¿Hay momias aquí?

Categoría: En familia 20 febrero 2013
Templo de Debod

Templo de Debod

Este plan familiar lo hice con mi amiga Almudena de Benito, arquitecta y creadora de Chiquitectos, y su hijo Martín que, junto con Manuela, mi hija, podían haber sido una Cleopatra y Marco Antonio del siglo XXI, si no fuera por el look de break dancer que llevaban los dos. 

La ventaja de hacer planes con arquitectos es que ves Madrid desde otra perspectiva. Gracias a los ojos de Almudena nuestra tarde en este parque se convirtió en una clase de historia maravillosa. Además, como esta en plena tesis doctoral sobre La infancia / lo arquitectónico / el espacio-tiempo, cada visita a un parque / lugar /espacio te hace reconocer cada uno como nuevo, único.

Desde siempre he sentido una atracción irresistible por la civilización egipcia, era de las de dibujar mucha momia y jeroglífico y de alquilarme los documentales de National Geographic. Muy cerca de donde vivo está el Parque del Oeste, donde los madrileños tenemos la suerte de tener un templo egipcio. Sí, ¡un templo egipcio! El Templo de Debod.

Ya nos hemos acostumbrado pero es algo inaudito: un templo egipcio y al aire libre… En esta tarde de parque, Almudena nos contó cómo llegó a parar  a la capital. En 1960, debido a la construcción de la presa de Assuan, muchos restos arqueológicos se encontraban amenazados… El templo fue el regalo que Egipto hizo a España como agradecimiento a la contribución en el salvamento de su patrimonio histórico.

Templo de Debod

Templo de Debod

A mi hija, como chiquitecta, la mejor parte de la historia, por supuesto, le parece la del montaje, como si se tratara de un juego de construcción. El templo fue desmantelado en 1961, pero las cajas que contenían los bloques de piedra debidamente numerados no embarcaron rumbo a España hasta 1970.

La reconstrucción fue complicada. Muchos bloques habían perdido la numeración y sólo se disponía de alguna fotografía y de unos pocos planos del templo. Se decidió mantener la orientación original (de este a oeste) y levantar prácticamente entera la fachada con las columnas, que había sido destruida en el siglo XIX.

A diferencia de las donaciones que hizo Egipto a otros países, ésta es la única que no se encuentra en el interior de un museo. Esto hace que su deterioro sea mayor y que se hayan llevado a cabo ciertas intervenciones no demasiado respetuosas. Pero, por otro lado, convierte este lugar en un escenario abierto, fantástico e imprescindible para disfrutar de los maravillosos atardeceres del cielo de Madrid.

Luego, cuando el sol ya se ha puesto, te puedes acercar a la barandilla tras la fuente y casi se puede ver el mar… El deseo es mayor que la realidad y ese mar de pinos que es la Casa de Campo se convierte por unos segundos en nuestro océano particular. ¡Gracias Almudena!

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