Historia de una escalera. Foto Javier Naval.

Hace 75 años, Antonio Buero Vallejo estrenó Historia de una escalera en el Teatro Español de Madrid. Ahora Helena Pimenta recupera este texto que ocupa un lugar fundamental en la literatura de posguerra. Podrá verse en el mismo escenario que la vio nacer hasta el 30 de marzo.

Historia de una escalera cuenta la vida gris de una comunidad de vecinos a lo largo de treinta años. En un bloque, de cualquier barrio humilde de Madrid, a unos les va regular y a otros rematadamente mal. Mientras Urbano (Agus Ruiz) cree que la lucha sindical va a garantizar un futuro mejor para todos, Fernando (David Luque) sueña con estudiar ingeniería. Década a década, desde 1919 hasta 1949, las cosas parecen no haber cambiado demasiado, o quizá sí. Los más viejos ya se han muerto y los que entonces eran jóvenes ahora se enfrentan a los problemas reales. Con Historia de una escalera Antonio Buero Vallejo hizo un fresco desesperanzado de las clases medias y medias bajas de la España de su tiempo, pero quizá no hemos cambiado tanto desde entonces, quizá seguimos siendo los mismos cobardes, incapaces de tomar las riendas de nuestro destino, o quizá estemos avocados a una triste y generalizada mediocridad, aunque estemos en 2025.

Historia de una escalera. Foto Javier Naval.

Helena Pimenta dirige un montaje clásico y sobrio para que el texto respire, como suele ser habitual en los proyectos en los que se embarca. Refuerza el papel de los personajes femeninos, que vistos 75 años después siguen siendo perfectamente reconocibles. Generosa (Juana Cordero) y Paca (Gloria Muñoz / Puchi Lagarde) son las matriarcas de esta comunidad de vecinos. Ellas van tratando de tejer una red para evitar que sus hijos se precipiten por el hueco de la escalera, pero por desgracia la red está llena de agujeros. Trini (Concha Delgado) y Rosa (Carmen del Valle) representan a la mujer que no ha encontrado una pareja y a la mujer maltratada. Mientras, Don Manuel (Mariano Llorente) contempla preocupado como su hija Elvira (Gabriela Flores) se enamora de Fernando, pero Fernando está enamorado de Carmina (Marta Poveda). Entonces, lo que podría parecer un sainete o un melodrama se convierte en una verdadera tragedia. Quizá sea esto lo más interesante de Historia de una escalera, lo que hace que todavía nos identifiquemos con sus personajes cuando echamos la vista atrás. Al fin y al cabo, ¿quién no ha discutido con sus vecinos en una reunión de la comunidad?, ¿y quién no ha dejado atrás muchas de sus ínfulas? Yo mismo podría ser cualquiera de los personajes de Historia de una escalera.

Antonio Buero Vallejo nació en Guadalajara en 1916. Era hijo de un militar fusilado en el 36 por los republicanos. No obstante, el dramaturgo se hizo comunista, fue condenado a muerte y encarcelado. En prisión conoció a Miguel Hernández, de quien hizo un conocido retrato. Esta experiencia inspiraría años más tarde su obra La fundación. Ya en libertad a mediados de la década de 1940 cosechó un enorme éxito, avalado tanto por el público como por la crítica. Historia de una escalera recibió el Premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid y la trayectoria literaria de Buero Vallejo culminó con el Premio Cervantes en 1986. Se trata de uno de los grandes autores del siglo XX, al que se sigue leyendo en los colegios, como nos recuerda la aparición de un niño (Darío Ibarra / Eneko Haren / Nicolás Camacho) con el texto entre las manos, al comienzo y al final de la función. No obstante, desde que en el año 2003 el Teatro María Guerrero volvió a abrir sus puertas con Historia de una escalera, el público madrileño no había podido disfrutar de la obra de Buero Vallejo. Motivo por el que este montaje, 22 años después, resulta tan necesario.

Historia de una escalera. Foto Javier Naval.

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