Rubén Pozo está de vuelta y En Marcha. Nunca se ha parado, porque, desde sus precoces inicios como guitarrista de los legendarios Buenas Noches Rose, pasando por la década inicial del siglo en la que se forjó como una realidad de éxito con el dúo Pereza, Rubén ha ido perfilando y estilizando una manera de entender el rock con denominación de origen madrileña prefectamente reconocible y que se traduce en álbumes y canciones sinceras, con regusto a sentimiento cotidiano y que baculan entre la luminosidad del sol de una bella mañana en el Retiro y la sobra a la que se acoge el perdedor mítico que protagoniza las mejores epopeyas del rock’n’roll de siempre.
Si el disco Lo que más, de 2012, era una tarjeta de visita en solitario en las que se ponían las primeras piedras de un nuevo comienzo profesional, este disco que acaba de ver la luz, En Marcha, supone un ejercicio de confirmación musical. Rubén explica que “Este disco sale de hacer canciones -algunas tardando meses, otras tardando dos horas- durante los últimos tres años. Lo que más era un disco de sonido más urgente y espontáneo, con la banda grabando todos a la vez y sin hacer demasiadas tomas. En marcha es todo lo contrario. Cada música y cada instrumento por pistas, con cada arreglo muy meditado buscando el porqué lo hace cada instrumento y haciendo un montón de tomas. Es mi sonido y son mis canciones, pero de alguna forma es un disco más repeinao«. Gran responsabilidad en esa contundencia y definición del sonido la tiene el inglés Nigel Walker, que tiene una dilatada carrera como ingeniero de los grandes del rock y como productor de éxito en nuestro país. «Tiene una limpieza que contrasta con mi suciedad innata», comenta Rubén.
El resultado es un disco en el que el carácter refrescante del rock madrileño encuentra surcos poéticos de gran nivel, como en Esta es mi canción o la que da título al disco. También las guitarras corren raudas en Tonto de tanto (R´N´R) o tienen aire folk –Chatarrero– e incluso country, como en La chica de la curva. Pero también hay buenas baladas marca de la casa, como Me quieres destrozar o Entre tú y yo. Un disco en el que se ven claramente las rayas del asfalto madrileño y las sombras de los tejados de la Alameda de Osuna.
También los grandes referentes musicales de Rubén tienen cabida en este disco, como sucede en el caso de su versión en castellano del clásico de David Bowie Starman. No obstante, si algo caracteriza a este trabajo y, en general, a toda la música de Rubén Pozo es su madrileñismo militante, heredado de Rosendo, Burning, Los Ronaldos y muchas otras formaciones de rock nacidas en el kilómetro 0: “Yo soy un poco así, cheli. Eso me encanta y me gustaría que aquí nos lo tomáramos como dialecto; que no se perdiera, porque da carácter, no solo a la gente de Madrid, sino a los que se instalan aquí. Me gusta que se note en mis canciones y usar expresiones a pie de calle, que ya son expresiones de Internet o de redes sociales, como es el caso claro de Ola Ke Ase”.
El Madrid de Rubén
Aunque nacido en Barcelona por accidente, Rubén sabe muy bien que “la grandeza de Madrid siempre ha sido que, en todas las ocasiones, acepta al de fuera y le hace sentirse un madrileño más en un pis pas”. «Yo soy del Siroco, en la zona de Conde Duque, para ver energía rock en directo y sentirte como en familia. Allí he tocado, he pasado un montón de noches de rock’n’roll viendo a amigos y me han dado las tantas. Pero antes conviene coger fuerzas en un sitio de los que dan tapas de toda la vida y vermús. Las Bodegas El Maño (Palma, 64) son la representación de la antigua taberna típica madrileña con tinajas de vino y ambiente castizo a más no poder».
Rubén continúa con su ruta por Madrid: «Si quieres algo más ecléctico en cuanto a música, recomiendo vivamente el Café de la Palma. Cafés, tes, cervezas o copas. Música en directo de los más variados estilos y también muy buenos DJ’s. Si no te apetece moverte y prefieres quedarte en el barrio -en mi caso en la Alameda de Osuna, nada mejor que pasarte por El Salón de Joe (Rioja, 9/11), justo al ladito de la estación de metro de Alameda de Osuna. Lo lleva El Patillas, bajista de Le Punk, y por ahí pasamos todos los músicos de rock de la zona, que somos muchos. Sus fiestas son memorables. Pero lo mejor para pasar una agradable tarde de primavera propongo un clásico, porque los clásicos siempre funcionan: darse uno un largo y relajado paseo por el parque del Retiro, nuestro Central Park madrileño, y parar a tomarte un refrigerio en cualquiera de los chiringuitos que lo pueblan». Algo siempre apetecible.