El 21 de junio es el Día Europeo de la Música. Una excusa perfecta para visitar los talleres de algunos de los maestros artesanos que fabrican en Madrid guitarras a mano. La sabiduría de estos lutieres es infinita. Su buen oficio nos regala obras de arte que perdurarán en el tiempo y en la memoria.
La primera pregunta parece obligada: ¿qué es un lutier? Podríamos decir que, básicamente, es la persona que construye o repara instrumentos musicales de cuerda. Pero esta definición parece más bien escasa si de lo que se trata es de entender un trabajo que consiste en crear emociones. La palabra francesa que define su oficio comenzó a ser utilizada en España allá por el siglo XVIII aunque ya tres centurias antes existían en España los lauderos y citoleros, que darían paso, poco a poco, al gremio de los violeros. La violería ibérica fue clave en el origen y desarrollo de muchos de los instrumentos musicales antiguos. Entre ellos, las guitarras. Hoy en Madrid encontramos a verdaderos maestros de un arte que es magia. Modelar la madera para que alguien pueda hacerla sonar solo se consigue con grandes dosis de paciencia y vocación.
Andrés Segovia, Francisco Tárrega, Narciso Yepes, Paco de Lucía o incluso George Harrison, Eric Clapton y Mark Knopfler rasgaron alguna vez las cuerdas de una de estas guitarras, fabricadas a mano en Madrid desde 1882. La casa fue fundada por José Ramírez, que aprendió el oficio a los 12 años en el taller de Francisco González, en la Carrera de San Jerónimo. Más tarde se instaló por su cuenta en El Rastro y, después, en la calle de Concepción Jerónima, muy cerca de la actual tienda, que ejerce también como museo.
La llamada Escuela de Madrid de Constructores de Guitarra dio sus primeros pasos de la mano de don José, tatarabuelo de Cristina y José Enrique, sobrinos de Amalia Ramírez, una de las primeras mujeres en entrar en el mundo de la construcción de la guitarra. Hoy son ellos los que están al frente del taller, que abre sus puertas en el número 10 de la calle General Margallo. Junto a ellos recordamos la historia de su familia, que siempre ha llevado por bandera la innovación. Fue el patriarca de la dinastía quien creó la guitarra de tablao, que cambió para siempre el mundo del flamenco. Los principales artistas recurrieron a él para conseguir un instrumento con mayor proyección acústica, que pudiera escucharse entre el cante y las palmas.
A José Ramírez III debemos el descubrimiento del cedro rojo para la tapa armónica. Es una de las maderas que hoy siguen utilizando sus descendientes. También el palosanto de India o de Madagascar, la de abeto o ciprés. Ser centenarios les ha permitido conservar materia prima con hasta 60 años de antigüedad… Es todo un placer escuchar a estos maestros. Para ver su obra basta con acercarse hasta aquí o visitar, por ejemplo, el MoMA de Nueva York donde una Ramírez cuelga en una de sus paredes.
De las manos de los maestros artesanos que llevan más de cien años dando vida a este taller han pasado a las de Paco de Lucía, Pepe Habichuela, Bob Dylan… Así han viajado las guitarras de Felipe Conde, desde cuyo local, a solo unos pasos del Teatro Real, se han moldeado miles de historias a la vez que la madera. Cedro, palosanto, ciprés español, ébano… Cada material, cada palabra y cada nota resultan evocadoras en esta guitarrería que recibe encargos desde cualquier rincón del mundo.
Las piezas que realizan con mimo Felipe Conde y sus hijos, María y Felipe, son embajadoras, allá donde van, de nuestra cultura. Domingo Esteso, uno de los máximos exponentes en la historia de la guitarra española, fue el fundador de esta casa, cuyos orígenes se remontan a 1882. Comenzó trabajando de aprendiz en el taller de Manuel Ramírez y después se independizó junto a su esposa, Nicolasa Salamanca, encargada de barnizar los instrumentos.
En 1926 entró a trabajar en el taller su sobrino, y tío del actual propietario, Faustino Conde, y en 1929, su padre, Mariano. Felipe hizo lo propio a los 14 años… Desde entonces hasta hoy trabaja con una misma premisa: “el respeto a la tradición y el contacto con el público y el profesional, que me dan la clave para mejorar e investigar en el sonido de mis guitarras”.
Se llama Yunah y es la única mujer coreana del mundo que se dedica a fabricar guitarras clásicas españolas. Y lo hace desde su taller en el barrio de Malasaña, el mismo donde lo aprendió todo de la mano del lutier Ángel Benito. Ella nació hace 38 años en Seúl, se tituló en la Universidad de Corea y llegó a España para completar sus estudios. Quería ser profesora de guitarra pero pensó que sería estupendo volver a su país y dar un concierto con un instrumento creado por ella.
Como no encontró una escuela vino a Madrid para preguntar a los profesionales cómo podía construir una guitarra. Y así comienza su historia… Tardó un año en realizar la primera, después de pasar uno entero solo mirando a su maestro. Hoy es la gente, curiosa, la que observa a través de las ventanas de su taller cómo trabaja. “Mis instrumentos están siempre construidos con las mejores maderas, seleccionadas con especial atención a sus cualidades estéticas, elásticas y a sus prestaciones sonoras”, comenta al tiempo que explica la emoción que siente al tocar y oler por primera vez la madera en bruto. Hacer con ella objetos que suenan lo es todo para ella. Si por algo se distinguen sus guitarras es por su sonoridad, muy española y tradicional. En sus manos sigue vivo un oficio que es puro amor.