Aunque las luces de Navidad que inundan la ciudad nos recuerden que el invierno está a punto de comenzar, la Gran Vía vive su particular verano. Pero verano de verdad, con su playa y su chiringuito, las hamacas y las fiestas bajo la luna llena. Sólo hay que cruzar la puerta del Teatro Compac para cambiar rápidamente de estación… y hasta de edad o de generación. Porque todo este idílico marco también tiene su propia música de fondo: la de los Hombres G, el grupo que tanto y tanto éxito cosechó allá por los años 80 y 90. Supongo que a estas alturas, ya habréis adivinado qué espectáculo fui a ver ayer. Sí, Marta tiene un marcapasos.
El título de este divertido y chispeante musical es, en realidad, el título de una de las canciones más famosas de la banda madrileña, formada en sus inicios, y también hoy en día, por David Summers, Daniel Mezquita, Rafael Gutiérrez y Javier Molina. Cuatro músicos que arrasaron, en España y en Latinoamérica, durante sus primeros años, y que vivieron hace no mucho una segunda, e inesperada, juventud. Cuatro músicos que siempre dejaron bien claro que lo que ellos pretendían cuando se ponían delante del público era, sencillamente, pasárselo bien, tal y como dice el archiconocido estribillo del primer tema que suena durante la función. Toda una declaración de intenciones.
¿Quién me iba a decir a mí que acabaría otra vez cantando El ataque de las chicas cocodrilo? Bueno, a mí, y al resto de la gente que se desgañita cada noche mientras los actores interpretan Devuélveme a mi chica, Venezia, Indiana, Dejad que las niñas se acerquen a mí, Suéltate el pelo… Canciones todas que encajan como un guante, sin tener que forzar nada, en el devenir de una historia sencilla, amable, con chicos buenos y chicos malos, chicas inocentes y alguna no tanto, que viven en algún lugar de la costa española y que se pasan las horas tomando unas cervezas en el bar Nassau, en la playa. Una playa, por cierto, que se extiende hasta el patio de butacas: las primeras filas han sido sustituidas por mesitas, atendidas por los camareros de dos barras instaladas al pie del escenario.
Me gustaría poder hablar del estupendo trabajo de Leo Rivera, curtido en mil y un musicales, que me han dicho que lo borda. Pero ayer, a causa de una lesión, no pudo meterse en la piel del entrañable Ringo, interpretado por su cover, Víctor González, realmente espléndido. Este personaje, el típico colega canalla, se mete a todos en el bolsillo y hasta en el corazón de la chica protagonista… Pero, mejor, no desvelar nada. Marc Parejo y Claudia Longarte cumplen a la perfección el papel de pareja enamorada que tarda en cuajar, aunque les roben miradas algún que otro secundario, como Tony Bernetti, el chulito de turno, Gloria Aura, la amiga mexicana, Patricia Ruiz, que interpreta con mucho sentimiento Lo noto, Ariana Bruguera, en el papel de Barbie, una rubia platino que sorprende hacia el final de la obra, y Nando González que consigue crear una atmósfera mágica y romántica al cantar, junto a Rocío Madrid, Dos imanes.
Marta tiene un marcapasos es puro buen rollo, algo así como un Grease a la española. Hay pringaos, malotes, pijos, mujeres de bandera… Todo el universo G en su estado más genuino confluye en este musical divertido, sin pretensiones, en el que los actores se lo pasan en grande, incluso mandando callar, con ironía, al personal que entre butacas desafina o se adelanta en alguna estrofa. Un espectáculo que te rejuvenece, apto para todas las edades. Porque no quiero terminar este post sin mencionar el trabajo de Enriqueta Carballeira, la alocada abuela, que reivindica con su actuación a toda una generación de actrices de la vieja escuela.