Jardín del Príncipe de Anglona

Huertos urbanos, fincas agrícolas o jardines verticales son los escenarios en los que la primavera se hace notar con más fuerza. Os propongo una serie de rincones muy recomendables si visitáis Madrid en los próximos meses.

Los jardines de muchos palacios de Madrid hoy permanecen ocultos en los patios de manzana. Tal es así, que los visitantes del Museo del Romanticismo descubren sorprendidos el idílico edén al que se asoma su cafetería. También del siglo XVIII, el Jardín del Príncipe de Anglona es el rincón de La Latina al que mejor le sienta la primavera, gracias a las plantas trepadoras y a las rosas que florecen en mayo. La misma sensación tenemos cuando nos acercamos el jardín andaluz de la Casa Museo de Joaquín Sorolla, tantas veces pintado por el artista, y cuyos geranios y alhelíes estallan en estas fechas. El rumor de sus fuentes oculta el ruido de los coches, haciendo increíble que detrás de su muro de ladrillo discurra la Avenida del General Martínez Campos.

En este paseo no faltan los huertos para urbanitas que desean un contacto más directo con la tierra. Hay dos imprescindibles: el jardín de la Casa Museo de Lope de Vega, al que se refirió el escritor como “su huertecillo” y Esta es una plaza, un solar de la calle Doctor Fourquet recuperado por los vecinos de Lavapiés para cultivar tomates, acelgas, berenjenas o calabacines. Cabe recordar que algunas plazas y calles de Madrid tuvieron esta misma función. De aquí el nombre, por ejemplo, de Huertas, que atraviesa el Barrio de las Letras o del Huerto de las Monjas, un jardín en el número 7 de Sacramento, en el Madrid de los Austrias. Del mismo modo, el huerto de las Comendadoras estuvo ubicado en la plaza que hoy lleva su nombre.

Huerto de la Casa Museo Lope de Vega

Aparte de estos pequeños huertos encajonados entre edificios, fuera del centro se encuentran algunas fincas históricas. Las quintas del Duque de Arco, en el Monte del Pardo, y de los Molinos, en la carretera de Barcelona, o la Huerta de la Partida, en la Casa de Campo, son antiguas explotaciones agrícolas con árboles frutales que durante estos meses alcanzan su mayor esplendor. En esta lista no puede faltar el Olivar de Castillejo, un oasis muy cerca del Estadio Santiago Bernabéu que sólo abre sus puertas para presentaciones de libros, conciertos y otros eventos culturales.

Para descubrir otros secretos hay que mirar hacia el cielo. Incluso en las medianerías de los edificios es posible contemplar jardines colgantes, como el que está junto al CaixaForum, o el del patio del Hotel Mercure de la Plaza de Santo Domingo, uno de los más grandes del mundo. Igual de difíciles de encontrar son  el jardín de la terraza de La Casa Encendida y el Avan Garden de Intermediæ, ubicados en los intersticios de la ciudad. Es decir, en lugares donde normalmente no suele brotar el verde: la azotea de un edificio, en el caso del primero, y el pequeño espacio que queda entre las naves del Matadero y la pared del recinto, en el caso del segundo. Estos últimos, además de ser jardines sostenibles, ofrecen cursos de horticultura y talleres para su cuidado.

Jardín Vertical de CaixaForum

Una sugerencia: aunque muchos son pequeños, merece la pena que los visitéis con calma. Llevad un libro, un periódico, un cuaderno de dibujo o una cámara de fotos, muy probablemente queráis pasar un buen rato disfrutando de la belleza y de la tranquilidad de estos jardines secretos.

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