Foto: Javier del Real.

269 años después de su estreno en el Corral de la Cruz vuelve a Madrid Iphigenia en Tracia, una zarzuela inspirada en la tragedia de Eurípides y con música de José de Nebra.

Para comprender la trascendencia de esta cita debemos hacer memoria y recordar el enorme trabajo que en 2011 el violinista, director y musicólogo Emilio Moreno hizo al recuperar en versión concierto la aún poco conocida Iphigenia en Tracia, una zarzuela con libreto de Nicolás González Martínez y partitura de José de Nebra, organista del Monasterio de las Descalzas Reales y Vicemaestro de la Capilla Real durante los reinados de Felipe V y Fernando VI. Desde entonces y debido en parte al revival de la música barroca se ha podido escuchar en el Auditorio Nacional y ha sido recientemente puesta en escena en Dallas por la Orchestra of New Spain, pero esta es la primera vez que puede verse en Madrid un montaje completo de la obra desde el siglo XVIII. Estrenada en el Corral de la Cruz el 15 de enero de 1747, Iphigenia en Tracia se representó quince días más tarde en el Coliseo del Buen Retiro y en 1749 en los teatros públicos de la ciudad. Como han señalado los especialistas, su música da testimonio del enorme conocimiento de la ópera italiana que hubo en España a partir de la llegada a la corte de Farinelli, el famoso castrato que vino a curar con su canto la melancolía del monarca y se quedó durante 22 años.

Foto: Javier del Real.

La producción del Teatro de la Zarzuela ha contado con la edición crítica de José Máximo Leza y la dirección musical de Francesc Prat, que en la rueda de prensa declaró haber descubierto a Nebra durante sus años de formación en Suiza, y no en España, donde nadie le habló de él. Cabe destacar la dirección de escena de Pablo Viar – seguramente uno de los mejores herederos de Tomaz Pandur – y la escenografía del artista Frederic Amat, de quien estos días también puede verse una exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza. Al frente de un reparto integrado solo por mujeres está María Bayo, que vuelve al teatro madrileño después de diez años, y hace una interpretación limpia y luminosa del personaje de Iphigenia.

No hay que perderse justo al final de la primera jornada la que es para mí una de las piezas más delicadas de la zarzuela barroca, el aria a cuatro “Muera un afecto incierto”, que a modo de concertante establece un armonioso diálogo entre las voces de las sopranos (estas interpretan los personajes nobles de la historia – Ifigenia, Orestes, Dircea y Polidoro -, mientras que las mezzosopranos son los sirvientes – Cofieta y Mochila-). También son muy particulares las vibrantes seguidillas de estilo español, que esta vez no se acompañan con castañuelas.

Foto: Javier del Real.

Como sucede tantas veces en el teatro, son los criados quienes al principio de la segunda jornada resumen en pocos versos el saber popular. A la pregunta de Mochila: “¿Qué han de ser los maridos / para ser buenos?”; responde Cofieta: “Muchos deben ser sordos, / mudos y ciegos. / Porque hay historias, / que es vergüenza que miren, / hablen, ni oigan”. Pero aunque hay un enredo muy sencillo, esta zarzuela es básicamente el reencuentro de dos hermanos: Orestes, que naufraga en Tracia cuando huía de Micenas tras haber vengado la muerte de sus padre, e Ifigenia, que salvada por la diosa Diana tiene la obligación de sacrificar a todos los náufragos, porque como dicen a coro: “La tirana ley severa, / que con holocaustos fieros, / obsequiar la deidad quiere, / comete crueldad, no obsequio”. Iphigenia en Tracia puede verse hasta el 27 de noviembre en el Teatro de la Zarzuela.

Tags: ,
 
Arriba