Si nos pregunta algún visitante cuál es sería una de las tiendas más emblemáticas de Madrid, la respuesta es rápida: la boutique de Loewe en Gran Vía. Las paredes de este espacio han visto cómo desfilaban ante ellas, clientas como Sofía Loren, Grace Kelly, Wallis Simpson o la mismísima Ava Gardner, que acompañada por Ernest Hemingway, adquirió un bolso de piel de cocodrilo marrón chocolate. Y podemos imaginar a cualquiera de las divas desayunando de pie frente a su escaparate con un cono de churros en mano emulando aquella clásica escena cinematográfica.
Loewe abrió sus puertas en 1939, en el primer edificio que se construyó en la Gran Vía. El arquitecto Ferrer Bartolomé fue el encargado de crear este espacio de inspiracion modernista, en el que destacaban sus ventanales semicirculares, que cada temporada se convertirían en uno de los acontecimientos de la ciudad, ya que eran esperados por su espectacularidad. Distinción, calidad y tradición quedan condensados bajo la firma centenaria de marroquinería artesanal y complementos de moda cuyo influjo alcanza desde la alta sociedad a las tendencias más cosmopolitas.
Cuando la casa celebró su 160 aniversario en el año 2006, entre los muchos eventos organizados para conmemorarlo, se devolvió al buque insignia de la marca su antiguo esplendor. Todo el espacio fue reformado sin perder su esencia, pero sin olvidar la modernidad contemporánea. Respetando la estructura y los espacios originales; presente y pasado conviven en armonía en su interior, dominado por la solemne escalera de caracol que conduce al pequeño museo de la planta superior. Un singular espacio donde se convocan de forma regular muestras de arte y fotografía, que demuestran que el espíritu de Loewe está vinculado de forma directa a la creatividad y la vanguardia.
Hoy sus escaparates, que han vivido también la evolución de nuestra firma de lujo más internacional, no han perdido su esplendor pasado. Como para contemplarlos con devoción mientras de lejos suena Moonriver.