En su último espectáculo Yllana hace una pantomima del cine negro para hablarnos de la corrupción. Puede verse en los Teatros del Canal hasta el 11 de enero.
Al igual que en los dibujos animados, en las obras de Yllana los personajes sobreviven una y otra vez a todo tipo de incidentes. Los mamporrazos se reparten sin cesar en una suerte de coreografía grotesca, en la que no faltan las bromas escatológicos y el absurdo. Pero lejos de ser sólo una hora y media de humor, The Gagfather presenta sin tapujos a unos policías casi tan corruptos como los delincuentes. Y a unos delincuentes candorosos. Con más de veinte años a sus espaldas, a la compañía madrileña le ha dado tiempo a versionar en clave de humor el crack bursátil (Brokers) o la violencia del salvaje oeste (Far West). Por lo que, echando la vista atrás, parece increíble que hasta hoy no hubieran tocado el cine negro, con todo lo que este género tiene de icónico y parodiable. Por fin lo han hecho y lo han hecho en el mejor momento.
Las maravillosas máscaras creadas por Anna Tussell permiten a los actores interpretar a dos personajes distintos cada uno. Sea como fuere, Fidel Fernández, Luis Cao, Juanfran Dorado y Jony Elías demuestran tener dotes suficientes no sólo para desarrollar uno o más papeles en esta función de «cine negro», sino también para colarse en cualquier producción de Buster Keaton y de Charles Chaplin.
Tal vez en este título la hipérbole, sello inconfundible de la compañía, alcance su máxima cota cuando muestra en directo y a todo color cómo destripan a uno de los personajes. Pero siempre, y esto es lo que más me fascina del trabajo de Yllana, son capaces de darle cierto tono poético a los golpes, a los brincos y a los gruñidos.