Con motivo del Festival MOM -que en 2021 cumple nueve años- durante un fin de semana se abren de manera excepcional más de 100 bienes patrimoniales que normalmente están cerrados al público general. Aunque esta edición se ha dedicado especialmente a Francisco Sabatini, el arquitecto de la Puerta de Alcalá, nosotros nos hemos acercado a conocer el Hospital de Jornaleros de Antonio Palacios, actual sede de la Consejería de Transportes y Infraestructuras de la Comunidad de Madrid. Los días 16 y 17 de octubre podrá visitarse con inscripción previa en https://www.mom.reservaspatrimonio.es/
No es la primera vez que escribo sobre el arquitecto que, pese a tener un apellido tan ostentoso como el de Palacios, dedicó buena parte de su carrera profesional a la construcción de algunos de los edificios públicos más singulares de su tiempo. Se oye decir a los guías que Antonio Palacios fue el «Gaudí madrileño» y aunque las comparaciones son siempre odiosas, que duda cabe de que los dos dieron una impronta personal a las ciudades que todavía hoy reúnen la mayoría de sus obras. Basta colocarse en Cibeles y mirar en dirección a la Puerta del Sol para ver desde allí seis edificios del arquitecto: el antiguo Palacio de Telecomunicaciones (hoy Ayuntamiento de Madrid), el Edificio de las Cariátides (hoy Instituto Cervantes), el Círculo de Bellas Artes, el Banco Mercantil e Industrial (Sala Alcalá, 31) y el Casino de Madrid.
Antonio Palacios se formó en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde conoció al profesor Ricardo Velázquez Bosco, autor del Ministerio de Agricultura entre otros edificios de enorme proyección escenográfica. A lo largo de su trayectoria se mantendría fiel al lenguaje ecléctico del maestro, que combinaba elementos decorativos de diferentes estilos artísticos (clásicos, mudéjares, medievalizantes) con un sentido volumétrico a la medida de los grandes espacios de la ciudad moderna. Sin embargo, poco a poco, Palacios fue mucho más lejos al incorporar en sus obras los avances de las arquitecturas norteamericanas y centroeuropeas. A la Escuela de Chicago le debe la búsqueda de un funcionalismo que no está reñido con el ornamento: grandes ventanales, las plantas diáfanas y vigas de acero a la vista. Y a la sezession Vienesa, cierta concesión expresiva que le acercaba de un modo nuevo a la tradición de Herrera y Villaneuva.
Después del auge del llamado racionalismo madrileño y pasada ya la Guerra Civil española, la obra de Antonio Palacios empezó a considerarse un producto kitsch de su tiempo. No fue hasta la década de los ochenta, cuando se reivindicó bajo el filtro de la posmodernidad. Toda esa mezcolanza de influencias diversas e inclusos paradójicas cobraron entonces un enorme valor para los jóvenes arquitectos. Prueba de esto es el abandono del Hospital de Jornaleros de la calle Maudes desde 1964 hasta 1981, cuando la Comunidad de Madrid decide comprarlo y restaurarlo para sus oficinas.
El Hospital de Jornaleros es la segunda gran obra que realiza junto a Joaquín Otamendi Machimbarrena. Aunque trabajaron simultáneamente en el Palacio de Cibeles, el edificio del que hablamos se proyecto más tarde y se inauguró antes, en 1916, y responde a planteamientos todavía más atrevidos. Era un encargo de Dolores Romero y Arano, viuda del empresario ferretero Curiel y Blasi, para atender a los vecinos más pobres y necesitados que malvivían en las barriadas de Tetuán y Cuatro Caminos. Los historiadores de la arquitectura suelen subrayar el uso de los sillares de granito a penas desbastados como un rasgo propio de esta primera fase arquitectónica de Antonio Palacios. También vemos el uso de la cerámica vidriada, en este caso atribuida a Daniel Zuloaga, y del trencadís (azulejos rojos y dispuestos de manera aleatoria) de influencia modernista. Sin embargo lo más interesante del edificio es la propia disposición de los espacios, las enormes salas de los enfermos abiertas a los jardines y con ventilación cruzada, los pasillos amplios y alicatados, el uso de la luz natural en todos los ámbitos y la ordenación racional de los movimientos en torno a un patio monumental.
Entre los años 1981 y 1984, el arquitecto Andrés Perea Ortega se ocupó de su rehabilitación. Tuvo el acierto de no retirar los elementos originales que se habían conservado y de diseñar un mobiliario que dialogara con el de Antonio Palacios. Aquí se han grabado series de televisión y películas, y aunque jamás nos hubiese gustado ser uno los pacientes que acogió entre sus sólidos muros, hoy podemos apreciar el enorme regalo que les hizo el arquitecto con un edificio funcional y hermoso. Los días 16 y 17 de octubre podrá visitarse con inscripción previa (https://www.mom.reservaspatrimonio.es/) a las 12 y a las 17 horas gracias al festival Madrid Otra Mirada (MOM), organizado por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid.