Dentro de la mítica del rock en España la sala Rock-Ola de Madrid tiene su nombre escrito en letras de oro. Desde su ubicación en el número 5 de la calle Padre Xifré, frente al edificio Torres Blancas y junto a la avenida de América, el Rock-Ola se situó como uno de los centros neurálgicos de la movida madrileña entre 1981 y 1985, sirviendo además como ejemplo para los cientos de salas que empezaban a acoger las nueva música en el resto de España.
Sobre el escenario de Rock-Ola triunfaron en directo la práctica totalidad de los grupos de la época: Aviador Dro, Alaska y Dinarama, Nacha Pop, Radio Futura, Las Chinas, Ejecutivos Agresivos, Gabinete Caligari, Parálisis Permanente, Derribos Arias, Décima Víctima, Los Elegantes, Siniestro Total, Danza Invisible, Loquillo y los Trogloditas… Asimismo, los madrileños tuvieron la inmensa fortuna de admirar en tiempo real a las bandas que triunfaban en la Inglaterra de la new wave y el post punk: Spandau Ballet, The Damned, The Cramps, Depeche Mode, Echo and the Bunnymen, Siouxsie and the Banshees, Nick Cave, The Stranglers o New Order.
Como si el tiempo se plegase sobre sí mismo, un nuevo Rock-Ola ha abierto sus puertas en 2016 tratando de retomar un periodo mágico que parece haber encontrado de nuevo la oportunidad de reivindicar viejos sonidos. Este renacido Rock-Ola está en la calle José Abascal, 8 y al frente, como director artístico, figura Pepo Perandones, quien fuera co-director, DJ y responsable gráfico de la sala original. Pepo confiesa que la orientación de este Rock-Ola redivivo está “en la idea es sacar de casa a un tipo de público entre los 30 y los 60 años que cada vez que intenta salir por la noche solo encontraba reggetón, salsa, bachata, tangos o cuplés…; y, claro, ya no salía nunca.” Por eso el objetivo es que ese público “de cierta edad no se sienta incómodo y pueda escuchar y bailar buen pop rock nacional e internacional de todas las épocas”.
Cabe preguntarse si el éxito arrollador del nuevo Rock-Ola -abre los jueves, viernes y sábados y está a rebosar hasta la madrugada, formándose enormes colas para entrar- no se explica porque la nostalgia empieza a ser un potente negocio dentro del ocio nocturno. Pepo lo tiene claro: “La nostalgia no. La cultura, bien entendida, es lo que es un negocio. ¿Alguien tacharía de ‘nostálgico’ a Quentin Tarantino por usar en sus películas a Chuck Berry? No. Simplemente diríamos que es un director de cine culto, al menos musicalmente”.
Pepo tiene su explicación acerca de lo que Madrid le debe a aquel Rock-Ola legendario de los 80: “Yo siempre digo que aquel Rock-Ola fue el triunfo de la ‘desFACHAtez’ y que ayudó a que lo que era una ciudad ‘cosmopaleta‘ pasase a convertirse en una ciudad cosmopolita…”. Eso si, en aquel tiempo -y es probable que ahora- Rock-Ola no podía haber surgido en otra ciudad española: “Yo creo que no hubiera sido posible. Madrid tiene un carácter de brazos abiertos que no poseen otras ciudades incluso con playa”.
Del viejo Rock-Ola se ha rescatado “la música en directo, una colección de los mejores carteles de conciertos y una selección musical en la que caben desde los Hombres G a los Cocteau Twins…”. Finalmente, ¿adquirirá esté Rock-Ola un carácter tan mítico como el de los 80?: “Pues no creo, pero a lo mejor dura más… Los locales míticos actuales deberían acometerlos los veinteañeros, aunque me temo la actual situación de ‘corrección política’ (muchísimo más represiva que en los 80) no ayuda precisamente…”.