Este año Madrid es la Capital Gastronómica de Iberoamérica. Por toda la ciudad encontramos restaurantes en los que disfrutar de los ricos sabores de Argentina, Perú, Cuba, Brasil… y México. ¿Qué tal unos tacos? ¿Unos tamales? Picante y rebosante de color, la cocina de este país es de lo más variada y sorprendente. No te pierdas estas direcciones.
Hace casi una década, Roberto Ruiz se propuso traer a España la esencia culinaria de México como nunca antes se había hecho, lo que le permitió conseguir la primera estrella Michelin para un restaurante mexicano en Europa, el ya desaparecido Punto MX. En su nueva propuesta, recorre, gastronómicamente hablando, los casi 8.000 kilómetros del litoral Pacífico, desde Ensenada y Baja California hasta Chiapas. ¿El resultado? Una cocina ligera, fácil de entender y ¡perfecta para disfrutar! La carta comienza con deliciosos entrantes como el guacamole servido con chicharrones para, después, continuar con aguachiles y ceviches de pescados frescos. Platos imprescindibles son la lubina a la talla, el taco al pastor negro de cerdo ibérico y el tuétano a la brasa con tostadas de atún rojo toreado y emulsión de chiles serranos. Para redondear todo, una torrija tres leches de postre, y alguno de sus cócteles, inspirados en paradisiacas playas.
“Ir en busca del origen de las cosas, de aquel primer eslabón en el que surgen las materias y los ingredientes, el ser cada vez más fiel al entorno del que éste provino”. Esta es la filosofía que impera en el restaurante de Casa de México en España. En la carta encontramos platos sencillos que resaltan la frescura y el sabor de la comida del mar, pero también la equilibrada fusión de la cultura mexicana con la de otros países. Como ejemplo, pulpo enamorado -con aguacate, encurtidos y salsa de chile de árbol-, el rollo de txangurro con atún, los gambones a la plancha con pimienta de cayena de la casa o el atún rojo Chemita, con mantequilla y soya y puré de papa.
Tepic ha apostado desde sus inicios por la autenticidad de sus platos, que reflejan a la perfección toda la personalidad y sabor de la cocina mexicana. Y, como muestra, sus panuchos yucatecos (gorditas de maíz azul con chorizo acompañadas de frijol refrito, queso, crema, cebolla morada y aguacate), los aguachiles de camarón y las enmoladas (tortillas de maíz rellenas de pollo o queso, bañadas en mole poblano hecho en casa). Condimentados, todo, con productos de su huerto (chiles, jícama, epazote, tomatillo…). ¿Y para beber? Habrá que elegir entre su amplia carta de cócteles. Quizás un Rojo Atardecer, con mezcal, angostura, zumo de naranja, frutos rojos y flor de Jamaica.
Una experiencia gastronómica divertida, única, diferente… y de la mano de Roberto Ruiz. Una antojería de lo más singular que se inspira en su decoración en un salón mexicano de los años 40, en la que está muy presente, con silueta y texturas, la serpiente que da nombre al espacio. Los totopos norteños a la brasa y las alitas ahumadas con virutas de nogal y bañadas en salsa de chile de árbol son irresistibles. Aún hay más: los bartenders utilizan unos originales shakers, especialmente diseñados para lograr la margarita perfecta.
Una de las mejores taquerías del momento gracias a una elaborada propuesta que fusiona técnicas e ingredientes mexicanos, españoles y de otras culturas. A los mandos, Fernando Carrasco y Julián Barros, que han elaborado una carta que da todo el protagonismo a los tacos, algunos tan originales como el de panceta glaseada con chipotle y tamarindo o el de oreja y sepia con salsa de chile habanero. El guacamole se presenta en el típico molcajete mexicano de piedra volcánica.
“Somos mexicanos y buscamos lo extraordinario”. Esta es la tarjeta de presentación que nos brinda Sal Mestiza, bañado por una cálida luz que representa el sol de México. La elegancia de lo simple y el gusto por compartir está presente en su carta, muy actual. Entre sus platos, quesos fundidos, aguachiles de langostinos y tacos Mestizo, los de la casa. De cochinita pibil, suadero, papas con chorizo, flor de calabaza o setas, van acompañados de sus salsas secretas.
¡Que comience el fuego santo! Aquí la comida se prepara siguiendo un ritual sagrado en el que hasta se pide permiso a la cocina para poder preparar los alimentos. Santita es un homenaje a la cocina de humo mexicana y, sobre todo, a las mujeres que la dan vida. Como botanas, santísimas guacamoles y padrísimas tostadas de atún rojo. Para taquear, pollo zarandeado sobre las brasas. Y si de santas burradas se trata, un burrito tentador: el de gambón al carbón.
Porco Rosso es un encuentro de culturas, de paladares viajados, de música jazz, latin y r&b, la comunión entre diferentes zonas de México y su frontera con Estados Unidos. Un ahumador urbano de cocina low & slow que consigue en sus platillos todo el sabor y la máxima jugosidad. Atención a los desayunos a la mexicana (huevos rancheros, chilaquiles…) ¡para durar una semana!
Bueno, bonito, guay… Eso es lo que significa Chido. Y es lo que quiere ser este restaurante, que le da una vuelta, a las taquerías convencionales con un ambiente algo canalla y su particular toque de fusión. Dos ejemplos: patatas bravas con espuma de chipotle y el Arre Burrito Arre, con queso manchego. ¡Qué buena onda!
Muchos madrileños descubrieron la cocina mexicana hace 25 años gracias a este restaurante, fundado en 1995 por Julio Sánchez y el cantante y compositor Joaquín Sabina. Hoy tienen numerosos locales distribuidos por toda la ciudad, pero el de Belén fue el primero. Nachos con guacamole, enchiladas para compartir, fajitas de pollo, alambres de arrachera, tacos al pastor… Todo, aderezado con una decoración alegre y colorista, realizada por artistas latinos.