Helados artesanos
Categoría: Comer y beber
25 agosto 2020
En el Mercado de San Miguel el puesto de Rocambolesc es toda una tentación..
A nadie le amarga un dulce y mucho menos si aún estamos en pleno verano. En Madrid existen numerosos establecimientos cuyos productos te aportarán una buena dosis de energía… y buen humor. En cucurucho o en tarrina ¡qué bien sienta un helado!
¿Qué sabor te gusta más? En Mistura hay dónde elegir.
Parece ser que fueron los persas los primeros que pensaron en guardar hielo y nieve de las montañas en grandes espacios, refrigerados de forma natural, para después dejar que se derritiera en la boca ya en la época de calor. Por lo visto a Alejandro Magno y al mismísimo Nerón les gustaba enfriar sus jugos de fruta y vino de idéntica manera. Ya en la Edad Media el hielo comenzó a mezclarse con frutas, pero no fue hasta el siglo XVII cuando abrió sus puertas lo que podríamos considerar como la primera heladería, el Café Procope de París, inventado por el siciliano Franceso Procopio de Coltelli. Luis XIV de Francia ya tomaba helados ¡de vainilla y chocolate!
Nadie se resiste en Madrid a un helado de Palazzo (©Palazzo).
Hechas ya la presentaciones históricas, entremos en materia. De un tiempo a esta parte han proliferado en Madrid numerosas heladerías artesanas, con productos mucho más sanos y naturales que los industriales. El camino lo marcaron referentes como Los Alpes, en Chamberí, la heladería más antigua de Madrid, Sienna, en la calle Narváez, o Palazzo, con 13 locales a los que apetece siempre volver y volver. Estas que hoy recorremos son algunas de las más originales que hemos encontrado. Toma nota ¡y disfruta!
Sencillos y sin adornos. Así son los helados de Mistura (©Mistura).
Son varios los establecimientos de Mistura distribuidos por toda la ciudad. Aunque uno de los más frecuentados es el que se sitúa en plena Plaza Mayor. Los suyos son helados sencillos, sin adornos, de un único sabor, elaborados con leche fresca de granja, nata y los propios ingredientes: pistachos, vainilla, chocolate… Es un espectáculo ver cómo se ponen a amasar todo delante de ti, sobre una piedra de granito a -20º, para dar forma a tu helado. Los sorbetes llevan mucha fruta fresca y poco más.
Los helados de Rocamboles son divertidos… ¡y a todo color!
A solo unos pasos, en el Mercado de San Miguel, este puesto de helados súper especiales lleva la firma de Jordi Roca, uno de los hermanos propietarios de El Celler de Can Roca, en Girona, uno de los mejores restaurantes del mundo. Este maestro del dulce ha dado rienda suelta a su imaginación en Rocambolesc, con propuestas de lo más divertdas. Aquí -y en su puesto del Gourmet Exprience de Serrano– hay helados con cucurucho, en tarrina, envasados y también polos, como el Rocanas, inspirado en la prominente nariz del autor, que es un sorbete de fresa con agua de rosas, el Oso de Madroño, con madroño, claro, pero también con melocotón, o el Helado Oscuro, todo un homenaje a Star Wars, de arándanos con vainilla.
Pero, ¡qué pinta! Si quieres probar algo realmente original, tienes que ir a La Pecera (©La Pecera).
¡Al rico y bonito helado! Si eres de los que come con la vista, La Pecera, con locales en las calles Velarde y Tetúan, es tu sitio. No hay dulces más pintones en toda la ciudad. Y es que aquí los cucuruchos han sido sustituidos por una masa al más puro estilo gofre con forma de pez, al modo de los taiyakis japoneses. Eso en la parte de abajo, pero ¿y en la de arriba? Helado soft, que se realiza a una temperatura más alta de lo normal para que la textura sea más cremosa y el sabor más potente. Los hay de muchísimos sabores. Y lo mejor: se pueden decorar con todas las variedades de toppings que puedas imaginar.
Pues sí. Este helado de Popota es de croissant (©Popota).
Y hablando de peces… En la calle del Pez, en Malasaña, abre sus puertas esta heladería cuyos productos se elaboran diariamente con ingredientes sostenibles, con denominación de origen, y bajos niveles de azúcar. Aquí utilizan las técnicas más sofisticadas de la alta cocina y las mejores materias primas, como la vainilla fresca de Madagascar. Atención a su carta. Puedes pedirte un Frankfurt, que no es otra cosa que una falsa salchicha de helado de avellana con salsa de frambuesa y cereza , en lugar de tomate, y otra de mango y maracuyá en lugar de mostaza. Pero también puedes pedirte el helado de gofio canario, el de croissant o el trifásico, de café con Baileys. Todo, en una tienda inspirada en el universo cinematográfico de Wes Anderson.
Bico de Xeado, una marca gallega que triunfa en Madrid (©Boca de Xeado).
Hasta el barrio de Chamberí y hasta la Plaza Mayor han llegado los helados de esta firma gallega, que elabora todos sus productos con leche de vacas que viven felices en la granja que tienen en A Coruña. Su proceso de trabajo y materias primas nos garantizan una inmejorable textura y completa homogeneidad en el cuerpo del helado, especialmente cremoso. Nata, vainilla, chocolate, turrón, café… son solo algunos de sus sabores.
En N2Lab hacen los helados con nitrógeno líquido (©N2Lab).
La icre cream revolution llega de la mano de N2Lab, en pleno barrio de Chueca. Más que una heladería esto es un auténtico laboratorio en el que el nitrógeno líquido es el auténtico protagonista. Solo trabajan con siete sabores (nata, fresa, vainilla negra, soja, chocolate, té verde y salty caramel). Pero, mezclados con toppings, permiten hacer combinaciones infinitas. Aunque aquí lo más famoso son ls bolas de dragón, bolas de maíz que congelan con el nitrógeno y sirven en vaso… ¡con mucho humo!
Silvia Roba