Cuando era pequeña siempre ocurría lo mismo: llegaba la Navidad y la tele (solo dos canales) se llenaba de especiales para entretener al gran público, sobre todo a los niños. Era entonces el momento de David Copperfield, un mago capaz de hacer de todo. Sí, yo vi, fascinada y absorta, cómo hacía desaparecer un avión en directo, con muchísima gente como testigo, y lo que es aún mejor, a la mismísima Estatua de la Libertad. Aquello me pareció algo único e irrepetible, a pesar de que la cosa tendría truco, supongo. Pues ahora, de pronto, tengo la sensación de que aquello ya está más que superado. Hay un nuevo astro en escena, concretamente en Madrid, y no es Harry Potter. Se llama Antonio Díaz, y tiene un alter ego de lo más malote y divertido: El Mago Pop.

Me habían hablado mil maravillas de los espectáculos de este joven mago, pero, como se suele decir, hay que verlo para creerlo. No hay prisas: el Mago Pop promete estar mucho mucho tiempo en el Teatro Rialto de la Gran Vía, de ahí sí que no se escapa. Gracias a su anterior show, La Gran Ilusión, puede presumir de ser el ilusionista más taquillero de Europa. Y no lo digo yo, que lo dice la revista Forbes. Y después de asistir el otro día a su última propuesta, Nada es imposible, no me extraña. Era jueves y el teatro estaba lleno.

Pero, ¿por qué es este uno de los espectáculos con mayor éxito ahora en Madrid? Difícil elegir una sola respuesta. Antonio Díaz es divertido a rabiar, un gran actor que se mete a todos en el bolsillo desde que aparece en escena -aunque no diré cómo- pero sobre todas las cosas es un gran mago, todo un maestro en esto del nada por aquí, nada por allá. Primer consejo: que nadie intente averiguar el truco. Hay que dejarse llevar y tener capacidad infinita de asombro sin intentar ver más allá, buscar aquello o lo otro. No voy a desvelar nada, aunque alguna pista dejo: hace aparecer cosas grandes, muy grandes, y hasta consigue algo que hasta la fecha no ha logrado ningún ser humano: su sueño desde que tenía 7 años, seguramente compartido con muchos.

El Mago Pop sintoniza bien con todos, con los chavales y con los mayores, en un espectáculo que solo dura hora y media, algo muy bueno para que nadie se despiste de lo que ocurre en escena o por los pasillos. ¡Qué divertido y qué original! Ya lo dice él mismo: hay que devolver la magia a los grandes teatros. Y él vaya si lo hace… Algunos juegos, principalmente los de cartas -¿cuántas barajas gastará al día?- se pueden ver con precisión en una gran pantalla a sus espaldas, para que nadie se pierda, sea cual sea su butaca, hasta el más mínimo detalle. Lo suyo sí que es agilidad con las manos… y con la mente. Su número de cifras fue algo loco y muy muy brillante, ya me entenderán cuando vayan a verlo. Porque tienen que ir. En estos tiempos que corren hay que saber reírse y dejarse sorprender. Al final, te puedes llevar una foto de recuerdo con Antonio, que, según cuenta, se enamoró de la que hoy es su  profesión cuando un mago sacó una moneda de detrás de su oreja y se obsesionó con ello. Bendita obsesión. Atención: El Mago Pop celebra la Nochevieja en escena y también la noche de Reyes, por si alguien anda buscando un regalo lleno de ilusión.

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