Pere Arquillué en El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar.

Probablemente estemos ante uno de los textos más contundentes y escabrosos del teatro español de los últimos años, por el que en 2022 Josep Maria Miró recibió el Premio Nacional de Literatura Dramática. Y probablemente el montaje de Xavier Albertí y la interpretación de Pere Arquillué queden grabadas en las retinas de los espectadores durante mucho tiempo, porque sin duda es uno de los grandes acontecimientos de la temporada. El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar puede verse en el Teatro de la Abadía hasta el 18 de febrero.

El cadáver de un joven de diecisiete años aparece a las afueras de un pueblo, tirado en un campo de forraje y cubierto únicamente por un bañador rojo y unas zapatillas deportivas. Lo encuentra por casualidad un perro y a partir de aquí, Pere Arquillué va interpretando uno a uno a los seis personajes que intuyen algo de lo que ha sucedido, pero ignoran casi todo lo demás. El actor será su madre, la profesora del instituto y algunos hombres de esta pequeña localidad, en la que el deseo parece ser una fuente inagotable de desgracias y peligros. Un deseo sin riendas que empuja a las personas a todo tipo de infidelidades y perversiones, porque la belleza se presenta aquí como una amenaza al orden moral, a la cordura, a las buenas costumbres. Y aunque quieran expiar sus culpas en revelaciones de las que seremos testigos nosotros mismos, estos personajes sobre todo nos escupen su miedo y su rencor, la hipocresía de una sociedad herida por los abusos de poder, la homofobia interiorizada y el racismo.

Albert, ese joven guapísimo que ha aparecido muerto, es la víctima de una tragedia: marcado por la muerte de su padre, el destino lo tenía escrito en la palma de sus manos. Ser objeto de tanto deseo y desear con tanto fervor no puede traer nada bueno. Menos en este pueblo en el que nadie reconoce la verdad, pero casi todos se atreven a pisar alguna vez un lugar misterioso y sin nombre: la rotonda. “Yo no sé, pero eso dicen”, repite una y otra vez uno de los viejos vecinos, para referirse a esa carretera secundaria que se ha convertido en el lugar de encuentro de quienes buscan un escarceo o quieren hacer realidad sus fantasías más ocultas. Un espacio fuera del control social en el que se establecen otras reglas. Claro que es peligroso perderse a ciertas horas por los matorrales y entre desconocidos, para empezar a reconocer algunos rostros que vuelven cada noche.

Después del éxito arrollador que obtuvo con El principio de Arquímedes, una obra que abordaba con una piedad extraordinaria los supuestos abusos a menores de un monitor de natación, Josep Maria Miró vuelve a entregarnos un texto caleidoscópico, con muchos matices y puntos de vista posibles, en el que lejos de lanzar un alegato a favor de una causa o la contraria, aborda la realidad humana en toda su complejidad, pero sin divagaciones ni falsas banderas. Por esto mismo es un grandísimo autor dramático, quizá uno de los mejores de la literatura en catalán, que puede recordarnos a Bernard Marie-Koltés, Pier Paolo Pasolini o Pedro Lembel, al mismo tiempo que no cae en el cliché del malditismo.

Importante: ningún actor debería perderse el trabajo de Pere Arquillué, que con pequeños gestos y ligeras variaciones en el tono de voz construye seis personajes verosímiles. Podrían haberle tentado las alaracas de las caricatura -tan frecuentes cuando los hombres interpretan el rol de una mujer-, pero el actor mantiene durante toda la función una sobriedad expresiva y una contención analítica que nos transmite el texto en toda su perfección matemática -resultan estremecedores las imágenes que se repiten- y en toda su belleza literaria. No sobra, ni falta nada, aunque de alguna manera todos somos apelados para añadir, aunque sea en el silencio de nuestros corazones, nuestros propios testimonios. Lo digo porque estoy convencido de que algunos de los que leen estas líneas han pisado alguna veza esa u otras rotondas.

Con motivo del estreno en Madrid de El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar, el Teatro de la Abadía dedica un ciclo a Josep Maria Miró. Reyes del mundo podrá verse en el mismo escenario del 23 al 25 de febrero y Yo, travesti en Corral de Comedias de Alcalá de Henares entre del 9 al 10. Además, el 8 de febrero se hará una lectura dramatizada de Nerium Park en el Instituto Cervantes de la calle de Alcalá 49.

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