Depedro, el ambicioso y cosmopolita proyecto musical liderado por el cantante, guitarrista y compositor Jairo Zavala, tiene parada obligatoria el sábado 14 de enero en la sala La Riviera, en donde presentará las canciones de su cuarto álbum El pasajero, un catálogo viajero en el que la música se convierte en vehículo idóneo. Un concierto en el que, confiesa Jairo,“estaré rodeado de una banda excepcional. Héctor Rojo, Kike Fuentes, David Carasco y Martin Bruhn son gente que, no es que toquen bien, es que se dejan el alma cada día en el escenario. Va a ser una noche muy especial y una celebración total de lo que es la música para nosotros”.
Jairo comenzó formando parte de dos importantes formaciones del rock y el blues madrileño: La Vacazul y 3000 Hombres. Tras la culminación de su proceso como escritor de canciones para Amparanoia, Los Coronas y colaborar como guitarrista de apoyo en una gira española del grupo norteamericano Caléxico. El Pasajero es un disco que significa la búsqueda constante de Jairo Zavala alrededor de todo el mundo en pos de una identidad musical global que refleja en sus canciones. Como él mismo explica: “el viaje forma parte de mi día a día y en esta ocasión ha sido el vehículo en el que me he montado como excusa para vestir las canciones”. Sin embargo, ese viaje no solo es exterior, sino también interno, íntimo: “Siempre te dejas algo de tu mirada en las canciones. Es inevitable. En este disco hay quizá una mirada más profunda en los temas a los que suelo recurrir en las letras. Esta vez he empleado mucho tiempo en repasar cada palabra de cada canción”. Canciones para bailar y pensar, en El Pasajero Depedro canta junto a Enrique Bunbury en el tema DF, en un ejemplo insuperable de cómo pintar una ciudad con sonidos. También hay en el álbum una mirada a África: “La culpa la tiene la familia. La mía vivió quince años en Guinea Ecuatorial y África, así como su música, ha estado flotando en las conversaciones que oía en mi niñez. Además , acabamos de terminar un documental llamado Casamance: la banda sonora de un viaje, dirigido por Paloma Zapata, que se desarrolla en Senegal y sigue la pista de un griot, Lamine Konté, que oía en los discos que sonaban en mi casa”.
Depedro es una personalidad musical inimaginable sin el influjo fronterizo de la banda que lo acogió: Caléxico. “De ellos me viene, quizá, la mirada sin complejos y apertura mental de la que disfruto desde que me empujaron por este camino. Ellos me dieron la confianza para que empezara este proyecto”. No es raro por tanto que Jairo grabe en Estados Unidos, más concretamente en Tucson (Arizona) y en un formato analógico, bien alejado de las últimas tecnologías digitales: “Craig Schumacher, el productor del disco, tiene su estudio en Tucson. Era fácil estar allí y disfrutar de la compañía de John Convertino y Joey Burns –miembros de Caléxico- para grabarlo. Todo el equipo compartíamos la idea de poner la emoción por encima de todo y las limitaciones de edición que tiene el analógico te ayuda a eso, a concentrarte en la toma y conseguir tocar de una manera más honesta”.
Ferviente apostador por la permanencia del rock -“creo que siempre habrá gente que tenga la necesidad de disfrutar eventualmente del volumen, energía y emoción que solo el rock tiene, aunque, desde luego no es la música de la mayoría de adolescentes hoy en día, eso es un hecho”-, Jairo es un madrileño que disfruta de serlo: “Sigo sintiendo su energía y ebullición. Aquí hay muchos músicos y bandas con mucho talento. Espero que la despersonalización que sacude a muchas capitales del mundo no afecten a mi ciudad. Madrid es donde he crecido y donde todavía vivo. El lugar de donde uno es te marca siempre”. Y, en cuanto a su público, “es, posiblemente, el mejor del planeta”.
Esta es la ruta madrileña de Depedro:
– Para tocar mis sitios favoritos fueron siempre La Coquette y la sala El Sol, lugares donde, como fan, he visto las mejores actuaciones en Madrid.
– El Rastro. Me encanta ir de vez en cuando los domingos a eso de las tres de la tarde, cuando ya se está recogiendo.
– Los restaurantes Las Mañanitas, en la calle Fuencarral, y Lupita, en Gran Via, para sentir un poco la gastronomía de Latinoamérica en forma mexicana y peruana.
– El parque Aluche ha sido mi “Retiro“ durante mi juventud para despejar la mente y pasear