Fernando Arrabal sube al ring de las Naves del Español a dos de los grandes pintores del siglo XX para hablarnos de la grandeza y de la miseria de los genios. El autor ha estado en Madrid para asistir al estreno mundial de Dalí versus Picasso que podrá verse hasta el 16 de marzo.
Es bastante conocida la respuesta de Dalí cuando, una vez acabada la guerra, le preguntaron qué pensaba acerca del artista malagueño: “Picasso es español, yo también. Picasso es un genio, yo también. Picasso es comunista, yo tampoco”. Ayer Arrabal volvió a recordarla en una rueda de prensa que poco a poco fue convirtiéndose en un auto sacramental con sus silencios ceremoniales y sus lágrimas auténticas. No es una metáfora, el dramaturgo se echó a llorar tras recalcar que, pese a las diferencias políticas y artísticas que hubo entre ambos, fueron “hombres que no buscaron ni el éxito, ni el fracaso, ni el dinero, y quisieron ser caballeros de la ciencia, la literatura y la pintura”. Lo que podría parecer una excentricidad más del escritor ante los periodistas – nos quedamos todos a cuadros – era en realidad la exégesis más precisa que podría hacerse de la obra, que lleva a escena un hipotético encuentro entre Dalí y Picasso meses antes de la inauguración en París de la Exposición Universal de 1937, donde el Gobierno de la República presentaría el cuadro Guernica.
Pero Fernando Arrabal también podría haber sustituido el llanto por una carcajada irónica (nos hubiera descolocado igualmente). Dice Juan Carlos Pérez de la Fuente, que ha dirigido ya varias obras del autor como Cementerio de Automóviles o Carta de amor (como un suplicio chino), que sus personajes están “llenos de humanidad y por lo tanto de humor y amor”. Dalí, encarnado por Roger Coma, le dice a Picasso, Antonio Valero, que los dos ya no son ni españoles ni franceses, que los dos son de “destierrolandia” y es aquí donde está uno de los asuntos clave de la obra. Porque además de las dagas voladoras que lanza desde fuera del escenario una espectral Dora Maar, de la voz sensata de Gala Dalí, del perro de las Meninas corriendo a toda velocidad por una bohardilla de París, este diálogo desternillante y lírico es una reflexión lúcida sobre el exilio, entendido como una condición del alma, una sagrada conversación entre dos artistas que persiguieron la belleza, aunque, como dijera Echegaray – recordado ayer por el propio Arrabal – no sepamos lo que es con certidumbre matemática. ¿Y quién saldría vencedor de esta disputa dialéctica?
¿Dalí o Picasso?, ¿Picasso o Dalí? Difícil dilema. Es mejor acercarse a las Naves del Español para salir de dudas. Aunque todos coincidiremos, estoy seguro, en que el verdadero triunfador de Dalí versus Picasso es Fernando Arrabal.