierta para conseguir un poco de ventilación. Entre sus paredes se alojaron personajes de todo tipo, como el pintor José Gutiérrez Solana o Casta Esteban, viuda de Gustavo Adolfo Bécquer, de la cual os animo a repasar su biografía.

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