Con motivo del vigésimo aniversario de la reapertura del Teatro Real, hasta el 25 de marzo podrá verse una versión actualizada del montaje de Aida que en 1998 dirigió Hugo de Ana. Esta vez vuelve acompañado por el director musical Nicola Luissoti, que ha sabido interpretar con emoción y elegancia la bellísima partitura de Verdi.
Durante los siglos XIX y XX Aida se representó con cierta frecuencia en el coliseo madrileño. Pese a su enorme popularidad, hacía ya dos décadas que el fantástico triángulo amoroso formado por Radamès, el héroe del egipcio, Amneris, la hija del faraón, y la propia Aida, esclava etíope, no volvía a pisar las tablas, -o la arena del desierto-, de este teatro. Insisto en lo de la arena porque si asistir a cualquier ópera ya supone para el espectador un viaje en el espacio y en el tiempo, el título de Verdi que nos ocupa es el encuentro con lo exótico por excelencia.
Verdi recibió el encargo de Ismail Bajá, el jedive de Egipto, que quería una ópera de temática oriental para inaugurar el nuevo teatro del Cairo. Finalmente la guerra francoprusiana retrasaría su estreno y Aida sirvió para celebrar la apertura del Canal de Suez. Era el año 1871 y el país del Nilo ocupaba la fantasía de muchos europeos. Aunque la sinopsis de la historia fue preparada por el egiptólogo Auguste Mariette, no cabe duda de que la egiptomanía, con todos sus estereotipos, fue una epidemia que recorrió los salones de París, Roma o Madrid. Prueba de ello es las colección de momias, amuletos y sarcófagos que hoy pueden verse en el Museo Arqueológico Nacional, que se suma a la programación del Teatro Real con una serie de actividades específicas: una visita guiada (9 de marzo), la conferencia de Antonio Pérez Largacha titulada “La visión del antiguo Egipto en el Romanticismo” (15 de marzo) o el acceso a la cámara acorazada (días 13 y 15 de marzo, aforo limitado).
También la Biblioteca Nacional, con la exposición Aida: el Egipto imaginado, o los museos del Romanticismo y Naval, la Academia de Historia, el Instituto de Historia o la Filmoteca Española celebran la vuelta de Aida con conferencias y otras actividades para niños y adultos. Por supuesto, al salir del Teatro Real, hay que acercarse al Templo de Debod para agradecer a los dioses el espectáculo.