El invierno es menos frío con una capa de Casa Seseña sobre los hombros. Desde el taller de esta centenaria tienda madrileña continúan realizando de forma totalmente artesanal unas prendas que han llevado desde Pablo Picasso a Luis Buñuel o Bruce Springsteen. Esta historia no tiene final.
“Quiero y mando que toda la gente civil y sus domésticos y criados que no traigan librea de las que se usan, usen precisamente de capa corta (que a lo menos les falta una cuarta para llegar al suelo) o de redingot o capingot y de peluquín o de pelo propio y sombrero de tres picos, de forma que de ningún modo vayan embozados ni oculten el rostro”. Así rezaba el bando publicado el 10 de marzo de 1766 por orden del marqués de Esquilache, diplomático italiano al servicio de Carlos III. Lo que pretendía con él era erradicar el uso de la capalarga y el chambergo (sombrero de ala ancha) bajo el argumento de que ambos permitían el anonimato y la facilidad de esconder armas. Pero al pueblo no le gustó la idea: la medida fue vista como la imposición de una moda de procedencia extranjera. Todo acabó con un motín de sobra conocido. Pero la capa, ¿siguió usándose? Pues al principio, menos, por el temor de la propia gente a los bandidos. Con el tiempo sería recuperada: en el siglo XIX fue introducida en los ambientes más selectos como símbolo de elegancia.
La capa es una prenda de vestir larga, suelta, sin mangas y abierta por delante que se sujeta al cuello y cubre casi todo el cuerpo, ensanchándose gradualmente hacia la parte inferior. En Madrid, donde siempre ha sido muy típico llevarla, existe un lugar de referencia para hacerse con una de ellas: Casa Seseña. Esta tienda centenaria, fundada por Santos Seseña en el año 1901, es historia viva de nuestra ciudad.
Con el comienzo de siglo, las sastrerías de Madrid empezaron a abandonar la confección de la capa española debido a la irrupción de otros estilos. Santos, sin embargo, no sólo decidió seguir apostando por ella. Profundizó, además, en su diseño, adaptándola a los nuevos tiempos, hasta alcanzar una gran notoriedad entre la sociedad madrileña. Su hijo Tomás ayudó a internacionalizar la capa al relacionarse de forma habitual con personajes influyentes de la cultura.
Fueron su viuda, Conchita Díez -responsable de la primera línea de mujer– y su hijo Enrique quienes decidieron que la sastrería familiar, dedicada hasta entonces a la realización de todo tipo de prendas clásicas para hombre (trajes, gabanes, gabardinas…), se especializara en lo que mejor sabía hacer. En los años sesenta Casa Seseña pasó a hacer solo capas. En 1965, Enrique Seseña montó un taller en la calle de la Cruz, donde hoy se siguen cortando y cosiendo las capas una a una, ahora bajo la dirección de Marcos Seseña.
Muchos de los autores clave de la literatura española del siglo XX, como Valle-Inclán o Pio Baroja, fueron incondicionales de esta prenda. En 1955, el torero Luis Miguel Dominguín regaló una capa bordada de Seseña a Picasso, que fue enterrado con ella puesta. También han lucido capa de esta firma Luis Buñuel, Ernest Hemingway, Federico Fellini, Marcello Mastronianni, Bruce Springsteen, Catherine Deneuve… Toda una lista de célebres personajes a los que hay que sumar al esquiador Francisco Fernández Ochoa, que recogió su medalla de oro en los Juegos Olímpcos de Sapporo de 1972 envuelto en una capa Seseña, y a Camilo José Cela, que hizo lo propio en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura en 1989.
En la actualidad en Capas Seseña se puede adquirir La 1901, modelo que toma el nombre del año de fundación de la casa. Una prenda de ayer, de hoy y de mañana, que no está sujeta a modas, ya que la capa en sí apenas ha variado desde el Siglo de Oro hasta nuestros días. Pero, ¿cómo hay que llevarla? Sigamos las recomendaciones de los expertos: “con naturalidad y soltura. Va sobre los hombros, no oprime el cuerpo y calienta más que un abrigo”.
En Seseña siguen apostando por los métodos artesanales tradicionales, midiendo, cortando y cosiendo la tela de la misma forma que se hacía hace más de cien años. “La lana de nuestras capas proviene de las ovejas merinas. Las aguas minerales de la sierra de Béjar (Salamanca) aportan cualidades únicas, creando una lana muy densa y ligera que mantiene a la perfección las propiedades caloríficas”, comentan.
Pero como los tiempos cambian, en esta centenaria tienda no solo encontramos modelos clásicos. La llegada de Marcos Seseña ha supuesto un cambio de imagen, ahora más fresca, que llega a todo tipo de públicos, jóvenes y mayores, hombres o mujeres. ¿Un ejemplo? Su colaboración en 2021 con la firma Peseta, que ha dado como resultado modelos de color negro y mostaza con estampados en el forro.
Un punto de luz y color que también encontramos en los uniformes que lucen los doormen del Food Hall de Galería Canalejas, una de las grandes novedades gastronómicas de este año. Estas capas han sido diseñadas en un azul marino intenso con detalles en terciopelo de color mostaza. La esclavina viene bordada en hilo oro, mientras que los botones han sido diseñados en exclusiva reproduciendo uno de los detalles de la imponente rejería art déco que decora la entrada a la galería por la calle de Alcalá. Seseña es un icono de Madrid por el que no pasa el tiempo.