Madrid y sus quintas de recreo

Categoría: Diversión 21 febrero 2019
Quinta de los Molinos

Quinta de los Molinos

¡Ya es primavera! O, por lo menos, eso parece. Y eso han debido de creer ya muchos de los árboles y plantas que tanto nos recuerdan que Madrid es una ciudad verde, una de las que cuentan con mayor número de árboles de alineación en el mundo, además de un amplio catálogo de jardines y parques. Uno de ellos es mi preferido en esta época del año: la Quinta de los Molinos. ¿Queréis saber por qué?

Porque es ahora, justo ahora -o un día de estos, estad muy atentos-, cuando hay que acercarse hasta aquí para disfrutar de ese precioso efecto de panorama nevado que produce la floración de los almendros, de los que hay muchísimos ejemplares en el parque, unos 6.000. Sus copas blancas y rosas sirven de inspiración a multitud de pintores, que en cuanto llegan estas fechas no quieren dejar pasar la oportunidad de plasmar con pinceles algo que es tan difícil de ver. ¡Sólo ocurre una vez al año! Y apenas dura unos días…

Disfrutar del momento es, además, la mejor de las excusas para conocer la Quinta de los Molinos, uno de esos rincones casi secretos que esconde Madrid. Aunque ahora esté a dos pasos del centro, junto al Metro de Suanzes, esta zona era antes el extrarradio de la ciudad, donde tenían sus residencias de verano numerosas familias nobles. A comienzos del siglo XX el conde de Torre Arias donó unos terrenos al arquitecto César Cort, quien compró otros colindantes para así hacer más grande su finca, en la que construyó varios palacetes, en uno de los cuales está ahora instalado el Espacio Abierto Quinta de los Molinos, espacio cultural con programación permanente para el público infantil y juvenil. Hay teatro, talleres, ciclos de danza creativa… Y dos espacios muy chulos: una urbanoteca, zona de juego al aire libre, y un café-jardín, para tomar algo, elaborado siempre por la Quinta Cocina, en la que se forma a jóvenes en riesgo de exclusión.

Las 25 hectáreas del parque incluyen grandes extensiones de arbolado, en las que es posible encontrar, además de los famosos almendros, una gran cantidad de especies, como olivos, cedros, plátanos, lilos… Existen multitud de senderos, que hay que recorrer sin rumbo para encontrarse, aquí y allá, con estanques, fuentes, pozos… y hasta una pista de tenis de hierba con un pequeño graderío alrededor, en la que, claro está, no se puede jugar. Aunque, puestos a jugar… ¿qué tal si buscamos los dos molinos de viento que dan nombre al lugar? Fueron traídos desde Estados Unidos en torno a 1920 para extraer agua de regadío.

La Quinta de los Molinos es solo una más de las quintas de recreo que las familias nobles adquirieron en las entonces afueras de Madrid a partir del momento en que Felipe II eligiera la Villa para su Corte. Aunque casi todas alcanzaron su máximo esplendor en el siglo XIX. Muchas, como la Quinta del Sordo, en Carabanchel Bajo, donde vivió Francisco de Goya, ya han desparecido. Pero otras sí podemos visitarlas. Estas son algunas de ellas:

QUINTA DE TORRE ARIAS

También hay algún almendro en esta quinta situada prácticamente al lado de la Quinta de los Molinos, también en la calle de Alcalá. Sus jardines albergan hasta 51 especies diferentes, entre las que destaca una encina ¡de 300 años! Los domingos se realizan visitas guiadas a cargo de educadores medioambientales, aunque aquí lo mejor es imaginar cómo era la antigua vida en su palacio rojo. ¡Qué pena que no podamos entrar! Por tener tuvo hasta un vestidor de estilo persa…

QUINTA DE LA FUENTE DEL BERRO

Esta quinta situada en el distrito de Salamanca, todo un oasis al lado de la M-30,  fue una de las primeras en construirse al este de Madrid. Propiedad primero de la Casa Real, a partir del siglo XIX se convirtió en un parque de recreo de la burguesía. Porque, atención, la quinta acogió en su día ¡un Parque de Atracciones! Se llamaban los Nuevos Campos Elíseos, con sus caballitos y su montaña rusa. El agua de su fuente fue muy alabada por los madrileños. Entre los elementos que nos podemos encontrar destacan el monumento a Bécquer, la estatua dedicada al poeta Pushkin, fuentes, cascadas y un par de pequeños estanques, además de un palacete. Aunque sus habitantes más famosos son los pavos reales que campan a sus anchas por el parque.

LA HUERTA DE LA SALUD

Hay que dirigirse hasta el distrito de Hortaleza para encontrar este parque, antigua finca de recreo, cuyos primeros propietarios fueron los duques de Frías. A finales del siglo XIX fue adquirida por el jurista Pedro Tovar, que la transformó en un complejo agrícola-industrial, del que nos ha quedado como testigo un enorme silo. Una torre poligonal que en sus tiempos causaba admiración y que hoy alberga un centro cultural y un mirador. ¡Sube y disfruta de las vistas!

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