Mariana Pineda. Teatro Español. © marcosGpunto

Mariana Pineda. Teatro Español. © marcosGpunto

Lo que distingue a los clásicos es que siempre parecen nuevos. Cuando Federico García Lorca escribió Mariana Pineda, la heroína liberal había sido ejecutada hacía ya casi 100 años, sin embargo el mito sigue hoy, en 2020, emocionándonos con igual fuerza. Hasta el 7 de febrero el Teatro Español asiste, temblando cada noche, a la tragedia de una mujer convencida de que el amor, expresión más auténtica de la libertad, está por encima de la muerte.

Una copla popular se oía en los patios del Albaicín a mediados del siglo XIX: «Granada triste está, / porque Mariana Pineda / a la horca va / porque Pedrosa y los suyos / sus verdugos son, / y esta ha sido su venganza / porque Mariana de Pineda / su amor no le dio». ¿Pero la condenó Pedrosa por despecho o por que era una peligrosa agente liberal? Como nos cuenta Lorca, ella no quiso delatar a los rebeldes, entre los que se encontraba su amante, Don Pedro. Además había cosido, como Penélope, la bandera que izarían los sublevados y había ocultado en su casa a prófugos de la justicia. No obstante Mariana, como recuerda la letrilla, tuvo una opción para salvar su cuello, porque el alcalde del crimen estaba dispuesto a perdonarla a cambio de su delación.

Mariana Pineda. Teatro Español. © marcosGpunto

Mariana Pineda. Teatro Español. © marcosGpunto

Hasta la Guerra Civil el mito volvió a resonar con fuerza en poemas, obras de teatro y pinturas cada vez que se cuestionaba el poder de la monarquía, como sucedió durante la Primera y la Segunda Repúblicas. Lorca escribió el texto animado por su amigo, el ministro Fernando de los Ríos, pero lo hizo de tal manera que quiso eludir el verdadero compromiso político de Mariana Pineda. La que podría haber sido la obra más panfletaria del poeta es sin embargo una tragedia pasional más allá de las consignas, porque al igual que a la novia de Bodas de sangre o a Adela en La Casa de Bernarda Alba, lo único que mueve a la protagonista hasta el final es el amor, un amor que es en sí mismo una ideología universal. Tal vez por esto, Mariana Pineda de Lorca suena hoy, en un contexto de polarización política que no habíamos visto en décadas, como una reivindicación necesaria sobre la libertad. Dice el director de este montaje, Javier Hernández-Simón, que ante el debate de si se trata de una mujer revolucionaria o una mujer enamorada, lo que tiene claro es que es alguien que sigue sus certezas hasta las últimas consecuencias, «y no importa si hablamos de ideales, de sueños… o simplemente de amor…».

Mariana Pineda. Teatro Español. © marcosGpunto

Mariana Pineda. Teatro Español. © marcosGpunto

Se estrenó en el Teatro Goya de Barcelona en el verano de 1927, con Margarita Xirgú en el papel principal y decorados de Salvador Dalí. Esta misma producción pudo verse meses más tarde en el Teatro Fontalba de Madrid. La crítica del diario ABC subrayó entonces la ingenuidad de Lorca al retratar al personaje de Mariana Pineda y se refirió también a los bellísimos romances que articulan algunos de los cuadros. Casi como respuesta a estas primeras críticas de la obra, el acierto de Javier Harnández-Simón, con una larga experiencia junto a Helena Pimenta en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, ha sido dar al texto todo el protagonismo. El verso fluye de manera espontánea, ni lo cercena ni lo oculta con la acción y parece incluso que la escenografía -unas puertas y unas urdimbres de cinta en constante movimiento- baila con las palabras del poeta, en una propuesta que viene a poner de manifiesto el valor literario de la obra. Debemos agradecer que los actores, Aurora Herrero, Marta Gómez, Silvana Navas, Sara Cifuentes, Laia Marull, Oscar Zafra, Alex Gadea, Fernando Huesca y José Fernández dicen sus partes con la templanza y la delicadeza con la que debería leerse siempre la poesía.

Después de verla pienso que si el general Torrijos, protagonista de uno de los cuadros de historia más hermosos que hay en el Museo del Prado, es el héroe por antonomasia del liberalismo español, Mariana Pineda alcanza gracias a Lorca un reconocimiento universal, porque ella es una mártir por amor, y el amor no tiene ni partidos ni fronteras, y por eso nos sigue emocionando hoy.

Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, 1888. Antonio Gisbert Pérez. © Museo del Prado.

Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, 1888. Antonio Gisbert Pérez. © Museo del Prado.

Tags: ,
 
Arriba