La Señora. Foto Beatriz Bodero.

Aunque la temporada ha termino ya y los teatros están anunciando la programación del próximo curso, el verano viene cargados de estrenos y reposiciones que merece la pena apuntar en la agenda. Aquí van tres propuestas sugerentes para este mes de julio.

La señora
Pablo Quijano
Del 3 de julio al 4 de agosto en el Teatro Pavón

Bibiana Fernández tiene la costumbre de subir al escenario cuando llega el calor. Comedias como La gran depresión, El amor sigue en el aire o La última tourné le han permitido, en los últimos años, mantener un contacto vivo con sus innumerables fans. Fui con la idea de encontrarme una obra ligera. Sin embargo, esta vez, encarna el papel principal de un melodrama excesivo e inteligente. La actriz, icono de la Movida madrileña, se convierte en la señora: una estrella del cine español que decide montar Las criadas de Jean Genet al final de la dictadura. Como el título no pasa la censura debido a su alto voltaje erótico, ella decide alejarse poco a poco de los focos hasta el presente. Serán sus hijos, interpretados por Xoán Fórneas y César Vicente, quienes la convenzan de retomar aquel proyecto, lo que desencadenará toda una serie de reproches entre los miembros de la familia y hacia el sistema político y cultural. La señora aborda las dificultades que implica lidiar con la fama y lo escurridizos que pueden ser algunos compromisos.

Su autor y director, el jovencísimo Pablo Quijano, se mide con Jean Genet, de quien toma pasajes completos de Las criadas. Aunque en principio resulta una historia absolutamente inverosímil, La señora va creciendo en cada escena hasta convertirse en un retrato demoledor de la España bien pensante de nuestros días. ¿De verdad creemos que la censura ya no existe o es que tal vez no la queremos ver? ¿Tienen los políticos algún interés real por la cultura o simplemente quieren instrumentalizarla?… Cabe alegrarse de que esta obra radical, salvaje y descarada pueda hacerse sin levantar ningún tipo de suspicacias ni a la izquierda ni a la derecha del espectro político. Pablo Quijano tiene a sus espaldas una interesante trayectoria en el cine y en el teatro, como director, actor y guionista. Fue ayudante de Ernesto Caballero y sus títulos han recibido la bendición de Pedro Almodóvar, del que sin duda es un gran deudor. Estoy convencido de que le quedan todavía muchísimo que ofrecernos.

Amor de Don Perlimplín y Belisa en su jardín.

Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín
Federico García Lorca
Del 8 de julio al 27 de agosto en el Teatro Alcázar

Hace casi diez años descubrí el talento de Triana Lorite gracias a Delicia, una obra escrita y dirigida por ella misma que pude ver en el Teatro Lara de Madrid. Ahora me reencuentro con su nombre en este montaje de uno de los títulos más populares de Lorca. Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín es la tragicomedia de un hombre viejo que quiere hacer feliz a su joven e infiel esposa. El poeta se refirió a este texto como un «Aleluya erótica», entre lo ridículo y lo sublime, a lo que la directora añade que es un viaje iniciático al desamor. Fernando Cayo, Ana Belén Beas y Carmela Martins interpretan los personajes, dicen muy bien un texto de belleza deslumbrante y además cantan y se mueven como bailarines.

La propuesta de Triana Lorite trata de acercar este título, que tiene mucho de juego de enredo barroco, a estéticas más contemporáneas. Por un lado recurre a una puesta en escena que parece estar inspirada en el teatro tradicional japonés, donde los kimonos, las máscaras y la estilización de los gestos nos llevan irremediablemente al mundo del manga. Por otro lado evoca la mítica performance de Marina Abramovic Rest Energy: en la que la tensión de un arco y una flecha se convierten en metáfora de la confianza. Esta versión de Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín pudo verse el pasado verano en el Teatro Quique San Francisco, donde recibió muy buena acogida.

El lago de los cisnes
Ballet de Laura Alonso
Del 2 de julio al 4 de agosto en el Teatro EDP Gran Vía

Gracias al Ballet de Laura Alonso, dependiente del Ministerio de Cultura de Cuba, un año más vuelve a Madrid otro clásico de la danza. Este verano le toca el turno a El lago de los cisnes, con música de Tchaikovsky y coreografía de Marius Petipá, en la versión de Alicia Alonso. A partir de El velo robado, un cuento del alemán Johann Karl August Musäus, se ofrecen una serie de cuadros inconfundibles, como el pas de six del tercer acto: seis bailarinas bailan entrelazadas y mueven sus piernas como las aletas de unos cisnes. La historia es lo de menos. El príncipe no se decide por ninguna joven de su alcurnia, hasta que un día sale de caza y encuentra en el bosque una mujer hermosísima de la que se enamora. Poco después descubre que ella, al igual que sus compañeras, son víctimas de un encantamiento y se transforman en cisnes. A partir de este momento luchará para devolverle su naturaleza humana.

Al Ballet de Laura Alonso, hija de la inolvidable bailarina Alicia Alonso, se le considera la puerta de entrada del Ballet Nacional de Cuba. Como nos tiene acostumbrados, la técnica del elenco es exquisita, mientras que la puesta en escena (luces, decorado, escenografía) parece ser idéntica a la de hace veinte años. Pero lo que en un principio podría restarle interés, convierte a esta producción en una suerte de pieza de museo, que nos muestra como se trabajaba antes sobre el escenario: prestando más atención al movimiento y desconfiando siempre de los efectos especiales que ocultan la línea. Estoy deseando que regresen otra vez en 2025 para seguir trazando juntos esta historia del ballet clásico.

El lago de los cisnes. Ballet de Laura Alonso.

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