Plaza Mayor. Retrato y máscara

Categoría: Arte y Cultura 16 agosto 2018

Fiestas en la Plaza Mayor. Siglo XVII.

En 2017 la Plaza Mayor de Madrid cumplió 400 años, motivo por el que durante el último curso se han sucedido una serie de actividades conmemorativas que concluyen ahora con una exposición en el Museo de Historia. “La Plaza Mayor. Retrato y máscara de Madrid” todavía podrá verse hasta el 11 de noviembre.

Algunas mañanas, cuando atravieso la Plaza Mayor camino de la oficina, me imagino cómo sería su ambiente los días de fiesta en el Siglo de Oro. Los balcones llenos de espectadores y desde la Salón Real de la Casa de la Panadería, actual sede la Oficina de Turismo, los monarcas viendo un auto sacramental o un pasacalles organizado para celebrar una victoria militar. De alguna manera fue un gigantesco corral de comedias, una suerte de gran teatro a cielo descubierto donde los Austrias, poco dados a presentarse ante su pueblo, escenificaban el poder y mostraban la sólida jerarquía de su corte. Sin duda se trataba de uno de los escenarios más impresionante del Madrid barroco, y hoy es, junto al Monasterio de la Encarnación y el Palacio de Santa Cruz, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de aquel siglo XVII que ha llegado a nuestros días.

Paso de una comitiva por la Plaza Mayor. 1789. Foto de la Biblioteca Digital www.memoriademadrid.com

Pero la Plaza Mayor es mucho más que un monumento. Si el párrafo anterior justifica el subtítulo de “máscara”, el que viene a continuación se refiere al de “retrato”, porque no parece exagerado subrayar, como hace la exposición del Museo de Historia, que esta plaza, antes llamada del Arrabal –cuando Madrid era una villa castellana cuyas murallas dejaban fuera la plaza– y durante el siglo XIX de La Constitución –en pleno auge de las reivindicaciones liberales–, resume en buena medida la quintaesencia del casticismo: los bares conocidos por sus bocatas de calamares, las tiendas de filatelia y las sombrererías, y muy especialmente los madrileños y los turistas que cada día se encuentran aquí.

Vayamos por partes. Sin duda el edificio más significativo de la plaza es la Casa de la Panadería, cuya fachada fue decorada en 1992 por el artista Carlos Franco. Su nombre se debe a que en la planta baja, donde hoy se encuentra la Oficina de Turismo, estuvo la tahona y el peso real, que ponían precio al pan y certificaban los pesos. En los siglos sucesivos en las plantas superiores estuvieron la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Real Academia de Historia. Justo enfrente está la Casa de la Carnicería, que albergaba el depósito general de carnes.

Estatua de Felipe III y Casa de la Panadería. Foto de José Barea.

Entre las diez entradas que tiene la Plaza Mayor la más llamativa de todas es la del Arco de Cuchilleros. Su cara exterior muestra la gran escalinata que salva el desnivel existente con respecto a la calle del mismo nombre. Merece también una mención especial el Arco de Ciudad Rodrigo, por donde discurría el Cortejo Real cuando emprendía el camino desde el barrio de Palacio hacia la calle de Atocha y que debido a su traza oblicua es motivo de estudio en la Escuela de Arquitectura. (No es extraño encontrar por aquí a algún joven dibujándolo).

Es imprescindible hablar de la estatua de Felipe III, una obra de extraordinario valor artístico realizada por el escultor  renacentista Giambologna a partir de un retrato de Pantoja de la Cruz. Fue la reina Isabel II quien en 1848 decidió ajardinar la plaza y traer esta escultura que hasta entonces se encontraba en la Casa de Campo, razón por la que a partir de esta fecha dejaron de organizarse en este lugar corridas de toros. En 1931 un atentado anarquista hizo volar la escultura, que perdió la cabeza y mostró sus tripas, en aquel momento llenas de palomas muertas que se había metido por la boca del caballo.

La Plaza Mayor ha sido además escenario de numerosas novelas y películas. Galdós sitúa la casa de Fortunata, en Fortunata y Jacinta, a pocos metros de aquí, en la cava de San Miguel, y Pedro Almodóvar rodó una conocida escena de La flor de mi secreto en este mismo lugar. Concluye ahora el 400 aniversario de la Plaza Mayor, que nunca ha dejado de ser retrato y máscara de Madrid.

Fotograma de La flor de mi secreto, película de Pedro Almodóvar.

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