Lectura fácil. Foto Luz Soria.

Alberto San Juan lleva a escena una versión libre de Lectura fácil, la novela con la que Cristina Morales obtuvo el Premio Herralde en 2018 y el Premio Nacional de Narrativa en 2019. Puede verse en el Teatro Valle-Inclán del CDN hasta el 8 de enero.

Hay novelas que tienen la valentía de arrojar —a lo mejor sin proponérselo— una interpretación del mundo: Lectura fácil sería un buen ejemplo. Como un cóctel molotov, la historia de cuatro mujeres a las que la administración considera con «discapacidad intelectual» hizo saltar por los aires ideas buenistas sobre los cuidados, la diferencia y la tutela. Infantilizadas y también humilladas, las protagonistas del libro se enfrentan a un mundo más hostil de lo que parece cuando miramos sólo su epidermis y se convierten en metáfora de todos nosotros: controlados, vigilados, tal vez sobreprotegidos y dóciles. La contraportada de Lectura fácil subraya que es un texto radical en sus ideas, su forma y su lenguaje. Una novela-grito, politizadora, un fanzine que pone en jaque el sistema neoliberal. Casi podríamos decir que es en potencia un manifiesto anarquista, aunque no por esto dejó de ser aplaudido por la crítica y vendido, edición tras edición, como un producto más del capitalismo.

Sin embargo, la propuesta de Alberto San Juan se acerca con menos beligerancia a la realidad. Tal vez porque los matices se manifiestan cuando los personajes cobran vida en el escenario y la ternura de ciertas actitudes —también de nuestra propia mirada paternalista hacia las personas «no normalizadas»— hacen que todo se ablande: lo que en la novela pincha y duele, en el teatro es más reflexivo y mesurado. Aunque cuenta con monólogos de una violencia inusitada, lo que prima es el humor con tintes de tremendismo español. Sin obviar, eso no, que nos está contando una tragedia: después de vivir en un piso tutelado desde el primer momento sabemos que van a tenar que regresar a un centro de internamiento y que Marga además, debido a un comportamiento sexual impulsivo, va a ser esterilizada.

Lectura fácil. Foto Luz Soria.

Las actrices, todas en estado de gloria, son Desirée Cascales Xalma, Carlota Gaviño, Laura Galán (en sustitución de Carlota Gaviño los días 28, 29 y 30 de diciembre y 1, 3, 4, 6, 7 y 8 de enero), Pilar Gómez, Anna Marchessi y Estefanía de los Santos. Por otro lado, sorprenden las intervenciones de los únicos dos hombres que integran el reparto, Marcos Mayo y Pablo Sánchez, que ofrecen sendos soliloquios de enorme intensidad a partir de sus experiencias y que no forman parte del texto original de Lectura fácil, como tampoco lo forman declaraciones hermosas y sobrecogedoras de Desirée Cascales Xalma.

Durante algunos años, el domingo por la tarde me acercaba a un lugar de encuentro para personas «con discapacidad», «no normalizadas» es decir, que no encajaban en los moldes que el sistema establece para todos nosotros. Lo que cuentan Cristina Morales y Alberto San Juan es cierto y me hace recordar aquellos días en los que pude conocer un poco mejor la realidad de sus vidas. Hay preguntas urgentes que la sociedad debe hacerse sobre la libertad, que tan fácilmente se coarta con la excusa de la salud, de la razón o del miedo. También, a una de las amigas a las que conocí le iban a ligar las trompas, también sufría igual que Marga, Patri y Ángeles; pero no porque no pudiera comprender lo que le pasaba, sino porque lo comprendía mucho mejor que nosotros, como explica Lectura fácil: un texto feroz y necesario y una obra emocionante que estará en el Teatro Valle-Inclán hasta el 8 de enero.

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