A 20 minutos en metro desde la Puerta del Sol se encuentra el Faro de Moncloa, una torre de 110 metros de altura que ofrece una vista sobre el paisaje urbano de Madrid y la sierra de Guadarrama de 360 grados.

Esta antigua torre de iluminación, diseñada por el arquitecto Salvador Pérez Arroyo, fue construida en 1992 con motivo de la capitalidad cultural europea de Madrid de aquel año. Es fácil recordarlo porque sus ascensores panorámicos ascienden exactamente 92 metros hasta la plataforma desde la que se divisa, como si fuera un platillo volante, toda la ciudad. No lo digo por decir, el faro parece planear rasante entre los tejados del barrio de Argüelles hasta el centro de Madrid. Su recubrimiento metálico y sus líneas curvas y afiladas denotan cierta fascinación por lo tecnológico, en un estilo muy del gusto de la década de 1990, que tuvo por objetivo transformar el entorno de la Ciudad Universitaria.

De martes a domingo, entre las 9:30 y las 13:00, es posible visitar el Faro de Moncloa acompañado por un guía. A partir de las 13:30 hasta las 20:30 la visita es libre. Mónica, nuestro cicerón entre las nubes, nos explica que a vista de pájaro las distancias se ven muy alteradas. “Fíjense lo cerca que parecen estar los rascacielos de AZCA – coronados por la esbelta Torre Picasso – y el Palacio de Cibeles y, sin embargo, cuando bajamos andando por el Paseo de la Castellana tardamos muchísimo en llegar de una punta a otra”. Lo mismo pasa cuando miramos hacia la Casa de Campo, en primavera tan verde como un campo de fútbol, y justo detrás las montañas, que parecen alzarse a tiro de piedra. Mónica dice que un día sin bruma es posible ver, incluso, el Monasterio de El Escorial, en cuya planta está inspirado el Cuartel General del Ejército del Aire, “su versión en miniatura”, justo delante del mismo Faro de Moncloa. En la Gran Vía sobresale el Edifico Telefónica, el primer rascacielos de Madrid que como sugiere Mónica “parece que tiene tacones”. Aunque desde hace unos años las grandes protagonistas en el horizonte madrileño son las Cuatro Torres, de las que sorprendentemente sólo vemos tres, ya que la Torre Espacio queda justo detrás de la Torre de Cristal. Mi favorita es sin lugar a dudas la de Norman Foster, que parece una cadena colgada desde el cielo.

Vista de la Ciudad Universitaria desde el Faro de Moncloa

Al acabar la visita una pareja de franceses pregunta cuántos habitantes tiene Madrid, “más de 3 millones, pero el área metropolitana ronda los 6” les comenta Mónica. Luego, unos jóvenes norteamericanos que habían estado dando vueltas de un lado a otro para ver si divisaban el Santiago Bernabéu, confirman con la guía que el estadio del Real Madrid no se ve desde el faro. “Los visitantes otean el horizonte como si fuera un mapa. Es algo precioso, cada uno busca sus puntos de referencia. Los madrileños siempre me pregunta donde cae su barrio y los turistas por dónde queda el Palacio de la Moncloa, Toledo o Segovia”, me dice antes de despedirnos esta guía extraordinaria llamada Mónica Fernández.

Es muy agradable acercarse al Faro de Moncloa desde el centro de la ciudad dando un paseo a pie que dura alrededor de 45 minutos, bien sea por la calle Princesa, uno de los ejes comerciales de Madrid, o por la de Pintor Rosales, donde se encuentran otras atracciones turísticas como el Templo de Debod, desde cuyos jardines hay otra vista espléndida de la ciudad, y el Teleférico, que une el Parque del Oeste con la Casa de Campo. Dedicar algo de tiempo a explorar la Ciudad Universitaria, que cuenta con algunos de los museos más interesantes de Madrid, es una forma de convertir la visita al Faro de Moncloa en algo más enriquecedor. Justo debajo de la torre, en un edificio que recuerda a las misiones franciscanas que levantaron los españoles al otro lado del Atlántico, está el Museo de América, que presenta entre sus fondos de arte colonial y precolombino el tesoro de los Quimbayas. Para quien tenga más hambre de cultura, a cinco minutos andando el Museo del Traje tiene un impecable programa de exposiciones sobre indumentaria. Platillos volantes, viajes transoceánicos y un paisaje de gran belleza natural a dos pasos del centro de Madrid, todo esto ofrece el Faro de Moncloa y sus alrededores.

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