David Boceta y Nacho Vera

El público llega al Teatro de la Abadía bajo la dirección de Àlex Rigola, que ha hecho un extraordinario esfuerzo  para acercarnos el texto más vanguardista del poeta. Podrá verse hasta el 29 de noviembre.

Hace ahora una década descubrí en este mismo escenario y dirigida por Luis Miguel Cintra Comedia sin título, según algunos expertos el precedente inmediato – e incluso el borrador, puesto que contiene partes idénticas – de El público. Entonces se decía que casi cualquier puesta en escena de esta obra, marcada por una fuerte intención experimental, estaría abocada al fracaso, debido entre otros motivos a las expectativas de unos espectadores que vendrían buscando al Lorca de Yerma o La casa de Bernarda Alba. Sin embargo el sábado pasado el Teatro de la Abadía volvió a sorprendernos con un público, el público real, que salía sinceramente emocionado pese a la complejidad narrativa y textual de lo que habían visto. Hoy podemos confirmar que por fin estamos preparados para comprender qué quería decirnos Lorca con este «poema para ser silbado».

Jaime Lorente y Jorge Varandela

Pero sin duda el mérito no sólo es nuestro y debemos compartirlo también con los directores que como Àlex Rigola estudian en profundidad títulos tan difíciles como éste. Conseguir robarnos unas lágrimas con escenas e imágenes irracionales, sin caer nunca en el absurdo o el disparate, demuestra un enorme conocimiento del teatro. Nada más entrar, en una pequeña sala del vestíbulo, una serie de fotografías, dibujos, pinturas y citas, donde se subrayan los primeros titubeos de Lorca con la vanguardia, su interés por los clásicos o su amistad con Buñuel y Dalí en la Residencia de Estudiantes en Madrid, sirven para ubicar El público en el universo del autor. Luego, la pautada interpretación de los actores, ni exaltados ni fríos, como en ocasiones pasa con el teatro contemporáneo, confirman la rigurosa dirección de Àlex Rigola, que ahonda sin sensacioanalismo en el trasfondo homoerótico de la obra, una suerte de «auto sacramental» sobre la persecución pública del amor entre personas del mismo sexo.

Guillermo Weickert, Pep Tosar y Nao Albert

Cuando digo «auto sacramental» no es por rellenar el espacio de esta reseña, porque es conocido el interés de Lorca por el teatro barroco. Aunque esta producción de El Público hace algunas citas explicitas al Siglo de Oro a través del vestuario de Silvia Delagneau (por cierto excelente), lo cierto es que su atmósfera está más cerca del inquietante cine de David Lynch. La sala de la Abadía se convierte en un gran cabaret enterrado por la arena en el que Pep Tosar canta algunos temas en clave jazz mientras Irene Escolar resucita literalmente a Julieta.»¿Y si quiero enamorarme de un cocodrilo?» se pregunta uno de los personajes de esta historia en la que el deseo es el motor de una revolución estética, la del teatro que se confunde con la vida, y social, la de la vida que es desenmascarada. Y aunque no tengo demasiado claro si El público es un sueño, su premonición o su recuerdo, no cabe duda de que Lorca creo un espejo en el que cada uno de nosotros podemos mirarnos.

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