Los hermanos Torres, Sergio y Javier, se han convertido en un fenómeno televisivo con su programa diario en televisión. Ahora, además de verles en la tele, podemos disfrutar en vivo de su cocina porque han traído a Madrid sus Dos Cielos de Barcelona (con una estrella Michelin), al Madrid de los Austrias. Un lujo tenerles en la ciudad.
El sitio donde han montado su restaurante Dos Cielos Madrid no puede ser más maravilloso. Se trata del edificio de las antiguas caballerizas del siglo XIX que se encuentra dentro del patio histórico del hotel Gran Meliá Palacio de los Duques, cerca de Ópera (Cuesta de Santo Domingo, 5), en el Madrid de los Austrias. En su rehabilitación se ha querido mostrar ese pasado colocando vidrio en el suelo del comedor de la planta baja que deja a la vista los antiguos cimientos de granito.
El piso superior es otra sorpresa. Una enorme mesa preside la sala abuhardillada, con ventanas en el techo y las pinturas de Velázquez, con detalles de los caballos, decorando una de las paredes. Y es que el genial pintor inspira la decoración de todo el hotel (con reproducciones gigantes de Las Hilanderas, La Venus del espejo…) y en este nuevo restaurante no podía estar ausente. Además, para construir esa magnífica mesa de madera (para 20 comensales) se han utilizado las antiguas vigas de las caballerizas. Y un detalle entrañable: en la alecena que decora el comedor dándole un carácter tan acogedor, hay que fijarse en los marcos de fotos para encontrar a los pequeños Torres el día de su Comunión, posando con la abuela Catalina o junto a sus compañeros de prácticas en el restaurante Akelarre cuando eran unos jovenzuelos.
¿Y qué nos espera para comer? En Dos Cielos se puede tomar el Menú Degustación, con nueve platos (tres entrantes, cuatro principales y dos postres), por 75 euros, o elegir a la carta, donde encontramos esos mismos platos del menú junto a otras sugerencias que irán adaptándose a la temporada y a las ocurrencias del equipo de cocina donde han dejado a los mandos a Damián González, quien fuera durante cinco años su jefe primera. Los hermanos Torres han querido introducir algunos guiños de la cocina madrileña y así, su menú degustación arranca con un “Abrazo de invierno” que no es otra cosa que su versión en “chupito” de caldo ligero del cocido madrileño, con los garbanzos, patata y zanahoria, o los callos de bacalao a la madrileña.
Las recetas que vamos a poder disfrutar en Madrid siguen la estela de los “cielos” catalanes. No faltan sus arroces (el meloso de pescados con pulpo seco y salicornias y el de pichón con aceitunas negras), donde brillan los fondos que los Torres resuelven con maestría: puro sabor. Buen ejemplo también de su máxima “el fondo es la base, la base es el fondo” lo encontramos en el que en tan poco tiempo se ha convertido en un plato de devoción, su primera florada de guisantes con jamón ibérico, unos guisantes lágrima de un sabor delicioso servidos sobre un fondo inolvidable de jamón y una finísima lámina de panceta. Por suerte, cuando acabe la temporada de estos guisantes, que es tan efímera, los cocineros piensan trabajar este fondo tan perfecto con otros productos como los espárragos.
Otro plato que no podía faltar en Madrid es el homenaje a su abuela Catalina, la que les llamaba “sus dos cielos” y dio nombre al restaurante, y no es otro que canelón de la abuela Catalina con trufa melanosporum y queso parmesano. Para relamerse.
Junto a estos sabores tan reconocibles, los gemelos Torres nos van a sorprender llevándonos de viaje, por ejemplo a Brasil, con su Empanadilla (gyozas) rellena de cangrejo real, dendé y sagú. Dos ingredientes del Amazonas que Sergio y Javier conocen muy bien pues llegaron a tener restaurantes en Sao Paulo y Río de Janeiro y se confiesan unos auténticos apasionados de este país. El punto dulce de su cocina es muy sutil. El postre de Manzana verde, pepino y crumble es ligero y refrescante, y el homenaje al chocolate, pan de especias y avellanas puede convertirse en el preludio de una larga sobremesa porque los Torres han conseguido un espacio para hacernos sentir como en casa… o directamente en el cielo.