Más allá del Paseo del Arte, existen otros muchos museos imprescindibles para entender la historia de nuestra ciudad. Son municipales y, lo mejor de todo, son gratuitos. Ahora es un buen momento para descubrirlos.
De entre todos los museos municipales mi favorito es el Museo de Arte Contemporáneo, situado en el mismo edificio del centro cultural Conde Duque. Aunque en su colección encontramos obras de Dalí, Oteiza, Saura y algunos representantes de la Movida Madrileña, su principal atractivo es la reproducción del despacho de Ramón Gómez de la Serna, figura central de las vanguardias artísticas del Madrid del primer tercio del siglo XX. En realidad, más que una reproducción es una refiguración de su contenido: los objetos están agrupados de tal forma que funcionan como un inventario sentimental seleccionado por el escritor como referente de su mundo literario.
Su despacho, el llamado Torreón, situado originalmente en la calle de Velázquez -en el actual Hotel Wellington– era una acumulación de objetos encontrados en El Rastro y de imágenes de revistas pegadas a los muebles y a las paredes, que en sí mismos forman casi una instalación. Refleja el universo mágico del autor, que sabía encontrar poesía en los detalles más insospechados. Son famosas sus greguerías, esos aforismos breves que expresan de forma lírica o incluso humorística pensamientos filosóficos. Atención: podéis rematar vuestra visita a este singular espacio viendo la exposición Greguerías ilustradas, en el cercano Museo ABC (hasta el 17 de junio).
Paseando alguna vez por la calle de Fuencarral seguro que os ha llamado la atención una espectacular portada barroca. Es obra de Pedro de Ribera y no, no, pertenece a una iglesia, sino al antiguo Hospicio de San Fernando, convertido hoy en Museo de Historia. Su exposición permanente nos permite pasear desde el momento exacto en que Madrid es elegida capital de España por Felipe II en el año 1561 hasta las primeras décadas del siglo XX. Hay cuadros, todo tipo de objetos, porcelanas… que nos dan una idea de cómo eran sus gentes. Pero, sin duda, su principal tesoro es la maqueta de Madrid de 1830, una de las más antiguas de Europa, realizada por León Gil de Palacio ¡en 23 meses! Si, ya una vez fuera, dais la vuelta al edificio por la calle Barceló, encontraréis otra obra de Pedro de Ribera que a muchos pasa desapercibidos: la fuente de la Fama, una alegoría que nos recuerda, precisamente, que la fama es efímera y que hay que disfrutar del momento (Carpe Diem).
También municipal es el Museo de San Isidro, en pleno barrio de La Latina, que nos habla de los orígenes de Madrid. Cuenta con una sala dedicada a su fundación en el siglo IX por los árabes y el posterior desarrollo de la ciudad, rodeada por sucesivas murallas. Destacan en él las magníficas piezas de alfarería islámicas y restos del antiguo alcázar. Si se llama así el museo es porque esta casa en la que se ubica fue propiedad de los Vargas, para quienes trabajaba el patrón de la ciudad, que vivió y murió aquí.
Y, por fin, un último museo, el que mejor se puede recorrer ahora que es primavera y hace buen tiempo: el Museo de Esculturas al Aire Libre de la Castellana, que abre las 24 horas del día los 365 días del año. Situado bajo el paso elevado que une las calles de Juan Bravo y Eduardo Dato, contiene una excelente colección de escultura abstracta. Una de las obras más singulares es La sirena varada de Eduardo Chillida. Pero también podemos ver obras de Pablo Palazuelo, Julio González, Joan Miró, Alberto Sánchez… Toda una sorpresa.