Para saber la respuesta a esta pregunta tenéis que visitar la maravillosa exposición que la Biblioteca Nacional dedica, hasta el 22 de abril, a su obra. Puede que algunos de sus dibujos os resulten familiares, ya que muchos de los retratos que realizó han servido para ilustrar nuestros libros de Historia y Literatura durante años. Ella fue una dibujante excepcional. Ahora toca reivindicarla.
No es fácil que en Madrid, y seguramente en cualquier otra ciudad, se organice una exposición sobre alguna creadora del pasado, tal vez porque en sus tiempos les costó mucho poder destacar en un mundo enteramente de hombres. En este caso, además, muchos de los dibujos de Rosario Weiss fueron atribuidos durante años a otros artistas. Pero ella tiene luz propia, y si, podéis, comprobadlo en la Biblioteca Nacional. Aunque para disfrutar de verdad de esta exposición quizás os convenga saber algo más de ella.
Rosario era hija de la última ama de llaves que tuvo Francisco de Goya. Con él vivieron tanto en la Quinta del Sordo como en Burdeos… Dicen que su madre, Leocadia Zorrilla, era la amante del gran maestro aragonés, y son muchos los piensan que Rosario pudo ser en realidad hija suya, aunque no existen pruebas que lo confirmen. Goya le dio clases de pintura, tal y como se puede ver en la muestra, en la que se exhiben dibujos que el pintor realizó para el aprendizaje de Weiss, como Mendigo, Dromedario y Pantera. Él los hacía y ella los completaba.
En Burdeos, Rosario estudió en la escuela del pintor francés Pierre Lacour, donde recibió una formación académica, muy diferente a lo que había aprendido con Goya. Allí comenzó a utilizar el trazo preciso, limpio y realista que entonces predominaba en Francia, a la manera de Ingres, y que es la base del estilo que ella desarrolló luego en Madrid a partir de 1833. De esta etapa bordelesa se muestran en la exposición un conjunto importante de dibujos y litografías, principalmente retratos y algunos paisajes.
A pesar de la estrecha relación que existió entre Goya y la artista, el pintor no se acordó de ella ni de su madre en su testamento. Así que su hijo Javier las “invitó” a marcharse de la casa en la que vivían en Burdeos cuando su padre murió. En Madrid Rosario encontró trabajo como copista en el Museo del Prado, donde copiaba al óleo y a lápiz pinturas de los grandes maestros por encargo de particulares. De esa época podréis ver, por ejemplo, un retrato de Goya que ella misma realizó según el original de Vicente López. Pero el Prado acabó expulsándola… entonces los cuadros no se colocaban como ahora, en línea, sino desde el centro de la pared hacia arriba. Ella no alcanzaba a ver bien los que se encontraban más altos y pidió que se los bajaran algo que no debió de sentar nada bien en el museo.
Pero entonces, algo ocurrió. Se inauguró en Madrid en 1837 el Liceo Artístico y Literario, motor y símbolo del movimiento romántico madrileño. Allí conoció a artistas, literatos y músicos, así como a una clientela burguesa e ilustrada que le encargó retratos a lápiz, en los que se especializó. En la exposición podéis ver algunos, quizás los más famosos, como los que hizo de Larra, Espronceda y Mesonero Romanos.
Su fama empezó a crecer y consiguió ser nombrada académica en la Real Academia de San Fernando, algo que muy pocas mujeres consiguieron entonces. La Comisión de la Academia la dispensó de hacer los ejercicios pero a cambio le pidió que hicera una Virgen de la Consolación, que también podemos ver ahora. Después de este gran reconocimiento no le fue difícil conseguir que el rey Fernando VII la nombrara maestra de dibujo de su hija, Isabel II, a quien quería convertir en una mujer culta. El puesto solo le duró un año… Rosario murió de cólera o quizás tras un ataque de pánico tras presenciar un motín cuando salía del Palacio Real sin haber cumplido los 30. En la muestra se pueden ver más de 140 piezas, entre pinturas, dibujos y documentos, procedentes de la Biblioteca Nacional, museos como el Lázaro Galdiano, el Cerralbo, el Prado y el del Romanticismo, la Real Academia de San Fernando, el Ateneo y colecciones privadas. ¡No os la perdáis!