Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Foto: Joaquín Cortés / Román Lores).

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Foto: Joaquín Cortés / Román Lores).

En esta época del año apetece, mucho, salir a pasear por algunos de los numerosos parques que tiene Madrid. Pero más allá de El Retiro o la Casa de Campo nuestra ciudad cuenta con numerosos jardines que, a veces, aparecen detrás de una puerta. Se podría decir que todos estos oasis urbanos son una sala más de los propios museos a los que pertenecen. Historia y arte se funden en ellos.

MUSEO SOROLLA

Vista del primer jardín. Lluis Casals, 2018

Vista del primer jardín. Lluis Casals, 2018.

El acceso a la que en su día fuera vivienda, y también taller, de Joaquín Sorolla, se realiza a través del jardín, que rodea la casa por dos lados. Cuando el pintor valenciano compró el inmueble quiso prestar especial atención a este lugar al descubierto, ya que tenía intención de trabajar al aire libre. Como podemos observar, está dividido en tres espacios. El primero, el que recibe a los visitantes, fue, seguramente trazado por Enrique María Repullés y Vargas, el mismo arquitecto que realizó el hoy museo. Pero, sin duda, fue el propio Sorolla quien eligió los motivos decorativos, inspirados en el Alcázar de Sevilla. El pórtico en alto con su fuente clásica y su escalera con azulejos imitan los del Jardín de Troya del palacio andaluz.

Vista del segundo jardín. Lluis Casals 2018

Vista del segundo jardín. Lluis Casals 2018.

El segundo jardín fue diseñado por el propio Joaquín Sorolla. Para su creación encontró la inspiración en el Generife de Granada, de donde mandó traer algunas plantas de arrayán que aún se conservan. Es de estilo neoárabe, con un riad longitudinal enmarcado por surtidores y una pequeña alberca al final del mismo. La estatua romana que sirve para cerrar la perspectiva fue un regalo que recibió el pintor en 1916.

Fuente de las confidencias en el tercer jardín. Lluis Casals 2018

Fuente de las Confidencias en el tercer jardín. Lluis Casals 2018

El tercer jardín, situado entre la casa y la tapia de la finca colindante, era algo oscuro hasta que Sorollá decidió colocar en él un estanque que multiplica la luz con su reflejo. Está presidido por la conocida como la Fuente de las Confidencias y por una agradable pérgola donde el pintor solía reunirse con su familia. Hoy aquí se sientan los visitantes… El jardín aísla el museo del bullicio de la calle y es apreciado por el público como un refugio apacible donde se escucha el rumor de las fuentes y se disfruta del color y el olor de la vegetación. Columnas y esculturas jalonan los pasos entre los tres jardines, elementos todos pintados por el maestro en multitud de ocasiones.

MUSEO CERRALBO

El jardín del Museo Cerralbo es una sala más del propio museo, incluido en la visita general. El palacete decimonónico que hoy lo ocupa fue la residencia del XVII marqués de Cerralbo, don Enrique de Aguilera y su familia. Un referente obligado para conocer la forma de vida de la aristocracia madrileña de finales del sigo XIX y comienzos del XX. La apariencia actual del jardín es una recreación realizada en el año 1995. Del original no se conserva apenas documentación. Ese proyecto preveía un eje transversal que dividía el espacio en dos triángulos y unía la fachada del palacio con el ángulo del belvedere o templete-mirador, situado en el esquinazo de la valla y, en el centro, un amplio espacio irregular, bordeado de caminos curvos.

La construcción en los años cuarenta del siglo pasado de un pabellón rompió el eje ideado por el marqués. El jardín sufrió así una alteración de la que no se ha podido recuperar. Sin embargo, la intervención practicada nos permite disfrutar hoy de un espacio ajardinado de corte clásico-romántico. El espacio central se interpretó como un estanque, a modo de espejo de agua, en el que se reflejan diversas esculturas, que junto con los bustos de emperadores romanos, adosados a lo muros de la valla y del palacio, logran una ambientación propia de ciertos jardines italianos adornados con elementos clásicos. Los senderos curvos y la vegetación espesa nos acercan al jardín melancólico de estilo inglés.

MUSEO LÁZARO GALDIANO

El jardín de Parque Florido debe entenderse como una repetición formal de los principios expuestos en los tratados de jardinería de finales del siglo XIX, como una derivación del estilo paisajista que se impuso en el siglo XVIII, adaptando lo que los franceses llamaban un hôtel de ville al clima madrileño y al gusto isabelino. El parque representa una pieza esencial no solo por su trazado sino también por ser uno de los pocos conjuntos de palacete y jardín que han sobrevivido en Madrid hasta nuestros días (el acceso es libre durante el horario de apertura del Museo).

Sobre su realización, la documentación conservada únicamente menciona -en 1908, poco antes de la inauguración de la residencia de los Lázaro- la intervención de Alfonso Spalla, ilustre paisajista de origen turinés que estudió en el jardín botánico de Kew y en Madrid, a donde llegó por mediación del cónsul de Italia para realizar los jardines del palacio del duque de la Mortera en la calle Miguel Ángel. Un paseo por sus ondulantes caminos nos permitirá contemplar un sinfín de árboles, plantas y flores. Entre ellos, cedros del Himalaya, acantos, magnolias, verónicas, jazmines estrellados, abetos de Colorado y laureles.

CASA MUSEO LOPE DE VEGA

Foto: David Serrano

Foto: David Serrano

La casa en la que vivió Lope de Vega durante sus últimos 25 años es hoy un museo que recrea cómo eran las viviendas típicas del siglo XVI. El Fénix de los Ingenios ocupó muchas horas de su vida cuidando de los árboles y las flores de su jardín. El huerto era entretenimiento diario del escritor, que cada día, a primera hora de la mañana, antes o después de la primera misa, paseaba por sus rincones mientras leía su breviario. Volvía  a él al atardecer, a reposar el trabajo de toda la jornada, cuando, por fin, dejaba la pluma sobre la mesa.

Foto: Joe Alonso

Foto: Joe Alonso

En sus escritos dejó constancia del aspecto del jardín y el huertecillo, donde hubo siempre jaulas para pájaros, a resguardo del zaguán en invierno y a la sombra de las parras en verano. El laurel que aún hoy florece allí fue un presente de los hermanos Álvarez Quintero, que se plantó con tierra negra enviada por Cecilio Rodríguez.

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Foto: Joaquín Cortés / Román Lores).

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Foto: Joaquín Cortés / Román Lores).

Y, para terminar, un auténtico museo al aire libre que forma parte de uno de nuestros principales museos. Ocupando el corazón del Edificio Sabatini se encuentra este magnífico espacio abierto en el que las zonas ajardinadas y las fuentes conviven a la perfección con esculturas de Alexander Calder, Joan Miró y Eduardo Chillida. Los grandes muros del antiguo Hospital de San Carlos abrazan esta zona creando un ambiente de lo más agradable para pasear en esta época del año. El jardín original fue construido por Sabatini, autor también del edificio, hacia 1790. Fue reformado en 1850 y, aunque con sucesivas rehabilitaciones, ese es el jardín que permanece. Desde su construcción cuenta con dos espléndidas fuentes neoclásicas. Un reducto de paz en el centro de la ciudad.

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