El artista Miguel Ángel Blanco libera el aura los ciervos en el Museo del Romanticismo con una exposición que propone una lectura renovada del paisaje.
Como siempre me gustan las breves pero intensas exposiciones del Museo del Romanticismo, cuando el otro día me invitaron a visitar “El aura de los ciervos” con su autor y comisario, dije rápidamente que sí. Era un plan al que no podía resistirme. Recorrerla con Miguel Ángel Blanco, conocido por una obra vinculada estrechamente a las Ciencias Naturales, es como perderse entre las páginas de una enciclopedia y aparecer agazapado entre matojos mirando cara a cara a un venado. Nada más entrar, una litografía de Brambilla muestra una tormenta en el Palacio de Riofrío, de la que huyen los ciervos. A continuación, El libro de las raíces del rayo, uno de los títulos de La biblioteca del bosque, plantea el que tal vez sea el tema principal del romanticismo: el paisaje como reflejo de las fuerzas de la naturaleza, inabarcables desde cualquier punto de vista o disciplina, bien sea la ciencia, la magia o el arte.
Con La biblioteca del bosque, Miguel Ángel Blanco se embarca en un proyecto donde confluyen la creación del artista con la catalogación del científico, y que por lo tanto no tiene fin. Los volúmenes, las cajas-libro que lo componen, podrían reproducirse casi al mismo tiempo que los líquenes, los musgos o los pólipos de los que está hecha su obra. Su trabajo, a medio camino entre el arte y el comisariado, tiene la virtud de ser permeable a distintas interpretaciones y estilos, como demostró su exposición de hace un año en el Museo del Prado y en la que, bajo el título “Historias Naturales”, evocaba la función original para la que había sido construido el edificio de Villanueva. También en aquella ocasión estableció un diálogo con los grandes artistas del pasado a través de La biblioteca del bosque y de otros objetos singulares. Y como si fueran los ramas de un mismo árbol, el próximo otoño Miguel Ángel Blanco presentará “La ilusión del Lejano Oeste” en el Museo Thyssen-Bornemisza, con la que acompañaremos a los artistas estadounidenses en su aventura por Norteamérica. Mientras tanto y hasta el 1 de marzo el Museo del Romanticismo nos invita a conocer “El aura de los ciervos”.