Una rosa no es una rosa

Rosaleda del Parque del Oeste

Mientras yo escribo este post, en la Rosaleda del Parque del Oeste un jurado experto está eligiendo la flor más hermosa, más aromática y más sorprendente del jardín. Desde hace casi sesenta primaveras el Concurso Internacional de Rosas Nuevas “Villa de Madrid” premia cada año al país que haya enviado el rosal que, sin perder su elegancia, mejor se adapte a nuestro clima.

Después de pasar una tarde por la Rosaleda del Parque del Oeste, creada en 1955 y cuya excepcionalidad fue reconocida en 2006 con el Award of Garden Excellence por la Word Federation of Rose Societies, es fácil contradecir a la poeta norteamericana Gertrude Stain, quien dijera “rose is a rose is a rose is a rose”, porque aquí una rosa es algo más que una rosa. Si bien los nombres de las distintas variedades pueden ser tan evocadores como snow carpet o candy cover, la diversidad cromática exige metáforas que reflejen una gama que va del blanco nuclear al violeta fluorescente. Hay flores en miniatura que ocupan menos que la yema de un dedo y flores que en la mano pesarían tanto como una fruta. Pero como no encuentro las palabras necesarias para describir la singularidad de estas rosas lo mejor es acercarse y que cada uno elija su favorita, la mía es la número 57 y el lunes se comunicará cual ha elegido el jurado.

Tal vez la Rosaleda del Parque de El Retiro no tiene la misma riqueza floral, sin embargo su historia es más larga. Fue diseñada en 1915 por el Jardinero Mayor Cecilio Rodríguez a imitación de la que hay en el Bois de Boulogne en París y cuenta con varias fuentes de mármol y un pequeño estanque. Su atmósfera Belle Époque hace que sea muy fácil imaginar a los madrileños de principios del siglo XX pasear bajo sombrilla de encaje por a este rincón del Retiro. Porque una rosa no es una rosa es un color, un volumen, un aroma y por supuesto una imagen, un recuerdo y una sensación como justo a estas horas está valorando el jurado de la 58ª edición del Concurso Internacional de Rosas Nuevas «Villa de Madrid».

La rosa 57, mi favorita en el concurs