Con Nekrassov, la única comedia escrita por Jean-Paul Sartre, el Teatro de la Abadía se ha propuesto esclarecer el funcionamiento mismo de la postverdad, un fenómeno que ha existido siempre pero que antes se denominaba mentira a secas o burda mentira. Sobre noticias falsas, medias verdades, usurpadores de identidad e impostores varios trata esta historia de enredo, inteligente, lúcida y sarcástica –reducida a dos horas de duración y traducida al castellano por Brenda Escobedo–, que esta vez ha llevado a escena el prestigioso director británico Dan Jemmett.
Qué no nos cuenten milongas, los periódicos nos han engañado toda la vida, o eso deducimos al menos al enfrentarnos a este texto de Sartre escrito hace ahora 60 años, algo antes de su distanciamiento con el Partido Comunista y en plena Guerra Fría. ¿De verdad seguimos igual? Es triste, pero eso parece. En la trama, el periódico conservador Soir de Paris necesita urgentemente noticias atractivas para poder subsistir, sean falsas o verdaderas, y qué mejor reclamo que los testimonios del Ministro del Interior soviético Nikita Nekrassov, que acaba de desertar y puede convertirse en un perfecto aliado de los intereses europeos.
Mientras nos reímos –es imposible no hacerlo al ver a los personajes, histriónicos o descarados, corriendo de un lado a otro del escenario en un disparatado argumento que recuerda en cierto sentido al mejor Berlanga o Azcona– o justo un segundo después de hacerlo, creo que sería pertinente imaginar que tal vez la broma no nos hiciera tanta gracia si se refiriese al periódico que leemos habitualmente, sea este conservador, progresista o liberal. Y lo digo porque al público de París que asistió al estreno en 1955 no le gustó ni un pelo. Esto les sonó a propaganda política del siempre comprometido Jean-Paul Sartre, pero, evidentemente, el hecho de que hayamos recuperado esta obra hoy demuestra que el texto tiene una ambición intelectual –y ética– muy superior, y enlaza con la tradición francesa de la comedia crítica, pese a ser cortesana, que tan bien representa el teatro de Molière.
Cabe destacar el extraordinario sentido del ritmo que Dan Jemmett ha sabido inspirar al fabuloso elenco formado por José Luis Alcobendas, Ernesto Arias, Carmen Bécares, Miguel Cubero, Palmira Ferrer, Clemente García y David Luque, que en esta ocasión ofrecen un maravilloso recital de buen humor, elegante, inteligente y mordaz. Porque quien piense que esos señores tan serios llamados filósofos no se ríen se equivoca. Probablemente sean quienes más lo hagan, compruébenlo hasta el 24 de febrero en el cada vez más necesario teatro dirigido por José Luis Gómez y también en el ciclo de debates que bajo el título «La devastadora velocidad de la mentira» ha organizado La Abadía, La Casa Encendida y el Círculo de Bellas Artes entre el 28 de enero y el 12 de febrero, con la participación de Denise Despeyroux, Sergio del Molino, Fernando Savater o Marta Peirano entre otros.