Orlando después de Vietnam

Categoría: Arte y Cultura 30 octubre 2023

Orlando. Foto Javier del Real.

El Teatro Real estrena la ópera de Händel Orlando, en un montaje que pudo verse en Viena en 2019 y que convierte la historia del caballero andante en la de un excombatiente de la guerra de Vietnam. Bajo la dirección musical de Ivor Bolton y la puesta en escena del aclamado Claus Guth, el reparto lo integran los contratenores Cristoph Dumaux y Anthony Roth Costanzo, las sopranos Anna Prohaska y Giulia Semenzato, y el bajo barítono Florian Boesch.

Entre los siglos XIV y XVI los libros de caballería se convirtieron en los más populares de las cortes europeas. El comportamiento de sus héroes era un ejemplo moral para los príncipes. Casi siempre se trataba de soldados que rivalizaban en valentía con Marte y que, al igual que éste, también acababan precipitándose en los abismos del amor empujados por Venus. Perceval, Amadís o Belianis llenaron de pájaros las cabezas de escritores y lectores, como nos cuenta Cervantes en El Quijote. Hubo que esperar más de un siglo para que el público volviera a tomarse en serio a estos personajes, modelos de virtud y valor, aunque también indómitos y temerarios. Ya a principios del siglo XVIII Carlo Sigismondo Capece hizo un libreto para ópera a partir del Orlando furioso de Ariosto, basado a su vez en la infinidad de romances populares que contaban la historia de este caballero andante, también conocido como Roldán en España y Roland en Francia, protagonista de lo que se suele llamarse el Ciclo carolingio. El primer compositor en poner música a las palabras del poeta fue Domenico Scarlatti en 1717. Y sobre este mismo texto, palabra por palabra, Georg Friedrich Händel escribió en 1733 y para el castrato Senesino la ópera que de alguna manera fue un “borrador” de las poesteriores Ariodante y Alcina, dos de las cimas del barroco. Por fin se estrena una versión escénica en el Teatro Real de Madrid.

Orlando. Javier del Real.

La trama no puede ser más sencilla. Al volver de la guerra Orlando (Cristoph Dumaux) libera a Angelica (Anna Prohaska), de la que está enamorado. Sin embargo, la joven no le corresponde porque bebe los vientos por Medoro (Anthony Roth Costanzo), que a su vez está casado con Dorinda (Giulia Semenzato). El lío ya está servido, pero como todo pasa siempre bajo la supervisión de Zoroastro (Florian Boesch), el final tiene sorpresa y no es lo que la mayoría nos imaginamos.  El director de escena Claus Guth se ha empeñado en ubicar esta historia en los EEUU de los años 70, entiendo que para acercárnosla a nuestra sensibilidad. Dice haberse inspirado en la película Taxi driver de Scorsese para perfilar al personaje de Orlando, que a mi también me hace pensar en los protagonistas de la Chaqueta metálica o La naranja metálica de Kubrick. De esta manera la producción del Teatro Real y el Teatro de Viene se plantea como una reflexión sobre la violencia, entendida como un mal contagioso. El excombatiente regresa lleno de ira, lo que se conoce como el síndrome postraumático que sufren los soldados después de matar y haber visto morir a sus compañeros. En cualquier caso Orlando sigue hablándonos —también en esta puesta en escena—, de los celos que hacen enloquecer y del amor no correspondido, y de cómo el héroe es capaz de sacrificar sus sentimientos por honor.

Exquisita como siempre, la Orquesta titular del Teatro Real dirigida por Ivor Bolton sabe subrayar el sentido dramático de la música de Händel, en tantos momentos parecido al de una marcha militar. En esta ópera se incluyen algunos de las mejores arias del barroco, verdaderos hits para los aficionados, como mis favoritas: Lasci Amor, que interpreta con ímpetu Cristoph Dumaux; Se fedel vuoi, con la que Anna Prohaska se mete al público en bolsillo, y la maravillosa Verdi allori, que canta Anthony Roth Costanzo. Son tan sencillas y evocadoras que quien las escuche la primera vez sentirá la misma emoción que quien las haya escuchado mil veces.

Orlando. Javier del Real.

La escenografía giratoria de Christian Schmidt recrea un piso destartalado, un bloque de viviendas que podría estar en Orlando (Florida), una parada de autobús y una caravana. Son ese tipo de decorados de corte hiperrealista que han vuelto a estar de moda y a los que la iluminación de Bernd Purkrabek y la dramaturgia de Ronny Dietrich les sacan muchísimo partido. Hay momentos realmente grandiosos en los que los actores se mueven a la vez que las tramoyas y al ritmo de la música para crear algunas de las imágenes más poéticos del escenario.

Orlando no ha dejado nunca de inspirarnos. A partir de la esta misma historia, a principios del siglo XX la escritora Virginia Woolf hizo algo totalmente distinto a lo que se propuso Händel y ahora se ha propuesto Claus Guth. La autora británica escribió la biografía de una persona que pasa de ser hombre a mujer a lo largo de los siglos, tal vez por desamor o por despecho, y siempre ajeno a la violencia. A su vez esta historia ha sido reinterpretada por Paul B. Preciado en una película homónima que está ahora mismo en los cines y que es una delicia. La capacidad que tiene el mito de Orlando para mutar de género y decirnos varias cosas distintas al mismo tiempo lo hace siempre contemporáneo. La ópera de Händel podrá verse en el Teatro Real hasta el 12 de noviembre.

 

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