Campo del Moro (©Álvaro López del Cerro).

Desde el Ventisquero de la Condesa, a 2.200 metros de altitud en la Sierra de Guadarrama, el Manzanares desciende entre prados y dehesas hasta la ciudad de Madrid, para desembocar poco después en el Jarama. No es muy caudaloso –«arroyo aprendiz de río» se burlaba de él  Quevedo–, pero en sus 92 kilómetros atraviesa el Monte del Pardo, la Ciudad Universitaria, deja a un lado los palacios de la Zarzuela y la Moncloa, baña los cimientos de la Catedral de la Almudena y el Cementerio de San Isidro, coquetea con la M-30 como si fuera un amante y se abraza a algunos de los centros culturales y deportivos más activos en la actualidad, me refiero al Matadero y la Caja Mágica. Si alguien nos pidiera que en un día le explicáramos cómo es este país, sin dudarlo yo le llevaría  a dar un paseo por sus orillas. En este post nos acercamos a visitar los jardines que crecen en sus márgenes y que han sido (o son) escenarios discretos –a veces secretos– de nuestra historia.

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