Han sido cuatro años intensos y llenos de noches triunfales. El Café Berlín, nacido al calor de los locales neoyorquinos que contemplan dos y hasta tres actuaciones distintas por noche, se ha implantado con una naturalidad reseñable en el corazón de la noche madrileña. Su magnífica ubicación -en la calle Jacometrezzo, lindando con Gran Vía y Callao-, la calidad de su servicio, su acústica privilegiada y, sobre todo, una exquisita programación musical que redescubrió en concepto de fusión entre flamenco y jazz, hicieron de esta sala otro gran clásico de Madrid.
Sin embargo, un hecho inesperado vino a sacudido los cimientos del proyecto: el dueño del edificio decidió venderlo y dio apenas unos meses de plazo a los responsables del Berlín para su cierre y posterior traslado. Afortunadamente de un contratiempo nace a veces la esperanza y la posibilidad de mejora, con lo que sus tres responsables -Pato, Leandro y Ezequiel- encontraron un local a 80 metros aproximadamente del viejo Café Berlin, en la Costanilla de los Angeles, 20. De este modo la aventura del Berlín tiene una continuación inmediata y los conciertos, para alegría de sus clientes y de todos los amantes de la música en vivo, no se para. Estamos de enhorabuena.
Pato, gerente del Berlín, se muestra orgulloso por lo conseguido en el Berlín: «Nos despedinos del otro Berlín saliendo por la puerta grande y ahora vamos a entrar en el nuevo pisando fuerte. Seguimos con la misma esencia y el mismo espíritu del local: respetar a los músicos y a la música en directo, pero más a lo grande. Hay mucha expectativa y, sinceramente, esperamos estar a la altura. Por ello, nada mejor que coger todo lo bueno que hemos hecho durante estos cuatro años y aprovecharnos de la facilidad que nos da un mayor aforo, que va a ser de 300 espectadores. Esto nos va a dar la oportunidad de jugar un poco más con artistas -de fuera y españoles- que, por cuestión de caché y aforo, no los podíamos traer a tocar al Berlín».
El nuevo Café Berlín trae importantes novedades: «Vamos a tener una sala grande con un piano de cola, camerinos en condiciones y una apuesta renovada de que el Berlín sea un club de música; no de jazz, ni de funky, ni de flamenco, ni de ningún estilo en concreto. Un club de música en general, de buena música”. Las posibilidades del local permiten “que el artista esté más cómodo a la hora de actuar y, en cuanto al público, este sale ganando, porque se ve el escenario perfectamente desde todos lados y, tras la compra de un nuevo equipo de sonido, también se escuchará mejor”. En cuanto a la apuesta de programación, «seguiremos con las jams flamencas de Diego Guerrero, que cada mes van a contar con invitados de excepción: David de Jacoba, Jorge Pardo, Pepe Habichuela, Javier Colina, Josemi Carmona…” Esto será tremendamente atractivo para el gran público, porque “por solo 8 €. los asistentes a estas jams van a poder disfrutar de la música y la proximidad de grandes figuras. Esa jam es mágica. En ellas pasa algo que yo, que escucho música desde que tenía cuatro años, nunca vi. Los domingos el Berlín ofrecerá «un especial de Jerry González con latin jazz y flamenco e invitados también muy importantes y especiales».
El baile también reclama su atención en el nuevo local: «Seguiremos con nuestras sesiones de DJ hasta las 6 de la mañana. Los jueves habrá sesión de música electrónica en directo con DJ internacionales. Los sábados música negra. Los martes sonará música latina, los miércoles flamenco y los segundos domingos de cada mes vamos a hacer swing con la Big Band del Molino. Todo ello con una mecánica imparable de conciertos: «Tendremos prácticamente siempre dos o tres conciertos al día: a las 21:00, a las 23:00 y casi siempre a la 01:00, como sucede en los clubs de música neoyorquinos”. Una garantía para los habituales y también para el turismo en un local al que Pato califica como “muy canalla. Por eso está siempre lleno de actores, de gente de publicidad. Sin embargo, sin los músicos no somos nada«.