¡Damas y caballeros, con todos ustedes: Klaxon! El Price presenta, dentro del programa «Miradas del Circo – Francia», el último espectáculo de Akoreacro, que podrá verse hasta el 20 de abril.

Había leído que Akoreacro está formada por cinco músicos y seis acróbatas pero, en esta comedia disparatada al estilo de los Hermanos Marx, los músicos son acróbatas y los acróbatas, músicos. Del tal modo que al acabar la función no queda demasiado claro si el pianista se subió al trapecio finalmente o si el malabarista consiguió transformar uno de sus pelotas en un violín. Sería más justo hablar de acróbatas músicos o músicos acróbatas en esta nueva propuesta, no sólo para niños, del Teatro Circo Price.

“Klaxon es un concierto que ha salido mal, un concierto que se le ha ido de las manos al director y se convierte en acrobacia” dice Antonio Segura Lizán, artista español que forma parte de esta compañía con sede en la pequeña localidad francesa de Le Blanc pero integrada por un equipo en el que se hablan varias lenguas. Tal vez por eso sobran las palabras y no sea suficiente ningún idioma para explicar Klaxon, un espectáculo multidisciplinar que tiene tanto que ver con la danza como con el circo, pues cada movimiento del cuerpo y cada vuelo de los malabares están subrayados por una partitura compuesta ex profeso para la obra.

Son impresionantes las complejas arquitecturas que, al ritmo de la música en directo, forman en el aire los artistas, enlazados unos a otros como inverosímiles guirnaldas humanas.  Y todavía más fascinante ha sido descubrir que después caminan por el suelo como todos nosotros, cuando sin embrago ellos pueden volar.

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