¿Qué tienen en común Enrique Iglesias, Pau Gasol y Rafa Nadal? Deporte de élite, éxito internacional… y ahora, en Madrid, el restaurante del que más se habla en las últimas semanas. Es Tatel, un local cosmopolita, con glamour, buena música y una gastronomía 100% española que ha nacido con afán de traspasar fronteras.
A los mandos de la cocina se encuentra Nino Redruello. Un nombre conocido en la gastronomía madrileña porque es el propietario y chef de La Gabinoteca y Las Tortillas de Gabino, además de pertenecer a la familia fundadora del restaurante La Ancha. El objetivo de este nuevo proyecto es el de hacer de la gastronomía española una marca exportable. Y esa misión les viene como anillo al dedo a los chefs Nino Redruello y Patxi Zumárraga que bordan esta cocina adaptada a nuestro tiempo.
El lugar es impresionante, un gran local de 800 metros cuadrados y con capacidad para 225 personas dividido en distintos ambientes, pero todos integrados y dirigidos desde una barra llena de vida (se puede comer en ella y os aseguro que es una muy buena opción para contemplar todo el movimiento) que nos traslada directamente al glamour de los bares de lujosos hoteles de Nueva York y a los locales clandestinos de los años 20. La terraza acristalada es perfecta para ir a conocer el local si no se consigue mesa, que por ahora es una misión complicada sin reserva previa, y disfrutar del afterwork tapeando con una copa de vino o probando alguno de sus cócteles.
Lo primero que destaca de la cocina es la forma de presentar el pan (elaborado por La Panotheca), en una bandeja con tomatitos, ajo, aceite de oliva virgen extra del Bajo Aragón y un paté. La carta es muy extensa y, además, se acompaña de un “Hoy además” con las sugerencias que están fuera y van cambiando. Aquí manda mucho el producto y la temporada. Los entrantes son todos muy apetecibles y los precios ajustados. Las croquetas con leche fresca (11 euros), el pulpo a la brasa con patata y mojo rojo (15), la ensaladilla rusa de cigalas, muy original, o alguna de las tortillas, que en manos de Nino Redruello son un éxito seguro: la Velazqueña (12 euros) y la Trufada (17), la niña bonita del chef. No falta ni el salmorejo cordobés ni tampoco los callos a la madrileña.
En los platos principales hay un apartado para los arroces (el alicantino muy bueno), pescados salvajes y entre las carnes el chef recomienda el escalope de ternera San Román, tanto por su gusto como por la puesta en escena en sala: es un filete empanado muy fino que se termina de preparar en la mesa rompiendo un huevo cocinado a baja temperatura y añadiendo trufa recién rallada. Si os encontráis fuera de carta las gambas rojas a la gabardina, ni lo dudéis, pedidlas: aparecen acompañadas con el jugo de las cabezas, ¡puro sabor! Entre los postres están los clásicos, como el arroz con leche y las natillas con merengue y galleta, y un carro de tartas de tal tamaño que hay que compartir entre varios para acabar con ellas.
Mientras transcurre la cena, placenteramente, en la parte central un Dj va pinchando temas que nos llevan por todas las épocas y alguno hace que se te vayan los pies. De vez en cuando, un cantante (Mey Green es la estrella) agarra el micrófono y nos deleita con su voz en vivo.
En la zona lounge de Tatel, presidida por una larga y elegante barra de coctelería, asistimos a otro espectáculo. El bar team mezcla licores, angosturas y jugos, agita la coctelera o crea brumas para conseguir cócteles tan artísticos como The Aviation, que se sirve envuelto en un mágico humo de hibiscus.
Al frente del equipo de bartenders se encuentra Frank Lola, un gran experto que ha creado una Cocktail List en la que han recuperado e interpretado los tragos vintage y clásicos de varias épocas doradas del cóctel, comprendidas entre 1860 y 1950 y en particular el periodo que abarca la famosa Ley Seca (1920-1930). Cada cóctel (12-16 euros, 8 sin alcohol) tiene una apasionante historia detrás, como el Texas Guinan, creado en honor a la primera actriz “vaquera” de Estados Unidos, o el Luciano’s Port Flip, dedicado al padre del crimen organizado durante la Ley Seca en Nueva York.