Memoria digital del 2 de mayo

Categoría: Arte y Cultura 30 abril 2020

Muerte de Daoiz y defensa del Parque de Monteleón. Manuel Castellano. 1862. Biblioteca Digital Memoria de Madrid.

El 2 de mayo de 1808 el pueblo de Madrid se levantó contra el gobierno impuesto de Pepe Botella, hermano del emperador Napoleón Bonaparte, que días antes en Bayona había obligado a abdicar a Carlos IV y a su hijo Fernando VII. Así comenzaba la Guerra de la Independencia contra los franceses, que con el tiempo se convertiría en uno de los hitos fundacionales de la moderna nación española. Con motivo de esta efeméride celebran sus fiestas tanto la Comunidad de Madrid como el Barrio de Malasaña, cuyo nombre se debe al de una joven bordadora que desde el balcón de su casa facilitó pólvora y municiones a quienes defendían el desaparecido Parque de Artillería de Monteleón. En el mismo lugar donde se alzaba este arsenal se encuentra hoy la Plaza del Dos de Mayo y muy cerca de allí, el Museo de Historia y el centro cultural Conde Duque, sede de la Hemeroteca Municipal, la Biblioteca Histórica y del Archivo de Villa, que conservan documentos imprescindibles para la reconstrucción de los hechos, como proclamas, manifiestos y bandos, y obras de arte conmemorativas, cuadros, partituras y proyectos de monumentos en recuerdo de esta fecha grabada a sangre y fuego en la memoria de los madrileños. Aunque estos días sigamos confinados la mayor parte del tiempo en casa, gracias a la Biblioteca Digital Memoria de Madrid desde nuestros ordenadores podemos seguir disfrutando de este singular patrimonio.

Palacio de Monteleón 1869. Biblioteca Digital Memoria de Madrid.

El escritor cubano Alejo Carpentier dedicó el último capítulo de su obra El siglo de las luces (1962) al levantamiento del 2 de mayo en Madrid. Pese a que la historia de Víctor Hughes transcurre fundamentalmente en el Caribe y Francia, el autor aborda en las páginas finales de la novela la violencia que se vivió en las calles de Madrid, para poner punto y final, de manera simbólica, al ciclo revolucionario que inauguró la modernidad con la decapitación de Luis XVI en 1795 y se extendió como una mancha de aceite por América y Europa. Con sus palabras Carpentier hace hablar a las imágenes que vemos en la web de Memoria de Madrid.

Un confuso rumor llenaba la ciudad. Aunque nada anormal parecía suceder en la calle de Fuencarral, podía notarse que ciertas tiendas y tabernas habían cerrado sus puertas repentinamente. Detrás de las casas, en calles aledañas, parecía que se estuviera congregando una densa multitud. De pronto cundió el tumulto. Grupos de hombres del pueblo, seguidos de mujeres, de niños, aparecieron en las esquinas, dando mueras a los franceses. De las casas salían gentes armadas de cuchillos de cocina, de tizones, de enseres de carpintería; de cuanto pudiese cortar, herir, hacer daño. Ya sonaban disparos en todas partes, en tanto que la masa humana, llevada por un impulso de fondo, se desbordaba hacia la Plaza Mayor y la Puerta del Sol. (…..) ¡Mueran los franceses! ¡Muera Napoleón! El pueblo entero de Madrid se había arrojado a las calles en un levantamiento repentino, inesperado y devastador. Luego fue el furor y el estruendo, la turbamulta y el caos de las convulsiones colectivas. Cargaban los mamelucos, cargaban los coraceros, cargaban los guardias polacos sobre una multitud que respondía al arma blanca, con aquellas mujeres, aquellos hombres que se arrimaban a los caballos para cortarles los ijares a navajazos. Reinaba, en todo Madrid, la atmósfera de los grandes cataclismos, de las revoluciones telúricas en un inmenso clamor de «Dies Irae»./

Muerte de Velarde el dos de mayo de 1808. Manuel Castellanos. 1864. Biblioteca Digital Memoria de Madrid.

El pasaje de Carpentier viene a contarnos algo muy parecido a lo que Benito Pérez Galdós –de quien se cumple este año el centenario de su muerte– escribió en uno de sus episodios nacionales, El 19 de Marzo y el 2 de Mayo (1873).

En el Pretil de los Consejos, por San Justo y por la plazuela de la Villa, la irrupción de gente armada viniendo de los barrios bajos era considerable; mas por donde vi aparecer después mayor número de hombres y mujeres, y hasta enjambres de chicos y algunos viejos fue por la plaza Mayor y los portales llamados de Bringas. Hacia la esquina de la calle de Milaneses, frente a la Cava de San Miguel, presencié el primer choque del pueblo con los invasores, porque habiendo aparecido como una veintena de franceses que acudían a incorporarse a sus regimientos, fueron atacados de improviso por una cuadrilla de mujeres ayudadas por media docena de hombres.

La cólera de Napoleón. Biblioteca Digital Memoria de Madrid.

Aunque Galdós y Carpentier recrearan estos acontecimientos históricos con extraordinaria profusión, ninguno de los dos –a no ser que existan las máquinas del tiempo– vivieron a principios del siglo XIX para presenciarlos. Sin embargo quién sí vio con sus propios ojos lo que pasaba en las calles de Madrid fue el actor Rafael Pérez, de quien se conserva un diario datado entre mayo y diciembre de 1808 en la Biblioteca Histórica Municipal. El texto puede disfrutarse en formato audiolibro en la web de Memoria de Madrid. Aquí transcribo un fragmento que va en paralelismo con los anteriores, cuando el autor ya nos ha explicado que la gota que colmó el vaso e hizo estallar al pueblo fue el traslado forzoso a Francia de los infantes españoles.

(…) de todas partes corrían las gentes y huían los franceses a incorporarse a sus respectivos cuerpos; mataban a muchos, y en Palacio fue donde empezó el fuego, porque allí apareció la primera tropa francesa formada. A las doce empezó a entrar en Madrid la tropa francesa de los campamentos inmediatos y a la una había ya dieciséis mil hombres, que se distribuyeron por todo Madrid, ocupando la fuerza principal los puntos más importantes. Por todas partes se mataba, pero en el río, en la cercanía de Palacio y en las Maravillas era grande el estrago. En los principios, el paisanaje hizo dejar las armas a varios trozos de tropa, y en el Parque de Artillería hicieron nuestros artilleros dos descargas a los franceses que iban a apoderarse de la artillería, y hicieron una matanza horrible, pero no había munición con que seguir y los franceses se apoderaron de los cañones.

Alegoría del Triunfo de España y Fernando VII. 1814. Biblioteca Digital Memoria de Madrid.

Quién no pueda sumergirse en textos tan profusos y eche en falta un cómic que le resuma lo que pasó el día 2 de mayo de 1808 puede echar un vistazo al pliego de 24 aleluyas que se conserva en el Museo de Historia y que narra cronológicamente los hechos más significativos del levantamiento. Del inicio de las cargas en las proximidades del Palacio Real a los fusilamientos del día 3 de mayo. Desde el siglo XVI se conocen como aleluyas estas series de estampas que,  acompañadas de versos, relatan milagros y hechos históricos singulares, y que hasta no hace tanto fueron un importante herramienta de propaganda y divulgación.

Si bien la aleluya de la que hablamos está datada a mediados del siglo XIX, en los museos, bibliotecas históricos municipales se conservan grabados y panfletos que ilustran de mil maneras distintas esta larga Guerra de la Independencia en directo, mientras transcurría entre 1808 y 1814. Podríamos referirnos a la abdicación de Carlos IV en Bayona o a las entradas en Madrid, primero de Napoleón en diciembre de 1808 y ya en 1814 de Fernando VII. Pero sin duda son las caricaturas de la familia del emperador las que hoy nos parecen más divertidas.

Caricatura de la familia Napoleón. 1808-1821. Biblioteca Digital Memoria de Madrid.

Escucha Taylleran; estos son mis parientes, / haz q.e los laben y alistalos en la Legion de Honor, / Valgame Dios! quien me digiere q.e / habia de ver á mi primo Napo- / Leoncillo emperador de las Galias. / No hai cosa mas na / tural niño; tu desiendes / de él por linea de varón / y tienes un gran derecho al Trono / Calla! Es aquel el muchacho andrajoso de / quien solia Vm hablar / me? Quien sabe si a mi / me harán tambien / emperador? / Dios bendiga a S. M. I. y R. ¡que mudanza desde el tiem / po en que nos conocimos! / Los parientes del Corso en la Corte del Emperador de las Galias, ó primera extracción de los Napoleones»

Cuando seis años después del dos de mayo de 1808 todo había acabado, el levantamiento popular se convirtió en un símbolo y paso a representar la esencia misma del pueblo español. A partir de entonces se levantaron monumentos y pintaron cuadros conmemorativos, y también se escribió un himno, del que la Biblioteca Histórica conserva una partitura datada en 1815. La música se debe a Benito Pérez y la letra a Juan Bautista Arriaza. Fue interpretado en varias ocasiones en el Teatro de La Cruz. Aunque no se ha vuelto a tocar desde principios del siglo XIX, Memoria de Madrid ha recurrido una orquesta virtual para ofrecernos cómo suena en su canal de Youtube.

A Luis Daoiz y Pedro Velarde, que habían sido comandantes que lideraron el levantamiento y que murieron en la defensa el Parque de Artillería de Monteleón, la ciudad les ha dedicado una calle a cada uno y el monumento que actualmente se levanta en la Plaza del 2 de mayo. Hasta no hace tanto, en el Salón de Sesiones de la Casa de la Villa, se presentaban las pinturas que Manuel Castellano había hecho en homenaje a estos dos héroes, Muerte de Daoiz y defensa del Parque de Monteleón  y Muerte de Velarde el dos de mayo de 1808 y que ahora se exhiben en el Museo de Historia.

En el mismo museo también se conserva una pintura de Francisco de Goya a la que uno de nuestros compañeros, Eugenio Hernández, dedicó un fantástico post, “El cuadro de nunca acabar”. Esta Alegoría de la Villa de Madrid fue encargada por el Ayuntamiento durante el reinado de Francisco Bonaparte, cuya efigie ocupaba en un principio el medallón que hoy enmarca el lema “Dos de mayo”. Pero es que antes de esta fecha que recuerda el levantamiento popular hubo un retrato de Fernando VII y antes, incluso, la palabra que el Borbón más odiaba: “Constitución”, en referencia a la carta de derechos que los españoles nos otorgamos a través de las Cortes de Cádiz en 1812 mientras el rey permanecía en el exilio. Esta obra, el resto de documentos valiosísimos de los que hemos hablado y muchas otros de los que no podemos ocuparnos en esta entrada, los podéis descubrir en la Biblioteca Digital Memoria de Madrid, que no sólo abre virtualmente sus puertas durante estos días de confinamiento, pero que ahora es una ventana imprescindible a nuestra historia.

Alegoría de la Villa de Madrid. Biblioteca Digital Memoria de Madrid.

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