Luchadoras. 1980-2003. Lourdes Grobet.

En la segunda mitad siglo XX México se convirtió en un cruce de caminos entre América y Europa. Al mismo tiempo que acogía a los artistas que huían de la Guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mundial, el país poco a poco iba redescubriendo su singularidad mestiza. Ahora dos exposiciones en Madrid conforman los capítulos de esta historia. Primero debemos visitar en la Fundación Mapfre Leonora Carrington. Revelación, que presenta el trabajo de una de las muchas creadoras afincadas a partir de los años cincuenta en el DF. Y después podemos continuar nuestro viaje en Casa de México por la muestra Luchadoras. Mujeres en la colección del MUAC, sobre las primeras artistas que introdujeron en Hispanoamérica prácticas como la instalación o la performance a partir de la década de 1960.

Hasta hace poco, para la mayoría de aficionados al arte, Leonora Carrington era una suerte de personaje mitológico del que se conocían muy pocas obras. Además, en ocasiones, estaban bastante mal reproducidas y como pintora no dejaba de considerarse un satélite más entre las muchos que dan vueltas alrededor del grupo de los surrealistas. La escritora Elena Poniatowska -premio Cervantes- publicó en el año 2011 una biografía que volvió a dar cierta popularidad esta creadora singular, novelista, dibujante y agitadora de origen británico que residió la mayor parte de su vida en el DF. Pero Carrington ya había conocido antes las mieles del éxito, aunque su trayectoria se perdiera en las páginas de los manuales de arte. A los veinte años se había escapado de Inglaterra con su amante, el pintor alemán Max Ernst. Fue él quien la introdujo en los círculos de la vanguardia de París y luego se instalaron en una preciosa casa de campo a La Provenza. Hay unas fotos de Lee Miller que les muestran felices. En ese momento ninguno de los dos podía imaginar lo que les iba a suceder: debido a su nacionalidad, la Segunda Guerra Mundial convirtió a Ernst en un enemigo de Francia y cuando fue arrestado por segunda vez, ella decidió abandonar Europa. Tenía la idea de coger un barco en Lisboa, pero no se sabe muy bien por qué se detuvo más tiempo de lo esperado en Madrid, donde todo parece indicar que fue víctima de una violación en grupo. Se cuenta que días más tarde la encontraron repartiendo propaganda antifascista y diciendo a todo el mundo que quería hablar con Franco. Antes de que la situación se agravara, su padre, que era un hombre de la aristocracia británica muy bien relacionado, decidió ingresarla en un sanatorio de Santander, donde los doctores Mariano y Luis Morales aplicaron una serie de terapias psiquiátricas experimentales. Más tarde ella contaría la experiencia en una novela titulada La trompetilla acústica y los surrealistas la convertirían en ese personaje mitológico del que la exposición de la Fundación Mapfre, comisariada por Tere Arcq y Carlos Martín, quiere desencasillarla.

Leonora Carrington. Artes, 110, 1944. Óleo sobre lienzo. Collection of Stanley and Pearl Goodman, promised gift to NSU Art Museum, Fort Lauderdale, USA. © Estate of Leonora Carrington VEGAP, Madrid, 2022.

La obra de Leonora Carrington hunde sus raíces en las ilustraciones de los cuentos infantiles que tanto le fascinaron de niña. En Florencia, donde pasó una larga temporada de joven, descubrió el arte del primer Renacimiento al que volvería una y otra vez. Otras de sus referencias artísticas fundamentales fueron El Bosco y los pintores flamencos. Sus cuadros adquieren el formato de la predela o el tríptico, al dividir en ocasiones las escenas en tres apartados. Tienen casi siempre un sentido narrativo, aunque las historias que nos cuente respondan a una mitología personal, que bebe de las leyendas celtas, las diosas blancas -sobre las que escribió Robert Graves-, el Tarot, la cábala y la incipiente antropología que se estaba desarrollando en México en los casi 70 años que vivió en el DF. Durante mucho tiempo se había despreciado la influencia del arte precolombino en la obra de la artista de origen británico pero, como vemos en la última sala de la exposición de la Fundación Mapfre, Leonora Carrington viajó por todo el país que la acogió e hizo un mural para el Museo Nacional de Antropología de México. Además, en el texto de introducción se la ubica como una pionera del ecofeminismo y como un personaje bisagra entre distintas mujeres artistas. Ella, junto a Remedios Varo o Katy Horna entre otras, son las mejores representantes de una generación de mujeres que desde los márgenes del mundo del arte mantuvieron viva la llama del surrealismo al otro lado del Atlántico.

Leonora Carrington The House Opposite [La casa de enfrente], 1945 Témpera sobre panel de madera 33 x 82 cm West Dean College of Arts and Conservation © Estate of Leonora Carrington VEGAP, Madrid, 2023.

De la mexicanidad al conceptualismo

El segundo capítulo de esta historia puede leerse en la exposición Luchadoras. Mujeres en la colección del MUAC. Desde que abriera sus puertas en Madrid, Casa de México ha presentado muestras antológicas de algunos de las más importantes artistas del país, como la que recientemente pudimos ver de Frida Kahlo, y otras colectivas que rompen clichés y prejuicios sobre la escena del arte en Hispanoamérica. En esta ocasión la comisaria Pilar García se ha sumergido en los fondos del Museo Universitario de Arte Contemporáneo del DF para presentarnos las obras de algunas de las más importantes creadoras de México, desde la década de 1960 hasta la del año 2000. Al mismo tiempo que ellas son las herederas de Leonora Carrington, Remedios Varo, Katy Horta, Tina Modotti o Frida Khalo, también dejaron atrás la pesada sombra del surrealismo y se adentraron en los lenguajes propios del conceptual. Solamente la fotógrafa Graciela Iturbide -la más diestra seguidora de Álvarez Bravo- se mantiene fiel el hilo de los sueños, que en México se había convertido casi en una tradición.

En Luchadoras podemos ver todos los problemas y retos de la contemporaneidad. Aunque el recorrido comienza con dos instalaciones muy formalistas, una de Helen Escobedo titulada Corredor blanco y otra de Marta Palau titulada Cascada, que es una metáfora sobre el cuerpo femenino, el resto del itinerario está marcado por un fuerte compromiso social. Por ejemplo, mientras las fotografías urbanas de Yolanda Andrade muestran a las bandas de punk de los años ochenta, las de Maya Goded hacen un retrato tan cruel como digno de la prostitución. Por su parte, Dulze Pinzón, miembro de la Agencia Magnum, refleja en sus imágenes el heroísmo de los inmigrantes mexicanos en los EEUU, con una pizca de ternura y de humor. Los tópicos de la mexicanidad parecen reivindicarse de manera alternativa bajo la mirada de Lourdes Grobet, que documenta la vida a las competidoras de lucha libre que dan título a la exposición. Pero lejos de volver una y otra vez la mirada hacia el imaginario del país, otras artistas abordan cuestiones universales. Las canoas de Yolanda Gutiérrez hablan de la muerte, porque el agua como bien sabían los egipcios y los romanos es el origen de la vida y lo contrario. Marcela Armas hace una performance para denunciar la contaminación en el DF: literalmente construye un pilar de humo para sostener la vía de circunvalación periférica. Las reivindicaciones feministas están muy presentes en propuestas como las de Maris Bustamente. En El tendedero de Mónica Mayar, las mujeres comparten por escrito y de manera anónimo los distintos abusos sexuales a los que se han visto expuestas y en Evidencias de Lorena Wolffer se exhiben las reliquias de una serie de relaciones violentas. No podemos mencionar a todas y cada una de las artistas que conforman una muestra que acaba con las mantas reales que cubrían los cuerpos de algunos fallecidos en las reyertas del norte del país, en muchos casos provocadas por los carteles de la droga. Se trata de Encobijados, una obra de la artista Teresa Margolles, que tiene su estudio en Madrid.

Por supuesto que México no se agota aquí. En el Museo de América se pueden ver también estos días dos interesantes series de enconchados que muestra la conquista de Hernán Cortés. Y todavía nos faltaría hablar de todos los artistas hombres que contribuyeron a la creación de un imaginario propio, que es a la vez americano y europeo, mestizo y contemporáneo. Pero este par de muestras, Leonora Carrington. Revelación y Luchadoras. Mujeres en la colección del Muac son una puesta al día lo que hasta ahora se ha considerado arte mexicano y en el que las mujeres tuvieron y tienen mucho que decir.

Welcome to Lipstick. 2009-2013. Maya Goded.

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