
Teatro Pavón. Foto de Pablo Lorente.
Cuando bajamos por la calle de Embajadores, desde la Plaza de Cascorro, nos topamos con la silueta angulosa del Gran Teatro Pavón. En la esquina la calle de Dos Hermanas, se abre paso la torre de estilo art-déco que el arquitecto Teodoro Anasagasti diseñó para llamar la atención de los transeúntes. Con motivo de su primer centenario, el coliseo participa por primera vez en el programa cultural Madrid Otra Mirada (16-19 de octubre). Aunque las visitas extraordinarias a su interior se han agotado en cuestión de minutos, el festival ofrece más de 200 actividades, entre las que se encuentran algunas que no requieren inscripción previa. La decimotercera edición está dedicada a los paisajes.
Lavapiés era el barrio obrero de Madrid. La Real Fábrica de Tabacos se encontraba en la misma calle donde en 1925 Francisca Pavón inauguró su teatro. Su fundadora tenía ya 65 años y era la dueña del Café Colonial de la Puerta del Sol, el primero que abría sus puertas 24 horas. A un acontecimiento tan esperado asistieron los reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg. Podemos imaginar la cara con la que se quedaron los vecinos. Se eligió Don Quintín el Amargao, una comedia de Carlos Arniches, para dar el pistoletazo de salida a la programación. Ese mismo año se creó la Copa Pavón, que premiaba a los cantaores flamencos más sobresalientes del momento. Poco después se convertiría en el templo de la revista, la versión más mundana y moderna de la Zarzuela. Aquí, la cantante Celia Gámez estrenó en 1931 Las leandras, con música del Maestro Alonso y libreto de Emilio González del Castillo y José Muñoz Román. Por primera vez sonaron dos cuplés que pueden considerarse himnos no oficiales de Madrid: Los nardos que dice “por la calle de Alcalá, con la falda almidoná…” y El Pichi, “soy el tío que castiga”… (Hace poco Rozalen le cambió la letra y la dejó niquelá).

Teatro Pavón. Imágenes históricas. Foto de Luis Lladó.
Después de la Guerra Civil el Teatro Pavón se convirtió en cine. Todavía se conserva la máquina de proyección en el Ambigú. Fue en 1953 cuando se ocultaron con revoco los característicos girasoles de su fachada, que por suerte se recuperaron en la última restauración. Antes de su cierre temporal en la década de 1990, Pilar Miró rodó aquí algunas escenas de su película Beltenebros. Durante trece años, a principios ya del siglo XXI, fue la sede provisional de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Luego se hizo cargo de este escenario legendario la compañía Kamikaze, con la que obtuvo el Premio Nacional de Teatro en 2017. Después lo gestionaron Gonzálo Pérez Pastor y José Maya, y más tarde el Grupo de Teatros Luchana. Desde hace pocos meses, ha tomado las riendas la productora Wonderland, que también se ocupa del Gran Teatro Caixabank Príncipe Pío. La programación del curso que arranca ahora puede consultarse aquí. Entre los platos fuertes destaca Godspell, un musical en el que se ha embarcado Antonio Banderas. Se estrenará el 21 de enero de 2026.

Balcones Teatro Pavón.
Pero el Teatro Pavón está vivo durante todo el día. Quienes lo visiten por primera vez descubrirán que los técnicos andan siempre colgados detrás del escenario; que en la sala de ensayo, “los altos del Pavón”, se dan las clases de la escuela de interpretación Action; que la cafetería es uno de los puntos neurálgicos de Lavapiés; que sus pasillos y escaleras están llenos de arte, con obras de Carlos Franco Rubio y Jerónimo Maya Moreno. Sus nuevos promotores, entre los que se encuentran Santiago Segura y José Mota, han decidido que poner en marcha el reloj del torreón era imprescindible para que este teatro siguiera marcando el ritmo del corazón de sus espectadores.

Teatro Pavón por Pablo Lorente.