Queda poco para que podamos salir de Madrid y visitar de nuevo lugares de otros países. Mientras tanto, nos damos una vuelta por nuestra ciudad para descubrir rincones y monumentos que nos llevarán con la imaginación a otros mundos. No hace falta sacar billete. ¡Nos vamos!
Rumbo a EGIPTO
Junto al parque del Oeste, en lo alto del cerro donde, en sus tiempos, se alzaba el Cuartel de la Montaña, edificación militar del siglo XIX. Es ahí justo donde se encuentra el monumento más antiguo de Madrid, aunque su ubicación original no sea esta. El Templo de Debod es lo que parece: un templo egipcio, levantado en la región de Nubia en el siglo II a.C. Pero, entonces, ¿qué hace aquí? La respuesta es sencilla: fue donado por Egipto al gobierno español en 1968 en compensación por la ayuda prestada tras el llamamiento internacional realizado por la Unesco para salvar el templo de Abu Simbel, en peligro de desaparición debido a la construcción de la presa de Asuán.
El núcleo más antiguo de este monumento, que es también museo y se puede visitar, es la capilla de Adijalamani, que es el rey que lo mandó construir. Está dedicada al dios Amón, representado con forma humana. Sin embargo, como otros amones nubios, tenía cabeza de carnero, como así figura en el vestíbulo o en la fachada posterior. El Templo de Debod fue traído piedra a piedra hasta Madrid, donde fue reconstruido y situado de manera que conservase aproximadamente la misma orientación que en su lugar de origen, de este a oeste. Los atardeceres que se contemplan desde el mirador que hay justo a sus espaldas son los más bonitos de la ciudad. Dan ganas de gritar, bailar, saltar… ¡no te los pierdas!
Aunque está construida aquí en Madrid el Parque de El Retiro cuenta con una Fuente Egipcia, en uno de los laterales del estanque. Es del año 1850, una época en la que se quiso hacer de nuestro gran pulmón verde un lugar pintoresco, atendiendo a los gustos románticos del momento. El enorme vaso canopo, recipiente funerario del Antiguo Egipto, que lo preside es popularmente conocido como La Gorda, por sus formas redondeadas. Dos esfinges vigilan el conjunto.
De Egipto y de otros países podemos aprender mucho en la Casa Árabe, ubicada en las antiguas Escuelas Aguirre, un edificio neomudéjar construido en ladrillo junto al parque de El Retiro. La institución tiene como objetivo divulgar la cultura árabe a través de exposiciones, conferencias, conciertos y otras actividades.
Recuerdos de NUEVA YORK
Aunque ha pasado a formar parte de la historia de Madrid por ser el autor de los leones del Congreso de los Diputados -y por dar nombre a la calle más gastronómica de Chamberí-, Ponciano Ponzano es también el responsable de que nuestra ciudad tenga su propia Estatua de la Libertad, pero… ¡más antigua que la de Nueva York! Para contemplarla en todo su esplendor hay que visitar el Panteón de los Hombres Ilustres, construido en estilo neobizantino a finales del siglo XIX para acoger los restos mortales de todos aquellos que fueran considerados como especialmente relevantes en el devenir de nuestro país.
No todos son hombres. Si nos fijamos bien encontraremos una mujer. Hasta el jardín del Panteón fue trasladado en 1912 desde el hoy desaparecido cementerio de San Nicolás un mausoleo en el que descansan, entre otros, Mendizábal, político liberal, Argüelles, presidente de Las Cortes en 1841, y el jurista Calatrava. Para esta sepultura conjunta Ponzano ideó un monumento a la Libertad, coronado por esta mujer, esculpida en mármol de Carrara. Nuestro escultor la diseñó en 1853, 26 años antes que Frédéric Auguste Bartholdi hiciera la suya, que el gobierno francés regalaría a Estados Unidos con motivo del centenario de su independencia. Pero, ¿se parecen? Pues un aire sí se dan, sobre todo si nos fijamos en los rayos de su corona. Un detalle: la de Madrid es más pequeña. Mide dos metros frente a los 46 de la de Manhattan.
Un cementerio INGLÉS
Hasta Carabanchel tendremos que irnos si queremos conocer otro camposanto de lo más particular. El Cementerio Británico fue construido en 1854 para dar sepultura a todos aquellos ingleses que, al pertenecer con frecuencia a otra confesión, no podían ser enterrados en los cementerios católicos. Con el tiempo, acabaría abriéndose a otras creencias.
Abierto al público los martes, jueves y sábados (excepto días festivos) de 10:30 a 13 horas, este es un lugar realmente especial, con unas 600 sepulturas entre las que se encuentran algunas de personajes muy relevantes en la historia de nuestra ciudad. Uno de ellos es William Parish, director del Circo Price entre 1880 y 1916 y yerno del fundador, Thomas Price, un domador de caballos irlandés, perteneciente a una antigua estirpe de acróbatas. También podemos ver en este curioso cementerio las tumbas de Margarita Kearney Taylor, primera propietaria del salón de té Embassy, el francés Emilio Huguenin Lhardy, creador del famosísimo restaurante Lhardy o algunos miembros de la familia Loewe.
A todo MÉXICO
La forma más fácil de viajar hasta el país azteca es adentrándose en la Casa de México, un lugar para el encuentro e intercambio de conocimientos a través de conferencias, debates, talleres, cine y, sobre todo, exposiciones, como la que se puede ver ahora sobre Pedro Friedeberg, artista y diseñador que formó parte del grupo de los surrealistas mexicanos. En el palacete donde se ubica, en la calle de Alberto Aguilera, también hay sitio para la gastronomía. En su restaurante Puntarena podemos probar ceviche de cervina, maíz dulce, lima y chile cuaresmeño, jabalí al mezcal con hierbas, pulpo enamorado… ¡que no falte el tequila!
Pero, mucho antes de que este gran centro cultural abriera sus puertas, Madrid se había rendido a los encantos de este país y su cultura. Hay un paseo de México en el Parque de El Retiro, una escultura en honor al compositor Agustín Lara, autor del célebre chotis Madrid, en Lavapiés, otra en honor a la escritora Sor Juana Inés de la Cruz en el parque del Oeste… y hasta una cabeza olmeca en el Ensanche de Vallecas. No es original: fue realizada en el año 2005 a imagen y semejanza de otra tallada entre los años 1200 y 900 a.C que hoy se puede ver en el Museo Nacional de Antropología e Historia de Xalapa, en Veracruz, estado mexicano que donó a Madrid esta colosal obra de arte.
Aún nos queda otro rincón especial: el Espacio México, en el Parque Juan Carlos I, una espectacular escultura roja con forma de círculo, o de donuts si se prefiere, que es también un regalo, en este caso de la Ciudad de México, con motivo de la celebración de la Capitalidad Europea de la Cultura de Madrid en el año 1992. Está ubicada en la Pirámide III del parque, junto al embarcadero. Es una de las 19 piezas -la número 12- que integran la llamada Senda de las Esculturas, un recorrido didáctico por todo el recinto para que el visitante pueda entender las vinculaciones entre el Arte y la Naturaleza.
Aunque si te interesa el arte, no deberías dejar de pasarte por el Museo de América, con una colección de 25.000 piezas, entre ellas, algunas muy importantes precolombinas, etnográficas y virreinales. Las más antiguas pertenecen al Real Gabinete de Historia Natural fundado a mediados del siglo XVIII. En 1771 el rey Carlos III creó uno nuevo al que se incorporaron objetos procedentes de las primeras excavaciones arqueológicas realizadas en América y otros recogidos en las expediciones científicas.
BERLÍN tan cerca
A su inauguración, en 1967, no acudió Willy Brandt, al que le quedaba muy poco para convertirse en Canciller de Alemania Occidental, pero sí lo hizo el embajador alemán, que pudo presenciar cómo Berlín y Madrid quedarían para siempre hermanadas. Las dos ciudades comparten un símbolo muy especial, el oso, animal al que está dedicada una escultura en este Parque de Berlín, en el barrio de Ciudad Jardín, en el distrito de Chamartín. No es la única, hay más, por ejemplo la que recuerda el músico alemán Beethoven, nacido, eso sí, en Bonn. Su cabeza, realizada en bronce, descansa sobre un piano enclavado en una doble grada.
Pero, sin duda, el monumento que más miradas concita en el parque es la fuente, casi estanque, que conserva tres paneles de hormigón que en su día pertenecieron al Muro de Berlín. Tal y como recuerda una placa, fueron colocados aquí el 9 de noviembre de 1990, justo un año después de su caída, momento histórico que significó el principio de la reunificación alemana.
En Madrid tenemos una iglesia dedicada a los alemanes, aunque, todo hay que decirlo, no siempre fue así. Hablamos de San Antonio de los Alemanes, en el barrio de Chueca. A principios del siglo XVII, Felipe III ofreció el templo y el hospital contiguo a enfermos y peregrinos portugueses que pasaban por Madrid. Cuando en 1640 la corona española perdió Portugal, la iglesia dejó de acoger a súbditos portugueses. En 1688, Mariana de Austria lo cedió a los alemanes católicos que acompañaron hasta Madrid a Mariana de Neoburgo, esposa de su hijo, Carlos II. De planta elíptica y decorada con espectaculares frescos, es uno de los mejores ejemplos del barroco madrileño.
Un puente hacia ANDORRA
Es uno de los numerosos puentes que cruzan Madrid Río, una pasarela peatonal de color verde y con forma de y griega. Su nombre oficial es el de Principado de Andorra desde el año 2011, fecha en la que nuestra ciudad quiso agradecer al cercano Principado haber llamado a uno de sus puentes Madrid. Uno por otro. Hay quien piensa que sus brazos simbolizan los dos valles de Andorra, Valira del Norte y Valira de Oriente, pero lo único cierto es que uno sirve para conectar el parque con el distrito de Latina y otro para unirlo a Arganzuela. Fue construido en 2009 por MRIO Arquitectos Asociados S.L. y WEST 8.
Y ADEMÁS…
Podemos jugar en Madrid a encontrar elementos que nos recuerden a otras ciudades y otros países. Una sirenita, aunque no sea la de Copenhague, se esconde en el barrio de Chamberí, en una manzana entre las calles Guzmán el Bueno, Julián Romea, General Rodrigo y General Dávila, donde se abre un paisaje comercial y una amplia zona de jardines (son privados). Ahí está Skandia… Es obra de José María Palma Burgos, autor también de la llama del Perú que se encuentra, recostada, en la plaza de Lima.
En el Parque de Roma, en el barrio de La Estrella, hay un monolito que conmemora la dedicación de este espacio a la ciudad italiana. Es una réplica a mayor escala del ara o altar familiar del siglo II que, procedente de la ciudad de Mérida, se conserva en el Museo Arqueológico Nacional y cuya función original era la realización de sacrificios expiatorios.