Todo empezó hace más de un siglo en la calle de Preciados, en una pequeña tienda que hoy sigue desprendiendo el mejor de los aromas. Cafés La Mexicana forma parte de la vida de Madrid, donde abre sus puertas la fábrica en la que todos los días se tuesta el grano. Calidad y tradición se funden en cada taza.
Disfrutar del aroma a café recién hecho es una de esas pequeñas cosas por las que merece la pena levantarse de la cama cada mañana. Sea cual sea la hora del día, la céntrica calle de Preciados regala esa misma sensación a quienes pasan por ella. Es justo ahí, a solo unos pasos de la Puerta del Sol y de la plaza del Callao, donde abre sus puertas, desde el año 1890, la tienda de café más antigua de Madrid. No es el único título que ostenta: en 1991 entró a formar parte del Libro Guinness de los Récords por ser el local que más café había logrado vender en los últimos 25 años. Exactamente, 5.303.175 kilos, una cifra hasta la fecha nunca superada. Algo que tiene mucho mérito, ya que la tienda de la que hablamos cuenta con poco más de veinte metros cuadrados. Su nombre, La Mexicana, hace referencia a su primera propietaria, de la que nadie recuerda su nombre.
Hasta finales del siglo XIX tenemos que viajar para saber quién era esa anónima mujer, descendiente de españoles, que quiso venir España para descubrir sus orígenes. Al llegar se enamoró de nuestra ciudad y decidió echar raíces aquí. Para ello adquirió un pequeño local, la hoy centenaria tienda de Preciados, con la idea de vender algo que marcara la diferencia por su calidad, que fuera exclusivo. “¿Quién tuesta el mejor café de Madrid?”, preguntó. “José Rodríguez, sin duda”, le respondieron. La fama de aquel artesano autodidacta se extendía ya entonces por toda la ciudad. Para mantener a su familia -era huérfano, hijo mayor- compraba y vendía judías y otros alimentos hasta que un día aprendió a tostar los granos que había recibido como pago por una de sus transacciones. Lo hacía en el patio de su casa y pronto alcanzó cierto prestigio. Su talento, su pasión y su intuición convencieron a la dueña. Cuando ella murió, su viudo, quiso desprenderse del negocio y se lo ofreció a la familia Rodríguez, que, generación tras generación, ha hecho de La Mexicana todo un referente en el mundo del café.
Desde entonces hasta hoy muchas cosas han cambiado. A la tienda de Preciados se sumó, en 1969, la de Conde de Peñalver, muy especial también para los vecinos de la zona, muchos de los cuales no pueden desvincular sus recuerdos de infancia de su intenso aroma. Después vendrían otras como las de las calles de Fuencarral o Bravo Murillo hasta sumar siete en la ciudad, seis más en la Comunidad de Madrid y algunas otras en ciudades como León o Talavera de la Reina. La Mexicana cuenta también con presencia con numerosos corners en comercios de toda España e incluso en el extranjero. ¿Y qué podemos comprar en todas esas tiendas? Un producto honesto. Orígenes puros, blends, café en grano o molido en el momento, según el tipo de cafetera en el que el cliente vaya a prepararlo.
Hasta todas estas tiendas llega el café recién tostado desde la fábrica, inaugurada en el año 1975 en la calle de Alfonso Gómez, en el número 15, a solo unos pasos de la Quinta de los Molinos. Es aquí donde los granos verdes llegan en sacos, procedentes de diferentes rincones del mundo, para su proceso del tueste, que se realiza todos los días de forma artesanal. De aquí surgió a mediados de los años 90 el primer blend diseñado para espresso, una mezcla de cafés arábica para degustar solo o con leche. Toda una obra maestra. Pocos años después llegaría a su catálogo de la llamada Selección Privada, una línea de cafés de orígenes únicos. Costa Rica, Guatemala y Tanzania fueron los primeros en ver la luz. Tras ellos lo hicieron los de Etiopía y Kenia. “Para conmemorar nuestros 120 años de trayectoria, creamos algo único: el blend 1890. Con tantos años de experiencia y gracias a nuestro saber hacer, conseguimos elaborar un café equilibrado y delicioso en cualquier tipo de preparación. Hoy, sigue siendo uno de nuestros cafés más populares”, comentan.
Para que la experiencia inmersiva en el mundo del café sea total La Mexicana dio un paso más en 2016 con la apertura, dentro de la propia fábrica, de la cafetería Fanático. Atentos a su filosofía: “Cada origen, las manos que lo cultivan y la tierra en la que crece, convierten a un café en único. No hay un café, sino muchos. Nuestra pasión es encontrarlos, tostarlos y compartirlos con los fanáticos de lo auténtico”. Si se llama así este coqueto local es precisamente porque Fanático es una marca de cafés de origen creada por La Mexicana. Con ella se quiere transmitir la pasión extrema por un café de especialidad auténtico. “Fanático reivindica la diversidad, la diferencia, la riqueza de lo local”, nos cuentan. Los expertos baristas nos lo prepararán al momento para tomarlo solo o, quizás, acompañado de un estupendo desayuno.
En Fanático, al igual que en el resto de tiendas, se pueden comprar los distintos cafés que ofrece La Mexicana, que en su página web nos recuerda que, si así lo deseamos, en solo 24 nos lo traerán a casa. Difícil elección. Para quienes quieran algo con carácter una buena opción es el Bravío Café Colombiano Gran Reserva, añejado en barrica de ron durante tres meses, o tal vez, el Nariño Tambo, cultivado en un pequeño municipio de los Andes colombianos, a 2.200 metros de altitud, del que solo se producen 250 sacos al año. Cafés especiales son también el Zambia Kesama Estate, con cuerpo y de sabor suave, y el Indonesia Java Wib Jampit, de gusto redondo, agradable y ligeramente achocolatado, con una textura terrosa que recuerda al cacao. Pero si alguien tiene dudas lo mejor es dejarse asesorar por los empleados de La Mexicana, que lleva ya 132 años, y los que quedan, “viviendo café”.