Trigo sucio.

«A mal tiempo, buena cara», dice el refranero castellano, y tal voz por esto cuando las cosas se tuercen, el género de la comedia cumple su verdadera función terapéutica: arrancarnos sonrisas y carcajadas para olvidarnos, aunque sea durante un rato, de los penas. Aquí van algunas de las obras más desternillantes que pueden verse ahora en Madrid.

Trigo sucio

El Teatro Reina Victoria estrena en España Trigo sucio, el texto con el que el archiconocido dramaturgo y guionista norteamericano David Mamet aborda sin pelos en la lengua una historia inspirada en los abusos sexuales del productor de cine Harvey Weinstein. Cuando en 2017 sus agresiones fueron denunciadas por varias estrellas de Hollywood, el hastag #MeToo se convirtió en tendencia en todas las redes sociales y surgió un movimiento que ha impulsado la última ola del feminismo. Mamet logra lo más difícil: hacer una comedia retratando una situación escabrosa e incómoda que podría herir algunas sensibilidades. A petición del magnate, una joven y hermosa actriz rusa se presenta en su despacho después de un largo viaje. Sin dejar de denunciar los hechos, el dramaturgo construye un personaje hacia el que los espectadores podemos sentir piedad, lo que refleja, al igual que otros trabajos del autor, la extraordinaria calidad literaria de un texto escrito con mucha inteligencia. ¿Por qué debemos verla? Porque Nancho Novo, en el papel principal -el mismo que hizo John Malkovich en Londres-, lo borda.

El mensaje

No es posible escribir un especial sobre comedias sin visitar el Teatro Lara, que desde hace casi siglo y medio es por antonomasia el templo madrileño del humor. Prueba de éxito son los títulos de una programación grabada a risotadas hilarantes en la cabeza y el corazón de buena parte del público. La llamada, escrita por “Los Javis” y más tarde adaptada al cine, lleva ya ocho años en cartel; Burundanga, de Jordi Galcerán, comenzó su andadura agotando localidades durante varias temporadas en este mismo escenario y ahora puede verse en el Teatro Maravillas; y acaban de estrenar El pisazo, de los creadores de Lavar, marcar y enterrar, que comentaba no hace demasiado tiempo en este mismo blog. Pero el Lara ha sido siempre pionero. La historia de la llamada «Bombonera de Don Cándido», como se la apodaba finales del XIX, se remonta varias décadas en el tiempo. Bajo sus palcos de hierro se han estrenados clásicos imprescindibles del ingenio español, como Los intereses creados de Jacinto Benavente, Una noche de primavera sin sueño de Enrique Jardiel Poncela o Aurelia y sus hombres de Alfonso Paso. Ahora es el dramaturgo y director Ramón Paso, bisnieto y nieto de los dos últimos respectivamente, quien vuelve a llenar de chistes, humoradas y ocurrencias el patio de butacas. El mensaje es la historia de cuatro mujeres a los que su padre y marido deja un vídeo después de morir. Sólo si lo ven todas juntas y escuchan atentamente todo lo que se quedó guardado el difundo podrán heredar un millón de euros cada una de ellas. ¿Por qué debemos verla? Porque los diálogos escritos son tan espontáneos, hermosos y absurdos como los de Jardiel y Paso, linaje del que Ramón Paso forma parte no sólo por la sangre sino también (y esto es lo que de verdad tiene mérito) por su propio talento.

La cuenta

Si El mensaje es una comedia de mujeres, La cuenta es una comedia de hombres. Tres amigos, de los que se conocen “de toda la vida”, se van a pasar un fin de semana juntos después de una larga temporada sin haberse visto. El que parecía un plan perfecto salta por los aires, cuando empiezan a preguntarse por quién debería haber pagado la cena del día anterior. La fanfarronería de uno, el sentido de la justicia del otro y la aparente mojigatería del tercero hacen que la discusión se convierta en una disparatada comedia sobre quién es más o menos machote, porque todos están en la crisis de los cuarenta años pero también en la crisis de una masculinidad mal entendida. Gabriel Olivares dirige este montaje que puede verse hasta finales de mayo en el Pequeño Teatro Gran Vía. ¿Por qué debemos verla? Porque Clément Michel es un dramaturgo y guionista francés que se dio a conocer en media Europa gracias al éxito rotundo de El cartón y que en este texto hace un retrato generacional en el que muchos nos podemos ver reconocidos.

El éxito de la temporada

De vez en cuando tenemos la fantasía de reencontrarnos con los colegas de antaño, aquellas personas a los que no sabemos muy bien cuándo ni cómo dejamos de frecuentar. Pensamos que, pese al curso inexorable del tiempo, todo sigue igual que antes, pero lo cierto es que la vida cambia demasiado rápido como para darnos cuenta de lo que ha pasado. Enric Cambray e Israel Solà se imaginan lo que nos podría suceder si nos encontráramos -no exactamente con esos amigos- sino con los personajes de la televisión que triunfaron hace veinte años y que ahora -tras la revolución tecnológica, la crisis de 2008, la pandemia y sobre todo los éxitos y fracasos de cada uno de ellos- volvemos a ver bajo la luz de los focos. Si mezclamos en una coctelera Los amigos de Peter, La función que sale mal y Goodbye Lennin y añadimos mucha sal nos sale algo parecido a El éxito de la temporada, la obra con la que El Terrat, la productora de Andreu Buenafuente, quiere celebrar en el Teatro de La Latina su trigésimo aniversario. ¿Por qué debemos verla? Porque no sabemos si lo que nos cuentan los protagonistas del mítico programa Homo Zapping o Late Motiv (Sílvia Abril -Niña Shrek-, David Fernández -Rodolfo Chikilikuatre-, Fermí Fernández, Oriol Grau, Mònica Pérez, Jordi Rios, Mònica Macfer y Olga Hueso) es algo que les ha pasado realmente a ellos o se lo han imaginado, y paradójicamente este ejercicio de autoficción y autoparodia hace sea un espectáculo fresco y sincero, con muchas referencias a la cultura popular española.

La función que sale mal

Después de dos años en cartelera, se despide de Madrid La función que sale mal, a la que nos referíamos más arriba. Antes de estrenarse en España, la obra ya había cosechado un enorme éxito de crítica y público en Londres y Nueva York, y como era de esperar aquí también ha conseguido ganarse a los espectadores, y eso que, como su propio nombre indica, en principio todo sale mal. Probablemente una de las causas más habituales de la risa es la equivocación, motivo por el que los tropezones, las frases inconexas, las respuestas inesperadas y las actitudes impertinentes nos hacen tanta gracia. Como prueba el famoso Vals del error de Jerome Robins o sin acudir a citas tan rebuscadas el popular programa de televisión Humor amarillo. De todo esto va bien servida una comedia que volveríamos una y mil veces y que tiene muchas posibilidades de volver a Madrid, aunque no se sabe cuándo. Hasta finales de mayo podemos disfrutar de ella en el Teatro Rialto, bajo el paraguas de la compañía Yllana. ¿Por qué debemos verla? Porque es un título que sin duda pasará a la antología general de la comedia.

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