Puede que en Madrid no haya playa pero sí existe un lago a cuya orilla es posible disfrutar de la brisa y el sol. Estos restaurantes con terraza conforman un auténtico paseo marítimo dentro de uno de los pulmones verdes de la ciudad, la Casa de Campo, con vistas al Palacio Real y el skyline más clásico. ¡El sitio perfecto para el verano!
Situado en la zona oeste de la ciudad, la Casa de Campo es un bosque de pinos y encinas, que ocupa una extensión de 1.700 hectáreas. Tiene su origen en la villa de recreo de la familia Vargas, una de las más ricas de Madrid a principios del siglo XVI. Más tarde pasó a ser propiedad de la Casa Real: el lago actual procede de la unión de los embalses originales realizados por el ingeniero holandés Pierre Jasen para divertimento de los reyes allá por el año 1560. Parece ser que Felipe III, siendo príncipe, organizó una sesión de patinaje sobre hielo en uno de ellos… Sentados hoy en las terrazas que se despliegan por su orilla es posible disfrutar de unos atardeceres únicos, con el Palacio Real y la Catedral de la Almudena de fondo. ¿El metro más cercano? La estación de Lago.
Atención a su carta: salmorejo de pimientos asados, bonito marinado y olivas, rossejat de mariscos, tosta de tartar de atún rojo, ostras normandas. Situado junto a la orilla del lago de la Casa de Campo, Villa Verbena se ha convertido en uno de los sitios de moda en Madrid. Y más ahora, en pleno verano. Una espectacular terraza al aire libre y un cenador acristalado forman este nuevo y concurrido espacio gastro, resultado de la unión entre el revolucionario hostel The Hat Madrid y el grupo TriCiclo, con varios locales repartidos por la ciudad. Casi todos los platos son perfectos para compartir. Además, existe un apartado de cocina non stop que incluye la mayoría de los entrantes y algún plato más como pincho de tortilla, matrimonio de anchoa y boquerón o patatas bravas con alioli de ajo asado. El sitio ideal para comer y, por supuesto, para saborear la noche, con una fórmula irresistible: cenas de brisa y brasa. La parrilla de carbón es el alma de Villa Verbena. Ahí van algunas propuestas: pulpo gallego, lubina salvaje, rapito de barriga negra… Como si estuviéramos junto al mar, pero con vistas al Palacio Real.
Existe un ancla en la Casa de Campo, de gran porte, realizada en hierro forjado, procedente de la fragata Numancia, que la Real Liga Naval Español regaló al pueblo de Madrid en 1979. Este otro Ancla recién llegado a orillas del lago le rinde homenaje en el nombre. Y también a la mesa, con algunos platos que siempre apetece comer junto al mar, como el arroz con bogavante. Aunque su gran especialidad es la carne a la parrilla. Su horario es tan amplio que lo mismo puedes desayunar que cenar, comer que darte el capricho de un buen tardeo, con raciones (croquetas de jamón, sepia…), que son perfectas para compartir, o platos de lo más madrileños, como los callos, las patatas bravas o el tradicional pincho de tortilla de patata. Cuenta con salón acristalado y terraza, junto a un plátano que lleva dando sombra más de dos siglos.
Pez limón, mejillones bravos, croquetas de carabineros… Puro mar solo para empezar, que habrá que dejar sitio para sus estupendos arroces (algunos en guiso, como la Olla Marinera) y pescados (lubina asalvajada, caballa azul de temporada) preparados a la brasa de carbón de encina. Basada en productos frescos y de calidad, su carta es toda una tentación, con filosofía propia. Así nos lo cuentan: “Del mar han nacido sabores únicos e inconfundibles. Sabores que hoy reinventamos y ponemos al fuego en nuestras cocinas, para crear platos que sorprendan al paladar”.
Un poco de tradición y mucha naturaleza. Este es el binomio por el que apuesta El Urogallo, donde cada plato está elaborado con auténtica pasión. Hasta aquí se viene para compartir, no solo momentos, también las patatas especiales de la casa (con mayonesa y pimientos de Guernica), unos calamarcitos, una ensaladilla rusa, un pastel de cabracho o unos buñuelos de morcilla. Delicias todas que forman parte de su carta de picoteo, aunque hay otra a disposición de los clientes más elaborada, con los pescados y las carnes como principales protagonistas. Como postre, tarta de queso con vistas al lago.
Dicen los anfitriones de este nuevo espacio de moda que lo que ellos ofrecen es, simplemente, paz. Y, seguramente, tengan razón. Nada puede ser más placentero que comenzar la mañana con un café bombón en plena Casa de Campo, rodeado de azules y verdes. Cualquier hora es buena para reservar mesa. A la hora de la comida a los comensales les espera, por ejemplo, un chuletón de buey o un bacalao provenzal. Pero para después quedan otras propuestas más ligeras que se completan con una amplia selección de cócteles. ¿Qué tal un Sex on the Lake con licor de sandía? Habrá quien prefiera un Lake Paradise con zumo de naranja y jengibre.
Y, por último, todo un clásico junto al embarcadero, tan al borde del agua que tendremos la sensación de estar a bordo de un barco. Un restaurante de cocina hispano-argentina, entre cuyas especialidades destacan carnes a la brasa, como el lomo bajo de cebón en tira y los chuletones gallegos.