La señorita de Trevélez. Foto de Luiscar Cuevas.
El Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa recupera la comedia grotesca de Carlos Arniches. Dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente y protagonizada por Daniel Diges, Daniel Albadalejo, Críspulo Cabezas y Silvia de Pé, entre otros actores, puede verse hasta el 20 de abril.
En Villanea son muy conocidas las bromas pesadas del Guasa Club. Estos jóvenes ociosos le quitaron la colchoneta al Tenorio de la función que se representaba ayer y al saltar desde la ventana el pobre actor se dio de bruces contra el suelo. Su próximo objetivo es Numeriano Galán (Daniel Diges), rival en los lances del amor de Tito Guiloya (Críspulo Cabezas). Con mucho ingenio y la crueldad que les caracteriza van a conseguir que la señorita de Trevélez (Silvia de Pé), la pobre solterona que languidece sin haber conocido a varón, crea que Galán la está cortejando. Su hermano Don Gonzalo (Daniel Albadalejo) se entusiasma con la posibilidad de un matrimonio, pero la burla se les va de las manos, hasta que la obra se convierte en un retrato de las miserias, las envidias y las ruindades de una sociedad provinciana.
La señorita de Trevélez. Foto de Luiscar Cuevas.
Cuando entrevisté a Juan Carlos Pérez de la Fuente hace unos meses me explicó por qué motivo era urgente montar a Arniches. Hay que quitarle el San Benito de autor ligero de sainetes, porque entre su obra ingente -más de 60 comedias y libretos de zarzuelas- hay textos como La señorita de Trevélez que, sin duda, se encuentra entre los diez mejores de la literatura española del siglo XX. Estrenada en 1916, veinte años más tarde fue llevada al cine por Edgar Neville. Después de la guerra, Juan Antonio Bardem se inspiró en su argumento para su película Calle Mayor. Son muchos los montajes televisivos que desde entonces se han hecho. En teatro también la montó John Stransberg en la década de 1990. Federico García Lorca decía que Don Carlos Arniches era más poeta que casi todos los que entonces escribían teatro en verso. Trató temas que siguen sonando demasiado actuales, como el abuso de los poderosos, la desigualdad de las mujeres, el engaño de los inocentes o la humillación de los perdedores. Dice Juan Carlos Pérez de la Fuente que esta tragedia grotesca es un preámbulo del esperpento de Valle-Inclán, y no le falta razón. El texto, maravillosamente escrito, está salpicado de referencias a Zorrilla, Unamuno, Tamayo y Baus, el Arcipreste de Hita, pero nunca es pedante, sino desternillante, como Jardiel Poncela o Miguel Mihura, de quien es el maestro. Al final todos podemos sentirnos identificados con la señorita de Trevélez, con su hermano que está deseando que sea feliz -quizá para quitársela de encima- e incluso con los miembros del Guasa Club, que no han sabido frenar a tiempo esta locura y empiezan a sentir miedo.
La señorita de Trevélez. Foto de Luiscar Cuevas.
La puesta en escena recrea la atmósfera de los locos años veintes. Carlos Arniches fue entonces traducido al inglés, al francés, al alemán y al italiano. Hay alusiones a los deportes modernos y los bailes de moda. Silvia de Pé canta un par de cuplés con bastante gracia y los miembros del Guasa Club se mueven como si fueran los bailarines de un musical, pero con guiños a la pandilla siniestra de La naranja mecánica de Stanley Kubrick. La escenografía la firma Ana Garay y el movimiento Guillermo Weickert. El equipo artístico ha sabido mirar en la misma dirección que Pérez de la Fuente para conseguir un espectáculo redondo, que nos devuelve a Carlos Arniches en toda su esencia, sin una sola mota caspa. Ni una sola, así que vayan a ver esta obra, que muchísimo más seria de lo que a primera vista parece. La señorita de Trevélez estará en cartel hasta el 20 de abril en el Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa.