Vuelven Manolo García y Quimi Portet

Categoría: Diversión 18 febrero 2016
Manolo García y Quimi Portet vuelven con Los Burros y Los Rápidos los días 19 y 21 a La Riviera.

Manolo García y Quimi Portet vuelven con Los Burros y Los Rápidos los días 19 y 21 a La Riviera.

Los Burros volverán a tocar en directo. Excepcionalmente y casi tres décadas después de su último concierto, la banda precursora de El Último de la Fila ofrecerá dos conciertos los días 19 y 21 de este mes en la sala La Riviera. En estos conciertos, Los Burros compartirán escenario con Los Rápidos, su banda predecesora. Sobre el escenario, Manolo García y Quimi Portet, estarán acompañados por la formación original de Los Burros: Antonio Fidel al bajo y Josep Lluís Pérez a la guitarra eléctrica, así como también de Lluís Visiers, batería, y Esteban M. Hirschfeld, teclados, integrantes ambos de Los Rápidos. Interpretarán canciones del álbum de Los Burros y de los dos de Los Rápidos contenidos en la caja Historia de una banda (Autobiografía Sónica), publicada el pasado 20 de Noviembre.


A principio de los 80 en Barcelona, Manolo García, entonces batería, Antonio Fidel y Josep Lluís Pérez, junto a Esteban M. Hirschfeld, quien acabaría siendo el teclista habitual de Gabinete Caligari, fueron contratados por el músico Sergio Makaroff para una grabación. Tras el encargo, los músicos siguieron juntos, añadiendo a Lluís Visiers a la batería para que Manolo pudiera cantar. Se bautizaron como Los Rápidos y EMI les sacó un elepé homónimo que resultó fallido. La compañía discográfica les retiró el apoyo, aunque en un festival en el que tocaban coincidieron con el grupo Kul de Mandril, en el que tocaba la guitarra Quimi Portet. Le proponen unirse a Los Rápidos y este acepta. Pero, después de pocas actuaciones, el grupo se disuelve. Manolo prueba suerte en Euzkadi y Esteban en Madrid, mientras Quimi, Antonio Fidel y Jordi Vila, batería que poco después y hasta la fecha militó en los Trogloditas, siguen ensayando juntos en Barcelona. Cuando Manolo regresa pasa a ser cantante del grupo.

Ya bautizados como Los Burros, el grupo toca en pequeñas salas rodeado de una parafernalia escénica surrealista: bidones, duchas de espuma, guerras de humos de colores, embudos, telas de plástico… Tocaban canciones de Los Rápidos y nuevas composiciones: Mi novia se llamaba Ramón o Huesos. Aquellos temas fueron grabados en el disco Rebuznos de Amor para la discográfica Belter. Pero, pese a la positiva respuesta de la crítica musical, solo venden 3.000 copias. De nuevo la compañía les deja tirados y, ante el panorama, Manolo y Quimi se replantean su carrera y pergeñan El Último de la Fila. Antonio Fidel y Josep Lluís Pérez -batería que entró sustituyendo a Vila- siguieron colaborando con ellos en grabaciones y algunos directos, hasta que desaparecieron de escena; y lo demás, hasta aquí, ya es historia. Exitosa historia.

Manolo García recuerda aquellos tiempos: “Tengo plena constancia de la ilusión que nos movía, de la absoluta necesidad vital de tirar adelante un proyecto que con el tiempo ha dado unos frutos emocionales muy importantes para mí”. El tiempo ha pasado tanto para aquellas canciones, como para sus autores: “Creo que un porcentaje alto de aquellas canciones actualmente pueden ser escuchadas con toda tranquilidad. Lógicamente, en dos centenares de canciones, para mi gusto unas cuantas se caen pero me permitiréis que diga que no demasiadas. De hecho, hemos actualizado algunas con unos simples retoques del texto y las he podido volver a cantar sin el menor sonrojo. En cuanto a nosotros, me temo que nadie envejece bien. Se envejece a gusto o a disgusto”.

Pero aquel principio “personalmente lo recuerdo como un tiempo de obsesión para sacar adelante nuestro proyecto. Era como si me fuera la vida en ello”. Manolo admite que, de haber conocido el éxito con Los Rápidos o Los Burros, probablemente no hubiera habido El Último de la Fila: “Cada nuevo cruce de camino te dirige a una nueva dirección inesperada. Aunque la deriva y el progreso musical de las tres bandas sí que tiene una misma alma; por la música pop rock, por los textos y por un humor a veces un tanto cínico, otras surrealista”. Pero lo que sigue vigente de aquellas aventuras es “lógicamente la esencia, el oficio y las ganas de seguir creando”. Además de esta gira, Manolo y Quimi, junto a los miembros originales -Antonio Fidel y Jose Lluis Visier- están regrabando aquel primer repertorio y lo hacen “con mucha ilusión e intentando sacar lo mejor del equipo que desde el año 81 hemos ido conformando”. Pero nadie espere que esta aventura tenga continuidad: “En principio no, es algo puntual. Una celebración del 35 aniversario, aunque crear y tocar con los viejos amigos siempre es un placer. Pero tanto a Quimi como a mí nos ocupa totalmente nuestra tarea en solitario”.

Manolo García y Madrid

Para Manolo García Madrid siempre ha supuesto: “La ciudad a la que viajaba a intentar difundir nuestras maquetas y conseguir discográfica. Un lugar al que acudía en los famosos años de la movida siendo muy consciente de que era el centro desde donde debíamos como grupo intentar difundir a todo el estado”. Muchos han sido sus conciertos aquí, pero de todos ellos Manolo recuerda “especialmente dos en la plaza de toros de Las Ventas. Uno de ellos porque a los 20 minutos de empezar el concierto nos quedamos sin corriente eléctrica y el otro, ya en mis giras en solitario, que estuvo diluviando desde que empezamos, pero allí nos quedamos todos, músicos, técnicos y público. Fue algo mágico”.

Esta es la ruta madrileña de Manolo García:

1. Algunos sitios de alimento anímico, como el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo del Prado o la sala de conciertos Marquee (que actualmente no existe). Los museos son para mí verdaderos oasis.

Museo del Prado

Museo del Prado

2. Otro lugar asiduo es la librería Sagasta en la calle Núñez de Balboa, pequeño templo del saber.

3. Y los cines de la Gran Vía, que me han dado muy buenas tardes de vagabundeo solitario.

Gran Vía

Gran Vía

4. En cuanto al alimento más terrenal: Zara, un restaurante cubano que está en la calle Barbieri y que he frecuentado asiduamente desde aquellos tiempos. Para mí sus propietarios y empleados ya son de mi familia.

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