El Greco y la pintura moderna

Categoría: Arte y Cultura 22 julio 2014

Laoconte (c. 1610 – 1614). El Greco.

El Museo del Prado se suma al cuarto centenario de la muerte de El Greco con una gran muestra que relaciona la obra del artista con las vanguardias.

Es muy frecuente caer en el tópico del «pintor adelantado a su tiempo», como si la historia del arte fuera una continuidad lineal de hallazgos, sin embargo esta exposición hace precisamente lo contrario y muestra cómo los creadores de vanguardia buscaron otra genealogía del arte en los maestros del pasado, y muy especialmente en pintores como El Greco, olvidados hasta el siglo XIX. “El Greco y la pintura moderna” no pretende convencernos de que el artista del siglo XVI fuera en realidad un impresionista, un cubista o un expresionista, sino ofrecernos las distintas sensibilidades con las que se ha interpretado su obra a lo largo de los últimos 150 años en un arco cronológico marcado por dos visitas excepcionales al Museo del Prado, la de Manet, que en 1865 descubrió en Madrid la escuela española, y la de Bacon, asiduo las salas de la pinacoteca hasta su muerte en 1992. Porque la pinacoteca, que conserva la más importante colección de obras de El Greco, ha reivindicado desde sus orígenes la obra del pintor. Ya en 1902 organizó la primera muestra antológica que trataba de explicar la extraordinaria personalidad de su estilo y que probablemente vio Picasso, para quien el artista cretense fue una referencia ineludible durante toda su trayectoria.

La Anunciación (c. 1600-1603). El Greco. / Cristo muerto sostenido por un Ángel (1864). Manet.

Del Picasso de la época azul al Picasso cubista, de los tonos ocres de Zuloaga, en cuyo taller parisino podía contemplarse La visión de San Juan, al luminismo de Sorolla, de la pareja Delaunay, que vivieron en Madrid durante la Primera Guerra Mundial, a la paleta ácida del expresionismo alemán, de los años de formación de Pollock a las obras más narrativas de Orozco, la influencia de El Greco ha sido inmensa. Sorprende encontrar similitudes y derivaciones en esta exposición que, como un juego de las diferencias, nos invita a observar en profundidad y desde perspectivas distintas muchas de las obras maestras del Greco junto a otras de los artistas más relevantes del siglo XX. Entre las piezas más singulares del pintor descatacan Laoconte, excepcional en la pintura española debido a su temática mitológica, y San Martín y el mendigo, cuyas calidades plásticas en la representación de las texturas es asombrosa. Y entre las piezas de los modernos varios retratos de Cézanee, Visión de Marc Chagall y el conjunto de Zuloaga, a quién la exposición rinde un secreto homenaje ubicándolo junto a los grandes artistas de su momento (bajo mi punto de visita, absolutamente justo). Porque esta muestra no recupera a El Greco, tal y como podría parecer a simple vista, no repite el tópico del «pintor adelantado a su tiempo», más bien nos explica por qué Giacometti, por qué Saura o por que Derain son tan grandes.

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