Conozco el restaurante Teatriz, en la calle Hermosilla, dese hace ya más de veinte años. Entonces, me gustaba ir con mis amigos a tomar una cerveza en la barra -no teníamos dinero para más- y pasar inmediatamente después a visitar sus lavabos. Nos parecían lo más moderno que habíamos visto nunca. Con el tiempo supe que los había diseñado Philippe Starck, y que el restaurante, en el que yo nunca comí, era el primero considerado como de diseño que abría sus puertas en la ciudad.
Mi padre, que tiene más años y más memoria, se acuerda de sus tiempos como teatro, el Teatro Beatriz. Su remodelación en restaurante fue todo un hito arquitectónico y decorativo, y se mantuvo durante años como uno de esos locales siempre de moda a los que la gente no sólo iba a comer, sino también a ver y ser visto. En 2011 sufrió una importante renovación, de la que se hizo cargo el interiorista italiano Bruno Borrione, colaborador y amigo de Philippe Starck, que acentuó aún más el ambiente escenográfico de este lugar tan especial.
Visitar Teatriz, no sólo sus baños, era una cuenta pendiente que tenía. Y tengo que decir que me ha gustado mucho. En realidad, es mucho más que un restaurante. Un auténtico multiespacio gastronómico en el que cada cual puede elegir dónde se siente más a gusto o qué le apetece más. Justo a la entrada, en la antesala, lo que nos encontramos es con Tapas Teatriz, un lugar tranquilo y luminoso, en el que los pinchos y raciones de siempre tienen un toque muy actual. Probad sus originales patatas a la brava y ya me diréis. Aunque a mí lo que más me sorprendió es el New York Burger, una hamburguesa elaborada con carne de ternera con Denominación de Origen de Guadarrama. Más de aquí, imposible.
El recorrido culinario continúa por el Restaurante Teatriz, o, lo que es lo mismo, el patio de butacas. Dirigido por el chef Carlos Núñez, ocupa la impresionante platea del antiguo teatro, con techos altísimos y cortinas de terciopelo. La cocina es internacional y de mercado, y la carta muy tentadora. La materia prima es para Núñez muy importante, de ahí que podamos ver platos elaborados con arroz del Delta de Ebro, anchoas del Cantábrico, queso Idiazábal… Para los postres, una recomendación: los ravioli de piña con crema de coco.
Pero la gran novedad, con apenas unos meses de vida, de este gran multiespacio gourmet es el El Escenario Teatriz, que, como os podéis imaginar, está ubicado donde antes estaba el escenario del teatro. Es un dinning bar de espíritu juvenil y divertido, donde las comidas y las cenas se celebran alrededor de una espectacular barra, en la que todo resulta muy colorido, hasta las vajillas. El ambiente es informal y lo que se puede pedir, pura fusión de sabores latinoamericanos y orientales.
Carlos Núñez es también el responsable de la carta, que consta de cuatro apartados: Al Frío, Al Fuego, Al Tartar y Al Fin. Pero es el cliente el que marca el orden de degustación de los platos. ¿Queréis algún ejemplo? Pues ahí van: ceviche de rape y langostino con aguacate, croquetas de cochinita pibil con polvo de kilos y guacamole, satay de pollo con salsa teriyaki y ensalada de hierbas… Y lo mejor, el precio, que ronda en torno a los 30 €. En el Escenario Teatriz se pueden tomar también cócteles, pero ya puestos, creo que debéis subir las escaleras y pedir algo en el último rincón de este multiespacio: el Pink Lounge, situado en los antiguos palcos del teatro. Abre hasta la 1:30 h y es el sitio perfecto para rematar la velada con un gin tonic, a ritmo de soul y funk.